Los últimos meses Buenos Aires ofreció varias propuestas de base clásica, con galas, estrenos y reposiciones de las compañías estatales locales, y también invitados del exterior, que siempre refrescan al espectador. Algunos espectáculos fueron puros, otros eclécticos y también los hubo combinados. A continuación una síntesis de algunas funciones

 

El Colón

El Ballet Estable del Teatro Colón dirigido por Maximiliano Guerra, mostró uno de los títulos más interesantes de la temporada, del 11 al 16 de septiembre: Onegin de John Cranko (el próximo será La Bayadera de Natalia Makarova, este mes de noviembre). La compañía volvió a exponer una diferencia abismal en su entrega cuando la preparación (a manos extranjeras) es eficiente. Hubo tres repartos para los protagónicos: Marianela Núñez-Alejandro Parente, Karina Olmedo-Juan Pablo Ledo y Nadia Muzyka-Matías Santos, como Tatiana y Onegin, y los coprotagónicos: Natalia Pelayo-Federico Fernández, Carla Vincelli-Edgardo Trabalón y Luciana Barrirero-Emanuel Abruzzo, como Olga y Lenski. Quien escribe asistió a los dos últimos que lograron mejores performances en el segundo acto.

Las diferencias entre ambos elencos, fueron las típicas referidas a la experiencia escénica (mayor solidez en la conformación de los roles) y a la edad (los más jóvenes con mejores posiciones y energía, pero también con mayor nerviosismo por la envergadura de esta obra magistral). Es lamentable la poca cantidad de funciones que se realizan en este sentido, pues los bailarines no llegan a madurar sus actuaciones.

 

 

Las Galas

Las dos galas internacionales marcadas en el calendario porteño en agosto-septiembre, en el Teatro Coliseo y en el Teatro Colón, fueron bien diferentes en su programación. La primera de ellas, ecléctica, trajo al país la creatividad de Momix con ese algo más de la danza, hubo experimentación, danzas de calle, contemporáneo formal y algunos exponentes puramente clásicos con varios bailarines locales. Como propuesta para un público no habitué, variada y extensa, incluye proyecciones previas a cada actuación con testimonios de los artistas, que explican qué es lo que van a realizar y qué significa para ellos bailarlo. La llegada de exponentes extranjeros (bastante escasa en estos tiempos) siempre renueva la mirada local, y más allá de la curaduría, pone sobre la escena un fragmento de la actualidad global.

La del Teatro Colón, ahora llamada Mundial, mucho más formal en su estructura, trajo parejas de bailarines de diferentes óperas europeas y del American Ballet de Nueva York, pero también hubo poco tutú corto/plato. Abrió Por Vos Muero de Nacho Duato a cargo del Ballet Estable, mucho más arraigada en los bailarines que en las funciones anteriores. Macarena Giménez comienza a destacarse entre sus compañeros, anticipando una posible carrera de alto nivel. Luego llegó el turno de los pas de deux que fueron enmarcados en una paleta de similares estéticas, que unificaron la noche. La Opera de París trajo a Rudolf Nureyev (un divertido dúo de La Cenicienta), el Ballet de Stuttgart a John Cranko, el Ballet de Hamburgo a John Neumeier. Estuvo también George Balanchine con Marianela Núñez y Federico Bonelli, y Marius Petipa con ella y Alejandro Parente. Alessandra Ferri y Herman Cornejo hicieron Frederic Ashton y Angeline Preljocaj (un manjar para el alma en Le Parc).

 

Federales

La Compañía Nacional Danza dirigida por Iñaki Urlezaga, bajo las órbitas del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, estrenó el segundo programa de su temporada 2016, del 5 al 10 de octubre en el Teatro Opera de la ciudad de Buenos Aires, con orquesta en vivo (luego continuaron en gira por todo el país, siempre con entrada gratuita). El proyecto de este elenco es (también) casi una utopía: integrado por bailarines de todo el país (y latinoamericanos), con cantidad de funciones en todas las provincias, (3 y 4 de diciembre llegan al Sodre de Montevideo) donde además dictan clases magistrales, gratuitas, y realizan audiciones en búsqueda de nuevos talentos.

Se trata de una agrupación joven, con bailarines que han aprendido de diferentes maneras y que en muy poco tiempo Urlezaga consigue unificar estilísticamente. El trabajo cotidiano se refleja en la escena. Para este programa fueron invitados los bailarines del Teatro Colón Gabriela Alberti y Nahuel Prozzi, que alternaron los roles protagónicos con Eliana Figueroa y Urlezaga (quien anticipó su retiro del escenario a fines de 2017, al cumplir 42 años).

El repertorio: genial. Serenade de Balanchine, con reposición de Diana White, una joyita imperdible, que requiere tiempo y profundidad para encuadrarse en su estilo y que los jóvenes resolvieron con dignidad. Cantares de Araiz de honda energía femenina, una pieza que perdura en el tiempo. Y el tercer acto de Raymonda de Petipa en versión de Urlezaga (como sus anteriores coreografías: dificilísima) con una producción de primer nivel (vestuario y escenografía impecables, hasta el piso del escenario se transforma en un palacio). Magnífica estuvo la Orquesta Académica de Buenos Aires dirigida por Carlos Calleja.

 

El Argentino

El Ballet Estable del Teatro Argentino de la Plata que dirige Maricel De Mitri, comenzó una etapa nómade, anticipándose al cierre del coliseo (por refacciones). Así, actuaron en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, con Marianela Núñez como invitada especial, los días 16 y 17 de septiembre. Bajo el nombre Tríptico se mostraron escenas de La Bayadera confusamente ensambladas en versión de Martín Miranda, Bésame de Ana María Stekelman y Estancia de Carlos Trunsky. En el primero la complicidad aunada entre Núñez-Alejandro Parente fue encantadora. El cuidándola en todo momento para que ella logre esos saltos de la elegancia suprema al goce total. Se destacaron Martín Quintana en la danza hindú y Esteban Schenone en el Idolo de Oro.

Bésame llenó el escenario de colorida alegría y diversión, es una pieza que cierra desde todos los análisis posibles, con músicos en vivo, que intervienen en momentos a modo de carátulas. Se destacó Devid Gómez, con compromiso, gracia y talento. Por último Estancia liderada por Núñez, mostró otra faceta del mundo coreográfico, con un mensaje testimonial pensado desde el presente en cuanto al granero del mundo.