A los porteños nos atraviesa la curiosa e inevitable sensación de ser centro. Tendemos a pensar que todo pasa por nuestra asumida -o presumida- “meca vanguardista” del arte latinoamericano. Sin embargo, basta con torcer la vista hacia la cercana Rosario (sí, siempre estuvo cerca), para descubrir una auténtica y contundente acción por la danza que se desarrolla y sostiene, conforme defiende su autonomía. Balletin Dance estuvo en el Festival El Cruce

 

Quién es quien

La Asociación Cobai, es un colectivo de artistas del movimiento que desde 1999 trabaja para desarrollar, promover y difundir la danza contemporánea en la ciudad de Rosario. Funciona como un foro, generado y sostenido por sus asociados, que busca la horizontalidad y diversidad de opiniones. Entre sus proyectos principales se destacan la Revista Inquieta (que acaba de presentar su décimo segundo número) y el Festival El Cruce, que celebró su décimo sexta edición del 21 de noviembre al 4 de diciembre, con un importante apoyo (en ésta ocasión) de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario.

 

Este Cruce

“Para esta edición, quisimos poner el cuerpo en primer plano”, señaló Verónica Rodríguez, en representación de Cobai. “Esto parece una obviedad, pero otros cruces han puesto el eje en otras cuestiones”, cada edición tuvo su impronta y la de este año “tuvo que ver con volver al cuerpo: artistas que investigan y toman riesgos, y no se quedan en un formato complaciente para el público. Intentamos reflejar una comprensión de la época, la pérdida de estatus del cuerpo, del sujeto, y cómo la danza puede decir algo acerca de eso”.

 

¿Cuál es la realidad local de la danza?

VR. Si bien Rosario es un polo de producción cultural importante, en danza, la mirada siempre está puesta afuera: en Buenos Aires, en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), en los circuitos ligados a espacios oficiales, en Europa. En eso es lo que se dirime el futuro de un bailarín de acá. Son cuestiones en las que venimos reflexionando y que también nos impulsaron a crear Revista Inquieta: hablar sobre la producción local y la tradición de la ciudad en términos culturales. Desde hace unos seis años, a través de algunos programas internacionales como Iberescena y de políticas culturales como el Mercado de Industrias Culturales Argentinas (Mica), empezó a haber mayor vinculación, permitiendo que muchas compañías locales pudieran hacer giras internacionales o nacionales, y eso de mostrar y volver, modificó esta idea de que “si no me voy, no me va a conocer nadie”.

 

Esperando la caída del sol para ver las proyecciones de videodanza programadas al aire libre, se percibía una extraña sensación de familiaridad, todos parecían conocerse y disfrutar del evento como lugar de encuentro. En ese marco informal Marina Siri, una de las más recientes incorporaciones de la organización, comentó junto a Rodríguez que en Rosario no hay espacios para la danza independiente, y que tener una sala ordenaría la producción.

 

¿Este sería un proyecto para COBAI?

VR. Fue un proyecto mucho tiempo, hemos hecho muchos intentos pero no han florecido. Con el recambio generacional, las nuevas personas que integren la comisión tendrán que ver si pueden sostener un proyecto de esa envergadura. Es interesante, pero complejo. Más allá de COBAI, a Rosario le hace falta un espacio de producción coreográfica, danza, laboratorio; el nombre que quieras.

 

Renovar fuerzas

VR. Este es un trabajo voluntario. En algún momento se agota y es necesario incorporar energía e ideas nuevas.

Buscando un recambio, en 2016 se abrió una convocatoria para aquellos interesados en trabajar. “Esto cambió radicalmente el timing del festival. Un montón de cosas que se hacían casi automáticamente, ahora hubo que explicarlas, fundamentar, volver a discutir. La idea nunca fue que los nuevos compañeros se amolden a nuestro modo de trabajo -afirma Rodríguez- sino redigitar las discusiones y revisar las formas. La conformación de un criterio en una estructura de horizontalidad hace que los procesos sean más lentos, pero es un modo que hemos sostenido durante muchos años y sabemos que funciona”.

 

Si el eje de éste Cruce estuvo puesto en el cuerpo, también es pertinente hablar del cuerpo de la ciudad. Es cierto que el Festival tuvo que suspender eventos programados al aire libre, sorprendidos por alguna lluvia indiscreta, pero fue un gran acierto centralizar las actividades a la vera del río Paraná, poniendo la identidad de Rosario en primer plano. Del mismo modo, se realizaron intervenciones urbanas en la Calle Recreativa, una propuesta de la ciudad a través de la cual, el tradicional Boulevard Oroño se convierte en peatonal los domingos en la mañana, situación que El Cruce aprovechó para llevar el festival directamente a la gente.

La edición 2016 contó con la presentación de ocho espectáculos divididos en dos fines de semana. Participaron tres obras locales: Cinco Ficción Física de Marcelo Díaz y Alejandra Anselmo, Semilla del Aire de Alicia Boggián y aSombra de Virginia Brauchli. Desde Buenos Aires viajaron Recordar 30 Años Para Vivir 65 Minutos de Marina Otero y Hermoniña codirigida por Fabiana Capriotti, Carlos Casella, Lucía Disalvo y Marina Giancaspro. Finamente, las siempre esperadas producciones extranjeras: desde Chile, Limites Difusos de Iván Sánchez Ramírez, desde Alemania Noise, creada e interpretada por Judith Sánchez Ruíz y Edivaldo Ernesto y (Sweet)(bitter) una co-producción Suiza/Bélgica dirigida e interpretada por Thomas Hauert. Todos los artistas llegados de Europa brindaron cursos para la comunidad local.

 

Profetas en tierra propia

Desmitificando el famoso dicho, nobleza obliga destacar el trabajo de los artistas de Cinco Ficción Física. Cinco varones, todos ellos muy jóvenes, pero con una capacidad interpretativa sorprendente, no menor a la de sus destrezas físicas. La original pieza local, ofreció una muestra de talento, inteligencia y creatividad que debería recordarnos que el eje, no siempre, no necesariamente, pasa por el centro.

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Gustavo Friedenberg es técnico en Medios de comunicación, Licenciado en Composición Coreográfica y Magister en Crítica y difusión de las artes, además de actor bailarín y director. Formado en Argentina y el extranjero, ha recorrido varios países trabajando para diferentes compañías y brindando asesorías, a la par que desarrollando sus propios proyectos (Japón, EEUU, Europa, Sudamérica y el Caribe). Como bailarín se ha dedicado profesionalmente al flamenco, desempeñándose también como docente de técnica y composición.