“El Barco no se hunde”

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Resultado de una investigación que demandó año y medio. Foto: Lautaro Luna

Debutó la Compañía Viceversa con El Barco, dirigida por Soledad Pérez Tranmar. El grupo que trabaja de manera cooperativa, está encabezado por Marcela Avila e integrado por egresados del Taller de Formación de Bailarines de la escuela Viceversa Arte en Convivencia

 

La nueva Compañía Viceversa integrada por egresados del Taller de Formación de Bailarines de Viceversa Arte en Convivencia, presentó El Barco su primera obra. El equipo, dirigido formalmente por Marcela Avila, convocará para cada proyecto a un director diferente, que podrá ser, o no, uno de sus miembros. El primer resultado de este proceso fue plasmado en cuatro únicas funciones (tres en mayo y una en junio) en el espacio teatral de la escuela.

La improvisación fue la protagonista del espectáculo. Los cinco intérpretes, cuatro mujeres y un hombre, emplearon sus herramientas de danza contemporánea y contact, principalmente, para realizar su performance. Si bien la ubicación en el espacio y algunas figuras dejaron entrever la existencia de ciertas pautas, la espontaneidad fue notoria. “Todo el tiempo están tomando decisiones. Es un desafío enorme, están en el borde”, comentó Pérez Tranmar a Balletin Dance.

Además, los protagonistas fueron los encargados de musicalizar la escena. Como si estuvieran solos, se dirigían hacia una esquina para cambiar las canciones. Bailaron con sonido y en silencio. También lo hicieron todos juntos, separados o a dúo. El deseo fue representado por el accionar de una pareja que se abrazó, se mordió y transpiró frente al público. ¿Pero dónde estaba el barco? Recién al final se pudo visualizar la imagen del “barco humano” navegando, como lo definió la directora de la pieza, quien reveló que a partir de esa escena surgió su nombre. En uno de los ensayos los participantes improvisaron tomando como disparadores algunas consignas y estímulos que, según Pérez Tranmar, derivaron en que empezaran a “dejarse llevar por el otro”. En ese sentido, detalló: “yo miraba y decía ‘esto es una ola, una marea’ y, de repente, descubrí: ‘parece un barco de personas’ ”.

El Barco es el resultado de un proceso de investigación que comenzó hace un año y medio. Unos meses antes, los bailarines habían tenido una serie de encuentros solos. Es que ellos son los protagonistas, los encargados de convocar a más artistas si es necesario o de decidir qué papel van a desempeñar en cada proyecto. “No queríamos que la identidad de la compañía fuera de una persona que los dirigiera”, dijo Marcela Avila a Balletin Dance y aclaró que lo que pretendían era que fueran sus integrantes quienes pudieran encontrarla.

Para eso, sus miembros, Agustina Annan, Luciana Brugal, Lucas Minhondo, Giselle Popik y María Emilia Prono se subieron a un barco que recién está saliendo del puerto y que va en busca de su marca registrada. En esta ocasión, estuvieron acompañados por Natalie Popik (diseño de luces), Valentín Piñeyro (realización de luces), Matías Corrías (trabajo audiovisual) y Milena Montaner (asistencia de dirección). Como sugiere el programa de la obra, “el barco no se hunde”. La Compañía Viceversa está zarpando.

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Me formé en danza desde muy pequeña. A lo largo de mi vida, tomé clases de jazz, hip hop, contemporáneo y árabe, entre otros estilos. Soy periodista, egresada de TEA. Además soy estudiante de Ciencias de la Comunicación, de la Universidad de Buenos Aires. Cuento con experiencia como redactora en medios digitales y también como columnista en radio.