Del Ballet al Musical

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Lucas Segovia en de Forgotten Land Jirí Kylián Foto . gentileza del artista

Lucas Segovia, radicado en Estados Unidos desde 2008, bailó en la primera producción del Teatro del Bicentenario de San Juan, del 1º al 3 de septiembre

 

“Las funciones en San Juan son parte de un proyecto que me parece único”, aseguró Lucas Segovia a Balletin Dance. “Volver a bailar en Argentina por primera vez desde que me fui en 2008, bailar con mi partenaire y amiga del alma Victoria Balanza, y ser parte de esto que está creciendo es fantástico”.

Casi una década atrás, Segovia quería desafíos nuevos. “En Argentina tuve la suerte de bailar un repertorio muy variado, pero eso a la vez me abrió la mente a la idea de que había mucho más que quería hacer”. En el exterior, el argentino reconoce haber encontrado una forma de trabajo absolutamente distinta a la que conocía, y que la exposición que encontró en Nueva York hacia “coreógrafos, bailarines y repertorio (inaccesible en Argentina) es algo de lo que tengo que estar agradecido cada día de mi vida”. Allá trabajó con coreógrafos de la talla de Wayne McGregor, Christopher Wheeldon o John Neumeier, “algo que te cambia como bailarín y como persona”. Más allá de esto, es verdad “que muchas veces el desarraigo duele más que el dolor físico”.

Después de seis años de integrar el Joffrey Ballet, “me retiré la temporada pasada. Tuve una despedida hermosa y los mejores recuerdos de la compañía”, porque quería hacer más musicales. “Ya había hecho todo lo que quería, bailado todos los roles que deseaba y trabajado con coreógrafos que me cambiaron como bailarín y como persona”. Había encarnado a Bernardo en West Side Story (de Jerome Robbins) en Chicago, hace dos años, donde también tenía que cantar.

“El trabajo en teatro musical es completamente distinto al del ballet, los períodos de ensayos son muy fuertes e intensos, con días de trabajo de 12 horas cuando estás en la etapa final de ajustes técnicos. En general hay una etapa de previews, que son funciones con público, en las que la audiencia sabe que podría ocurrir algún desperfecto que obligue a parar el show para solucionarlo. Eso es impensado en ballet. Lo cierto es que cuando uno llega a la función de estreno, tiene algo más de calma, porque ya hizo el show varias veces”.

“En este momento estoy haciendo la gira nacional de An American In Paris, un show de Broadway que me encantó cuando lo vi en New York, dirigido por Christopher Wheeldon (ganadora de un Premio Tony), que había sido mi director cuando bailé en su compañía Morphoses, con residencia en New York y Londres”. La obra, “es realmente impresionante. Es un homenaje a la película, pero tiene un estilo muy único, el sello de este coreógrafo. Bailar el show ocho veces por semana no es fácil, y mantenerse en forma es de alguna manera más difícil que en el ballet. Vivir de gira es algo que yo conozco de la época del Ballet Argentino, porque con Julio Bocca viajábamos por todo el mundo y las giras muchas veces fueron muy largas. Pero esta experiencia es diferente porque hace más de ocho meses que no vuelvo a casa”.

“El futuro… es impredecible”, dice Segovia ante la pregunta de esta revista. “Creo que lo que me queda en el tintero es volver más seguido a Argentina y bailar con la gente que quiero y con coreógrafos que me inspiren”.