Andanzas de una Bailaora

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Silvana Perdomo considera “que no hay que dejar el estudio, la dedicación y la difusión” para conservar el buen nivel general que el flamenco ha alcanzado en Latinoamérica- Foto: Lucia Luna

Nacida en Uruguay, la bailaora Silvana Perdomo ha desarrollado su carrera en Buenos Aires. Trabajó con casi todos los artistas locales, convocada por sus propios colegas para compartir escenario, convirtiéndose en una de las artistas que más notablemente creció en los últimos años: su constante estudio, hace que no deje de buscar y aprender

 

Mientras presentaba Andanzas, su espectáculo en solitario dentro del Festival Flamenco de Montevideo, ajustaba el estreno de A Palo Seco en Buenos Aires, una producción cooperativa con cuatro bailaores más que se volverá a presentar el próximo año en la capital argentina. “Si no se tiene nada para decir, tener o no tener técnica no lo define a uno como artista”, comentaba Silvana Perdomo mientras asistíamos a ver espectáculos dentro del festival o compartíamos una Pilsen bien fría en el país oriental. A orillas del Río de la Plata, conversamos con ella para Balletin Dance.

 

¿Qué pasa en Buenos Aires con el flamenco que no sucede en Montevideo?

Las similitudes son muchas. La primera diferencia que podemos anotar es que en Montevideo hay menos cantaores que en Buenos Aires. Montevideo es una ciudad con mucha afición por el flamenco y con un nivel de baile y guitarra muy alto, sin embargo la dificultad que tienen los bailaores a la hora de montar un tablao o espectáculo es la falta de cante.

Otra diferencia es la cantidad de lugares disponibles para tablaos. En Montevideo casi no existen, y eso hace que el público sea también reducido, porque menos lugares se traducen en menos difusión. Además, llegan muchos artistas a dictar cursos o a presentar espectáculos a Buenos Aires lo que genera un movimiento continuo de flamenco internacional, que no hacen escala en Montevideo.

 

Participó del 1° Festival Flamenco de Montevideo con su propio espectáculo. ¿Qué saldo le dejó?

Fue muy emocionante a nivel personal haber presentado mi primer espectáculo solista en la ciudad en la que me formé y ante la mirada de mi familia, amigos, colegas y maestros, tanto de Buenos Aires como de Montevideo. Andanza tiene un poco de todo eso: es mi recorrido por el flamenco, mi manera de sentir, mi búsqueda personal.

El festival se llevó a cabo con mucho esfuerzo, con aciertos y con errores en los que habrá que trabajar para las próximas ediciones.

 

En los últimos años ha viajado a España a estudiar, luego a Japón a dictar clases. ¿Cómo se abre al mercado global un flamenco de origen latinoamericano?

A mi entender, Latinoamérica cuenta con una gran cantidad de artistas de mucho nivel. Ese mismo nivel hace que exista un mercado que tiene cada vez más proyección y salida. Hay mucha gente latina que tuvo la posibilidad de trabajar en otros continentes. El mercado, para el flamenco, está teniendo mucho desarrollo a nivel mundial.

 

¿Existe una identidad identitaria en la forma de bailar de un latino en relación a un español?

Si hay diferencias, son muy sutiles. Según mi opinión, en base a mi experiencia y a la gente que he conocido, considero que a nivel técnico todos pueden bailar si se pone esfuerzo y dedicación. La técnica se incorpora como un lenguaje. Ahora, si no se tiene nada para decir, tener o no tener técnica no lo define a uno como artista. Un gran artista trasciende la nacionalidad y habla un lenguaje universal. Sin embargo, es cierto que quien ha nacido en Triana, por ejemplo, tiene acceso a más información y más contacto con la cultura flamenca. Ese aire puede marcar una impronta en el baile, desde luego, pero también es cierto que he visto a grandes bailadoras en Triana que resultaron ser extranjeras.

 

Su último trabajo presentado en Buenos Aires fue A Palo Seco, con la participación de varios artistas locales. ¿Cómo fueron las presentaciones y cuál es la proyección para continuar el próximo año?

A Palo Seco es un proyecto compartido con otros cuatro bailadores amigos (Mónica Romero, Gastón Stazzone, Iván Carrillo y Rocío Aristimuño). El espectáculo tuvo mucho éxito y fue muy bien recibido por el público. Propone una puesta en escena poco habitual para lo que es el flamenco más tradicional. Si bien somos cinco bailaroes, cada uno con su estilo particular, es interesante el trabajo grupal que venimos haciendo; creo que eso se ve reflejado en el escenario. Para 2018 la idea es profundizar en este proyecto y ofrecerlo en Buenos Aires, en las provincias y en otros países.

 

¿Qué le falta al flamenco aquí? ¿Qué le gustaría que suceda con el flamenco en nuestra región?

No creo que le falte algo. Tenemos la suerte de recibir cada año a grandes maestros y artistas, lo que determina un buen nivel general. Sí considero que no hay que dejar el estudio, la dedicación y la difusión para que todo eso no se pierda.

 

¿Cuál es su referente en la danza?

Me gustan muchos artistas, y no podría elegir solo a uno. De todos los maestros que tuve a lo largo de los años tomé diferentes cosas, y todo fue valioso para el aprendizaje. Pero si tuviera que elegir a alguien como referente por su carrera artística sería a Manuel Liñán, porque admiro su capacidad de autosuperación constante. Esto no quiere decir que mi baile tenga que ver con sus formas: lo considero referente en tanto artista creativo, sensible, que no deja de buscarse a sí mismo a través del baile; en definitiva, cosas a las que todo artista aspira.