En Argentina, el acercamiento cultural al continente asiático no contemplaba -hasta hace relativamente poco- a Corea. Es con la tecnología que este distante país entra en nuestro radar.
El público femenino cultiva un cierto fanatismo por las series coreanas y las jóvenes seguro se nutren de los tutoriales de skin care y make up coreanos en las redes sociales. Pero son los sub 30 quienes se saben las coreografías de K-Pop que inundan las pequeñas pantallas. Se podría decir que esos son los pasaportes de la milenaria cultura coreana por estas tierras. Lógicamente el público quiere más de esa nación y su estética elegante y pulcra, de su respeto a los mayores y ostentosa tecnología.
Desde su apertura en 2006, el Centro Cultural Coreano en Argentina con sede en el Palacio Bencich promueve y difunde la cultura coreana en el país. Este Centro presenta exposiciones permanentes de Hansik (gastronomía), Hanbok (indumentaria), Hanok (arquitectura), Hangul (alfabeto) y Hallyu (ola coreana), así como ciclos vinculados al Hanji (papel), Manwha (cómics), la literatura y el patrimonio cultural material e inmaterial. Las actividades programadas hacen especial foco en K-Pop, K-Culture y K-Arts. Con este objetivo de difundir las expresiones culturales modernas y tradicionales coreanas, y en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) que organiza el Ministerio de Cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, dos compañías de danza coreanas compartieron programa, el último fin de semana de octubre en el Anfiteatro del Parque Centenario.
La primera de la noche fue “Once Upon a Time” de la compañía Goblin Party (la fiesta del duende coreano). El nombre de la agrupación. compuesta enteramente por creadores, sin un líder único, hace referencia a un personaje muy travieso de la mitología coreana, que disfruta hechizando a las personas con trucos extraordinarios. La obra se propone oficiar como una ceremonia de danza contemporánea para los ancestros. Fiel al espíritu del nombre de la agrupación, el espectáculo reinterpreta tradiciones desde una mirada joven y un humor fresco que remite a la técnica del clown. Las vestimentas típicas mezcladas con zapatillas y ropas deportivas muy actuales, fortalecen la idea de la generación actual jugando con la tradición desde un respeto jocoso.
En la obra está siempre presente la re-significación de las vestimentas de los bailarines co-creadores que se transforman en esos duendes a través de movimientos de K-Pop, acrobacia, break dance y ballet clásico. Con su técnica limpísima, crean personajes, dialogando con las canciones tradicionales –Pansori– mixturadas con bases electrónicas y discursos debidamente traducidos para la ocasión. En una suerte de teatro de objetos, transforman elementos significativos de la cultura coreana como los abanicos e instrumentos musicales, dándole otros usos integrados a la coreografía y creando un ambiente lúdico entre los intérpretes de danza y la cantante/contadora/instrumentista.
“Once Upon a Time”, con coreografía de Ji Kyungmin y música de Kim Minjeong, logra provocar risas y ternura. Contando historias de épocas antiguas, los artistas/duendes, desde sus movimientos y expresividad tienden un puente con el público para que este descubra la tradición coreana de manera revitalizada en un mensaje de humor sano y juvenil. Los bailarines que la interpretan en FIBA 2024 son Lim Jinho, Ji Kyungmin y Lee Yeonju.
La segunda obra en presentarse fue; “Somoo” de la compañia Art Project BORA. Con coreografía de Kim Bora y música de Park Pilgu, es una obra contemporánea bailada magistralmente con movimientos tan fluidos y elásticos, como no convencionales.
Destacaron las intérpretes que al principio asemejaban aves, ejecutando con su vestuario cierta sonoridad de bosque o quizás de una casa donde no se puede hacer demasiado ruido pero hay que ser laboriosa. Liberadas de la primera pieza percusiva, del vestuario, el grupo femenino tiene que lidiar con otro elemento incorporado a los trajes que las condiciona pero no las limita -hasta que juntas, en red, logran deshacerse de sus ataduras compartidas.
Es en la tercera parte de la coreografía en la que se aprecian las vestimentas de cáñamo de inspiración tradicional monocromática, en una mixtura de ropa de entrecasa y ropa interior. Allí también se suma la música en vivo de instrumentos de cuerda tradicionales fusionados con sonidos electrónicos modernos y finalmente se dibuja un espacio de empatía compartida, se diría, de ansiada libertad.
La obra, que propone abordar el feminismo (tema muy vigente y sensible de la Corea actual), se construye con movimientos derivados del saludo coreano de reverencia (jeol) y se inspira en una máscara tradicional llamada Somoo. Desde la conocida elegancia y belleza coreana y su sutil sensualidad, hasta momentos de angustia y otros de resonancia grupal, las intérpretes deslumbraron con sus cuerpos perfectamente entrenados y sincronizados.
“Somoo” ha sido presentada en prestigiosos festivales internacionales, incluyendo el Festival de Saint-Denis (anteriormente Bagnolet) en Francia, el teatro The Place en Londres, el teatro Varia en Bélgica, la Bienal SESC en Brasil, el Festival de Danza Contemporánea de Buenos Aires en Argentina y el Teatro Nacional de Uruguay. En su presentación para FIBA 2024, el elenco estuvo integrado por los bailarines Baik Sori, Jang Solyn, Kim Helen Jihea, Kim Chaehee, Kim Yunji y Goh Youjean.
Los grupos realizaron un workshop para profesionales de la danza y un taller abierto al público en general, también en el marco del FIBA.