
Los sábados 22 y 29 de marzo, el Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034) abre sus puertas a las 21 hs para recibir a la destacada bailarina Liliana Toccaceli en la obra “La” (Quien quiere entrar). Un trabajo de danza contemporánea que invita a sumergirse en un viaje introspectivo, donde el cuerpo se convierte en un lienzo de emociones y memorias.
El título “La” no es casual: hace referencia a la nota musical que sirve como punto de referencia para afinar las demás. Así, la obra se erige como un punto de partida para explorar los ritmos internos, las huellas del pasado y la creación de nuevas formas en el presente.
La coreógrafa Roxana Grinstein describe la pieza como un ejercicio donde “cada gesto es un archivo vivo, una marca en la piel del aire”. A través de la memoria emocional y kinética, el cuerpo se transforma en un canal de comunicación que dialoga con el pasado y el presente, creando una corporalidad única y llena de significado.

Liliana Toccaceli, con su vasta experiencia en danza contemporánea y tango, encarna esta propuesta con una interpretación profunda y conmovedora. Su presencia en escena trasciende la técnica para sumergirnos en un clima de interioridad, donde las vivencias personales se entrelazan con el aquí y ahora.
La obra no busca impresionar con grandes destrezas físicas, sino con la honestidad de un movimiento cargado de historia y emociones. Cada pequeño gesto adquiere una dimensión poética, conectando al espectador con sus propias experiencias y resonando en lo más íntimo de su ser.
El ambiente sonoro, creado por Gluk y compaginado por Federico Marrale, acompaña con precisión los matices de la obra, aportando una capa adicional de profundidad. La iluminación, diseñada por la propia Roxana Grinstein, juega un papel fundamental al resaltar los climas intimistas que requiere la pieza, guiando la mirada del público hacia los detalles más sutiles.
Con una coreografía y dirección impecable de Roxana Grinstein, “La” se consolida como una experiencia artística que trasciende lo visual para convertirse en un viaje emocional. Una obra que nos recuerda que, en la danza, como en la vida, los gestos más pequeños pueden contener las historias más grandes.