En el hall del Teatro General San Martín, los días 13, 14, 15, 21 y 22 de junio a las 18 horas, se desplegó un espectáculo que confirmó una vez más la excelencia pedagógica del Taller de Danza Contemporánea. Bajo la dirección impecable de Norma Binaghi y Damián Malvacio, los estudiantes de segundo y tercer año ofrecieron una muestra que trasciende lo meramente académico para convertirse en un verdadero acontecimiento artístico.
“UNÍSONO”: La Gramática del Movimiento Compartido
Con música de Jiva Velázquez y bajo la batuta de Federico Fontán, “UNÍSONO” se reveló como un ejercicio de improvisación de notable sofisticación conceptual. La propuesta —donde cada intérprete presenta un movimiento que luego se transmite al colectivo— funcionó como una metáfora viva del proceso creativo en danza contemporánea.
Los estudiantes de segundo año —Morena Arce, José Ignacio Bárcena, Eugenia Brizzi, Zoe Martina Centeno, Agustín Crincoli, Constanza De Angeli Bordin, Gerónimo Delocca, Fiamma Ferrari, Bernarda Feuillade, Victoria Belén González, Ignacio David Herrera Chaves, Valentín Leuze, Facundo Valentino Lucero Vera, Pahola Rivas, Ulises Ismael Romano, Lucía Rolón Anselmo y Pablo Sandoval— demostraron una madurez escénica que habla de la solidez del trabajo pedagógico. Su técnica, energía y expresividad se fusionaron en un discurso coreográfico coherente y vibrante.
“PULSO”: El Virtuosismo de la Madurez Artística
“PULSO”, dirigida por Federico Fontán con música de Jiva Velázquez y la colaboración de la adscripta Agustina Norese, representó el momento culminante de la velada. Los estudiantes de tercer año —Tomás Isaías Aimaretti, Alejo Burgos Palacios, Mailén Covelo Durán, Victoria Manuela De La Barra, Gonzalo Galarza, Luciano Valentín Garro Leyes, Victoria Gavilán, Camila Rosario Hernández, Abril Istilart, Juan Manuel Jáuregui, Luciano Leiter Marangoni, Franco Daniel María, Valeria Mindiola Pedraza, Lucas Olmedo Sanabria, María de los Ángeles Padilla Pasieczny, Sol Magalí Paulli, Luciana Camila Pérez, Isaías Ezequiel Sajama, Miel Solá e Isabella Stagnani— exhibieron un dominio técnico que roza lo profesional.
La obra, nacida también de la improvisación, se estructuró como un torrente de energía contenida y liberada con precisión milimétrica. La dinámica grupal alcanzó momentos de verdadera comunión artística, donde la técnica individual se sublimó en una expresión colectiva de notable potencia.
“TRAVESÍAS”: El Desafío del Repertorio Consagrado
La reposición de un fragmento de “TRAVESÍAS” de Mauricio Wainrot, bajo la dirección de Sol Rourich y la asistencia de Lucía Giupponi, con vestuario de Carlos Gallardo, representó una iniciativa pedagógica de gran valor. Enfrentar el repertorio wainrotiano —con su exigencia técnica y profundidad expresiva— constituye una prueba de fuego para cualquier intérprete en formación.
Los estudiantes de segundo año sorprendieron por su capacidad de adaptación a un lenguaje coreográfico de alta complejidad. La música de autores anónimos sirvió de marco sonoro para una experiencia que conectó a estos jóvenes bailarines con la tradición más noble de nuestra danza contemporánea.
“MIRARSE”: El Diálogo entre Tradición y Contemporaneidad
Cerrando el programa, “MIRARSE” —bajo la dirección de Jimena Visetti y Rodrigo Colomba— propuso una síntesis audaz entre danza contemporánea y folklore argentino. Con música del Chango Spasiuk, Dúo Heredero, Carlos Lallana y su grupo Soberanía, la obra logró una fusión que evitó tanto el folklorismo superficial como la apropiación cultural inconsciente.
Los estudiantes de tercer año demostraron una versatilidad notable, adaptando su técnica contemporánea a los códigos rítmicos y expresivos de nuestra música popular. El resultado fue un espectáculo de alegría desbordante que conectó visceralmente con el público.
Una Reflexión Necesaria
Este despliegue de talento juvenil plantea interrogantes que trascienden lo artístico para adentrarse en el terreno de las políticas culturales. La calidad técnica y expresiva demostrada por estos estudiantes los posiciona en condiciones de integrar compañías profesionales. Sin embargo, la realidad del medio plantea un panorama complejo.
¿Continuaremos siendo exportadores involuntarios de talento artístico, o las autoridades comprenderán que la inversión en cultura genera no solo beneficios intangibles sino también desarrollo económico y social? La creación de un ballet juvenil dentro de la estructura del Teatro San Martín no es solo una necesidad artística, sino una oportunidad histórica de construir futuro.
El Taller de Danza Contemporánea ha demostrado, una vez más, que la excelencia pedagógica puede coexistir con la expresión artística de alto nivel. Ahora corresponde a las instancias decisorias estar a la altura de este talento que, literalmente, danza esperando una oportunidad.
