
“En su segunda edición, la iniciativa de Patricio Di Stábile y Lucas Erni, con la valiosa colaboración de Luciana Barrirero, colmó el Palacio Libertad de aplausos y emociones, recordando que la danza no conoce fronteras, pero siempre halla el camino de regreso.”
El domingo 3 de agosto, el Palacio Libertad fue testigo de uno de los encuentros más emotivos del calendario dancístico nacional. “Repatriados”, celebró su segunda edición con una sala colmada de público que aplaudió efusivamente cada presentación, confirmando que existe un hambre genuina por espacios que conecten el talento local con las experiencias internacionales.

Esta propuesta, que nació del corazón y la necesidad, ofrece a bailarines que desarrollan sus carreras en compañías extranjeras y a estudiantes becados en escuelas de danza del exterior la posibilidad de mostrar sus trabajos en su propio país. Es más que un espectáculo: es un abrazo colectivo, un reconocimiento a quienes tuvieron que partir para crecer y un recordatorio de que el hogar siempre los espera.
La velada se abrió con la emotividad de “Aguas Primaverales”, donde Lucas Erni del Ballet am Rhein y Lucía Giménez del Sodre desplegaron con música de Rachmaninoff y coreografía de Assaf Messerer un nivel técnico que habló de años de formación y disciplina lejos de casa. Cada movimiento parecía cargar la nostalgia y el orgullo de representar la escuela argentina en escenarios internacionales.

Luana Brunetti Mattion, desde el Ballet Nacional de Slovakia, junto a Matías Santos, bailarín del Teatro Colón, transformaron el escenario con “Espartaco” de Yuri Grigoróvich, mientras Emilia Peredo Aguirre del Ballet am Rhein conmovió con “Eko”, una pieza contemporánea que mostró cómo el talento argentino se adapta y florece en nuevos lenguajes coreográficos.

El momento más colectivo llegó con “Partir-se”, coreografía de Joaquín Crespo López donde el propio coreógrafo junto a Patricio Di Stábile y bailarines invitados de la Compañía de Danza Contemporánea del Teatro San Martín: Alejo Isaac Herrera, Francisco de Assis Barbosa Neto, Juan David Camargo crearon una metáfora visual sobre la partida y el reencuentro, trabajando con una gran tela que simbolizaba las conexiones que permanecen más allá de las distancias.

La diversidad generacional se hizo presente en “Coreometrajes”, donde Francisco Schilereff del Miami City Ballet, Felipe Zapiola del Sarasota Ballet y futuros becarios como Leonel Galeppi López, Abril Marcucci, Elena Barbieri, Guillermo Rolutti y Mía Parmigiano demostraron que el futuro de la danza argentina está asegurado, sin importar en qué continente se desarrolle.

Bárbara Brigatti, desde la Compañía Nacional de Bailado de Portugal, encarnó la pasión de “Carmen” con la preparación de Maricel De Mitri, mientras Luciana Croatto, ex bailarina del ballet de Lausanne de Maurice Béjart, ofreció una interpretación visceral de “Corazón delator” que dejó al público en silencio absoluto.

La sensibilidad clásica regresó con Francisco Schilereff y Romina Panelo del Teatro Argentino de La Plata en “Pas d’Esclave”, seguida por la creación más personal de Di Stábile: “A tu lado”, sobre la historia de Camila O’Gorman y Ladislao Gutiérrez, con música del Chango Spasiuk ejecutada en vivo por Santiago Torres. Esta pieza, interpretada por Bárbara Brigatti, Lucas Erni y el propio Di Stábile, conectó la historia argentina con la experiencia contemporánea de la diáspora artística.

Lucio Vidal sorprendió con “Techno Ballet Odyssey”, una obra sobre la identidad que desafió convenciones técnicas y conceptuales, demostrando que la innovación también forma parte del ADN dancístico nacional. La función cerró con el difícil pas de deux “Diana y Acteón” de Agrippina Vaganova, interpretada por Lucas Erni y Emilia Peredo Aguirre, ambos del Ballet am Rhein.


El momento más emotivo llegó con los saludos finales, cuando todos los artistas salieron a escena con movimientos danzados espontáneos, creando una comunión única entre intérpretes y público que celebraba no solo la técnica, sino el retorno simbólico a casa.

“Repatriados” trasciende lo artístico para convertirse en un acto de resistencia cultural y afectiva. Di Stábile ha creado algo más que un espectáculo: ha generado un espacio vital donde el talento argentino puede dialogar con su origen sin renunciar a su crecimiento internacional. Es una respuesta creativa a una realidad compleja: Argentina forma artistas excepcionales que luego deben buscar oportunidades en el exterior, pero gracias a iniciativas como esta, el vínculo nunca se rompe.


Esta segunda edición confirmó que existe una sed genuina por propuestas que amplíen el panorama dancístico nacional, creando puentes entre lo local y lo internacional, entre la formación y la proyección, entre la partida y el eterno retorno al hogar que siempre reconoce y celebra a sus hijos.