Lucía Ferré: sueños en movimiento

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Lucía Ferré rumbo a La Scala de Milán. Ph: Juanjo Bruzza.

Desde sus primeros pasos como bailarina hasta su presente como productora escénica, Lucía Ferré ha transitado un camino guiado por la búsqueda de nuevos lenguajes y formas de habitar la danza. Hoy, una beca en La Scala de Milán le abre las puertas a una experiencia que promete marcar un antes y un después en su carrera. Con ilusión y compromiso, se prepara para ampliar su horizonte creativo y traer de vuelta aprendizajes que nutran la escena local.

Con apenas 26 años, la argentina Lucía Mercedes Ferré ha sido seleccionada para integrar la edición 2025–2027 del Master in Performing Arts Management de la Accademia Teatro alla Scala, en Milán, uno de los programas más prestigiosos del mundo en producción y gestión escénica. La joven, egresada del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y de la Universidad de Buenos Aires, fue además la única candidata extranjera en recibir la beca otorgada por la Gian Luca Spina Association, distinción que reconoce su compromiso con la excelencia artística y la cultura pública.

Lucía Ferré: de la danza a la producción escénica. Ph: gentileza prensa.

Formada en instituciones estatales desde sus inicios, Lucía inició su camino en la Escuela Superior Carlos Pellegrini, continuó con una beca en la Joffrey Ballet School, y consolidó su formación entre la investigación teatral junto a Jorge Dubatti y la práctica en escenarios independientes, como la Compañía David Señoran. Su experiencia profesional reciente la llevó al Teatro Gran Rex, donde trabajó en La Sirenita, y a desempeñarse como asistente de producción del Teatro Colón, lugar que considera su hogar formativo.

“Esta oportunidad es el resultado de años de esfuerzo y compromiso con la cultura pública. Poder representar a la Argentina en La Scala es un honor inmenso”, expresó Ferré, quien se prepara para trasladarse a Milán, cuna de la ópera y la danza mundial.

El máster combina formación teórica y práctica en instituciones de renombre como la Accademia Teatro alla Scala, el Politécnico de Milán y el Piccolo Teatro di Milano, y está orientado a la preparación de líderes en la gestión de ópera, ballet y conciertos en el ámbito internacional.

Más allá de su logro personal, el caso de Lucía representa un ejemplo del alcance de la educación pública argentina —académica y artística—, capaz de formar profesionales que compiten al más alto nivel global sin perder la conexión con sus raíces. Con la mirada puesta en su especialización, Ferré anticipa un futuro donde la producción escénica se convierta en un puente entre su formación, la creación interdisciplinaria y la proyección cultural del país.

Lucía representa un ejemplo del alcance de la educación pública argentina. Ph: Juanjo Bruzza.

En primera persona

¿Qué representa para vos la beca que realizarás en Italia, específicamente en La Scala de Milán?

Más que un honor, es una responsabilidad enorme. Esta beca es la oportunidad concreta para avanzar en mi formación y hacerlo, incluso, de la manera más específica y alineada con mis inclinaciones profesionales. Teatro alla Scala es una institución que definió la historia del repertorio y que continúa marcando el ritmo entre tradición y renovación. Formarme allí es una oportunidad que hasta hace poco creía fuera de mi alcance. Al mismo tiempo, implica un reconocimiento a la formación pública que recibí en el Teatro Colón y la UBA, y el compromiso de desarrollar un proyecto aplicado junto a la Associazione Gianluca. Es una apuesta y un incentivo para continuar con dedicación absoluta.

¿Cuándo dará inicio esta especialización y cuál será su duración?

La maestría comienza el 3 de noviembre del 2025 y termina en julio del 2027. Durante el primer año cursaré en la Accademia Teatro alla Scala y el Politécnico de Milán, con la posibilidad de asistir a ensayos tanto en Scala como en el Teatro Piccolo.

Luego, debo realizar una pasantía de 3 a 6 meses en un teatro seleccionado por la institución. Por ejemplo, el American Ballet Theatre es una de las opciones posibles. Finalmente, regresaría a Milán para defender mi proyecto final de tesis y asistir a la ceremonia de graduación en el salón de Teatro alla Scala.

¿Qué expectativas tenés sobre tu experiencia formativa en el exterior y qué aprendizajes te gustaría traer de regreso a la escena local?

Es complejo el tema de las expectativas, intento no anticiparme para poder estar plenamente presente. Sin embargo, sí me interesa comprender las decisiones que hay detrás del diseño de la programación anual, por ejemplo, y de qué manera esas decisiones dialogan con su proyección y política internacional, así como con su sustentabilidad. Confío en que el impacto será significativo, aunque todavía no puedo prever con exactitud cómo se manifestará al regresar. Es un proyecto que aún estoy asimilando.

Egresaste del ISA, ¿lograste desarrollarte como bailarina profesional durante tu carrera?

No exactamente. Pisé el escenario en su mayoría gracias a instituciones educativas como el Teatro Colón, la beca en Joffrey Ballet School en Nueva York o el conservatorio de Sergio Neglia en Buffalo. Ya a los dieciocho años comencé a transitar un cambio y, en lo laboral, me desarrollé principalmente detrás de

escena. La pandemia coincidió con los años en que quizás podría haber proyectado un camino más sostenido en el escenario.

¿Qué te motivó a dejar la interpretación para dedicarte a la producción escénica?

Fue una decisión lenta, pero honesta. Simplemente me llevo mejor conmigo misma, me gusto más así. Tuve la fortuna de encontrar en la producción escénica una tarea concreta, exigente y vinculada con mi doble formación. También, pude realizar trabajos de stage, quizás son formas más espectrales de estar en escena. En ese gesto, la danza cambió de lugar, pero no de sentido.

El Teatro Colón siempre será un referente para mí. Ph: Juanjo Bruzza.

Desde tu perspectiva, ¿cuál es el rol de la producción escénica en la danza y en la gestión cultural actual?

Mi recorrido en la producción escénica es acotado, participé en distintos roles dentro de tres circuitos teatrales muy diferentes de CABA: el teatro lírico, el independiente y el musical, recientemente en La Sirenita. En algunos hay roles claros y definidos, en otros hay que cubrir salvedades.

A partir de esas experiencias parciales, comprendo que la producción escénica ocupa un lugar de articulación entre lo artístico y lo técnico. La relación entre arte y trabajo siempre fue particular en Argentina. Cada producción exige coordinar tiempos, recursos y necesidades, y a la vez, traducir entre los lenguajes de los artistas y las exigencias del contexto.

¿En qué disciplina artística te gustaría desarrollar tu trabajo profesional?

Principalmente el ballet, pero en su mayor amplitud y porosidad. No sin antes dejar que me sacudan otras disciplinas. Lo ajeno incomoda, agudiza. Me gustaría permitirme la mayor diversidad de lenguajes y ámbitos artísticos. Solo así siento que podré abarcar el ballet, que creo mi lugar, en toda su dimensión.

¿Hay algún teatro que te inspire especialmente en tu camino?

El Teatro Colón siempre será un referente para mí. Me formé desde pequeña y tuve mis primeras experiencias laborales allí. Rara vez sentí tanta inspiración como la primera vez que vi la sala llena de guardapolvos blancos.    

Al finalizar el máster, ¿qué proyectos te planteás a corto, mediano y largo plazo?

En este momento, más que armar proyectos me interesa asegurar las condiciones. Tengo una dirección clara y objetivos en curso, pero también la conciencia de que debo estar atenta a las oportunidades que puedan surgir.

¿Qué desafíos identificas hoy para quienes buscan desarrollarse profesionalmente en la producción artística, tanto en Argentina como en el ámbito internacional?

A nivel internacional admito que no puedo saber con certeza. Existe una larga distancia entre el conurbano, las condiciones de las provincias y lo que sucede en el centro porteño. En CABA hay una enorme diversidad en el escenario cultural, pero también un fuerte desfinanciamiento y cierta rigidez estructural.

¿Cuál es tu mayor sueño para el futuro?

Uno de mis grandes sueños sería contribuir en el desarrollo de programaciones artísticas para las nuevas generaciones. Sin duda. Formar parte de proyectos que promuevan una actualización en los modos de producción, sin por ello abandonar el repertorio. Estoy convencida de que las artes clásicas también pueden ejercer un impacto significativo en los jóvenes de la escena local, quizás el desafío consiste en afinar la escucha y pensar cuales son las nuevas inquietudes.