
Harán una última presentación en Buenos Aires el 13 de octubre, junto al Chaqueño Palavecino y celebrando los 55 años del Ballet Salta, su máxima creación artística.
A medida que el día se acerca, las emociones son cada vez más intensas. Por los preparativos propios de una gran función en Buenos Aires y porque será la última de Marina y Hugo Jiménez al frente del Ballet Salta, quienes después de haberlo hecho en julio último en su terruño, se despiden, ahora sí definitivamente, de los escenarios.

Son más de sesenta años de carrera de cada uno de ellos con la danza, y 55 de la compañía que tantas satisfacciones les ha dado y que sueñan con que pueda continuar su recorrido aun cuando ellos se enfoquen desde ahora en la docencia.
“El Ballet Salta no tiene que morir”, sentencia Marina. “Hay gente en la compañía que nos acompaña desde hace décadas y que posee el empuje y el talento para seguir adelante. Si bien nuestros hijos no tomaron la posta, hay personas que sí creen en nosotros y hay que darles el lugar y la importancia que merecen. Las generaciones que nos siguen también tienen ideas lindas e importantes, y hay que brindarles la oportunidad de hacer cosas nuevas”.
La pareja dará por terminada esta etapa fundamental de sus vidas el lunes 13 de octubre a las 21 en el teatro Metropolitan, en compañía de alumnos de tres de sus escuelas (Buenos Aires, Salta y Roque Sáenz Peña, Chaco) y acompañada por los bailarines de tango Nicole Nau y Luis Pereyra (exintegrante del Ballet). Junto a ellos actuará nada menos que el Chaqueño Palavecino. Emoción y algarabía, puede suponerse, no han de faltar en la velada.

La decisión del retiro, cuenta Marina, la apuró su estado de salud. “Hugo está íntegro pero yo no tanto. Son muchas las cicatrices que una ha ido acumulando en esta profesión. Entonces considero mejor dejar la danza antes que danza me deje a mí”. Los últimos meses, el asunto se convirtió en tema de conversación marital hasta llegar a esta decisión consensuada que la coreógrafa y bailarina confiesa que le resulta muy dolorosa. “El corazón dice que no pero el cuerpo me pide a gritos que ya deje. Le dije a Hugo que estaba en su derecho de seguir actuando, no me hubiese enojado. Pero finalmente decidió seguirme”.
A pocas semanas de cumplir los 85, Hugo Jiménez no se priva de calzarse el traje de gaucho que lo llevó a recorrer el mundo y sigue saliendo a escena con una vitalidad envidiable. También Marina, que acusa 73, hace gala de su encanto y su estilo único allí donde los convocan, aunque, claro, tienen bien merecido un sosiego que en el fondo no será tal.
“La docencia no la vamos a dejar porque para eso no hay límite de edad -avisa ella-. Vamos a seguir enseñando y yo voy a seguir viajando a tomar exámenes a Córdoba, a Misiones, a Comodoro Rivadavia. La enseñanza nos da vida, nos prolonga. Uno se mantiene vigente y en contacto con gente de todo el país”.

-Viéndolo en perspectiva, ¿cuál considera que fue el pico más alto en su carrera?
-Seguramente, la gran cantidad de viajes que hemos hecho a España, o la visita a Japón. Aunque los teatros más inolvidables los conocimos en la Unión Soviética. Veo ahora que Ucrania está en ruinas y no puedo evitar recordar las presentaciones que hicimos allá a fines de los años ’70. Era muy emocionante el afecto de la gente porque, al no poder salir del país, agradecían enormemente lo que uno les llevaba.
De nuestro país destaca particularmente las actuaciones en el Teatro Colón: “Dos veces estuvimos, muy conmovedoras. La primera vez con nuestro Ballet Salta, y nos otorgaron un reconocimiento junto a Vitillo Abalos, Ramona Galarza, Jaime Torres, Landriscina, Antonio Tarragó Ros. Y después, con Hugo, en la cumbre del G20, para presidentes de todo el mundo. En esa oportunidad estuvimos rodeados de gente muy joven, de otros estilos de la danza, y nos sentimos muy valorados y contenidos”.

Bailarines, coreógrafos, diseñadores de vestuario, musicalizadores, directores de escena; hasta choferes y mecánicos han sido en más de medio siglo de giras con el Ballet Salta. “Y siempre con el riesgo de perder o ganar, porque nos convertimos en nuestros propios empresarios. En ese sentido, Hugo ha sido muy inquieto y constantemente armaba ciclos para poder estar en movimiento. La danza folklórica es, a menudo, la menos apreciada, entonces uno tiene que moverse el doble para poder trabajar”.
En esa línea de visibilización del trabajo realizado se inscriben el programa televisivo ‘Vivencia de los caminos’, que hace casi dos décadas años Marina y Hugo llevan adelante por el canal Argentinísima, y sus videos de enseñanza de danzas folklóricas, que fueron de los primeros que se conocieron de ese estilo.
Parte de las anécdotas acumuladas en tantos años de camino transitado las compendió Hugo hace un tiempo en el libro ‘El changuito de la esquina (que quería conocer el mundo)’. Marina escribe ahora mismo sus memorias, que van a llevar un título elocuente: ‘No todo es color de rosa’. “La gente a veces nos dice ‘qué suerte que tienen’, pero yo pienso que a la suerte hay que alimentarla con disciplina, dedicación y constancia. Por eso creo que, de los ballets folklóricos de antes, contando al Ballet Brandsen y al del ‘Chúcaro’ y Norma Viola, somos los que más hemos viajado por el mundo. Ese es nuestro orgullo para el día después de esta despedida, sentir que hemos dejado una huella”.
Si el Ballet Salta llega pujante y activo a esta celebración es también por el aporte de una enorme cantidad de bailarines que ayudaron a engrandecer su nombre a lo largo de 55 años de historia. Alejandra Ledesma tiene el récord: lleva 35 trabajando en la compañía habiendo cubierto roles de bailarina de fila, solista y primera bailarina. Es además, junto con Adriana Apaza y el maestro Jiménez, docente responsable de la filial porteña de la Escuela del Ballet Salta.

Alejandra llegó al Ballet siendo adolescente y en tantos años de entrega conoció varios países y los más grandes escenarios de la Argentina. En la temporada teatral de verano de 1991, en Mar del Plata, formó pareja con otro bailarín del elenco. Se casó y fue mamá de Nicolás habiendo bailado hasta el quinto mes de embarazo (viajes a Miami y Ecuador incluidos). Regresó al trabajo intenso de la danza apenas cuatro meses después de haber dado a luz. Disfrutó los buenos y acompañó los malos momentos del Ballet Salta con una fidelidad de hierro. Bien vale para ella, en este aniversario, el reconocimiento.
En la actualidad, Alejandra Ledesma integra el Ballet Salta junto con Ramiro Espinoza, Adriana Apaza, Carlos Morales, Regina Bovari, Lucas Rodríguez, Marcela Giménez, Cristian Zalazar, Bianca Escobar y Nehuel Canelo. Todos ellos saldrán a escena en el Metropolitan, en representación también de los exintegrantes que estarán sentados en la platea o que siguen llevando el estilo inconfundible de la compañía a través del mundo.
La función despedida de Marina y Hugo Jiménez será el próximo lunes 13 a las 21 hs en el sala ubicada en Av. Corrientes 1343, CABA. Las localidades se consiguen a través del teléfono (11) 4060-4714 o bien por la página web www.balletsalta.com.ar