
El Consejo Argentino de la Danza reunió a bailarines, estudiantes y personalidades en la Plaza Lavalle para honrar a los nueve artistas del Teatro Colón que perdieron la vida difundiendo su arte en 1971
La fuente de Plaza Lavalle donde se alza la escultura de Norma Fontela y José Neglia se convirtió una vez más en territorio de memoria colectiva. El 10 de octubre, como cada año desde aquella tragedia de 1971, el Consejo Argentino de la Danza congregó a la comunidad dancística para honrar a los nueve bailarines del Teatro Colón cuyas vidas se apagaron cuando el avión que los llevaba a Trelew se estrelló en el Río de la Plata.
Norma Fontela y José Neglia, primeros bailarines, junto a Sara Bochovsky, Margarita Fernández, Marta Raspanti, Carlos Schiafino, Carlos Santamaría, Rubén Stanga y Antonio Zambrano, viajaban ese día con un propósito que hoy suena simple pero entonces era revolucionario: llevar la danza a los lugares más alejados del país. Con el auspicio de Pepsi Cola, este grupo de artistas había asumido la misión de democratizar un arte que muchos consideraban patrimonio exclusivo de las grandes ciudades.

La tarde del homenaje reunió generaciones enteras de la danza argentina. Estuvieron presentes el Profesorado de Danzas Aida Mastrazzi con su abanderada Jhoana Krüger y sus escoltas Kaila Luque y Estefanía Jakovcevic, acompañadas por la directora Cecilia Pagano; la ESEA en Danzas Aida Mastrazzi con su abanderada Clara Urbaneja y Sofía Álvarez Guzzo portando la bandera institucional, junto a la directora Roxana Borras; la Escuela Municipal de Danzas José Neglia con su abanderada Micaela de la Fuente, la directora Mónica Barrica, el vicedirector Marcelo Carte y la representante legal Lucía Romero; y desde Mar del Plata, la vicedirectora de la ESEA N°1, Belinda Ríos. La Comuna 1 estuvo representada por su presidente Lucas Portela y Amalia Larregle Brown.
Natalia Álvarez, presidenta del CAD, abrió el acto subrayando la importancia de “mantener viva la memoria de estos bailarines y su legado”, en un discurso que agradeció la presencia de autoridades y personalidades que año tras año sostienen este ritual de encuentro.

Marcelo Birman, director del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, habló sobre “la importancia de la memoria y del mantenimiento del lugar”, concurrido por los alumnos del ISA. Su intervención incluyó un pedido concreto a las autoridades del Gobierno de la Ciudad: que la fuente con la escultura creada por Carlos de la Cárcova “se mantenga siempre activa” y que se reemplace una de las placas colocadas por el CAD, deteriorada por el paso del tiempo. Birman cerró su discurso leyendo la frase que faltaba en esa placa, restituyendo simbólicamente las palabras que el desgaste había borrado.
Maricel De Mitri, bailarina del Teatro Colón, agradeció al CAD “por este homenaje, ya que los bailarines presentes como así también los futuros se nutren y se nutrirán del legado que dejaron estos nueve artistas”. Sus palabras, pronunciadas con la sensibilidad que la caracteriza, conectaron pasado y futuro en el presente del acto.

Un testimonio particularmente emotivo llegó de Noma Nogales, hija de un bailarín que por motivos técnicos no pudo viajar con el grupo aquel día fatídico. Nogales relató su relación con los bailarines a quienes llamaba tíos, convirtiendo la historia oficial en memoria afectiva, en vínculos personales que trascienden las placas conmemorativas.
La periodista Patricia Casañas planteó una reflexión que transformó el tono del encuentro: ¿debía ser un homenaje por recordar una tragedia o una fiesta por todo lo que estos artistas dejaron no solo como bailarines sino como personas? Su pregunta reorientó la mirada desde el accidente hacia la entrega, el trabajo y “el enorme deseo de difundir la danza para que pueda llegar a todos los espectadores que por distancia no podían acercarse al Teatro Colón”.

Una foto grupal cerró el homenaje, capturando rostros de distintas generaciones unidos por el mismo amor a la danza que motivó a aquellos nueve artistas a subirse a un avión hace más de cincuenta años. En la imagen quedó registrado lo que el Consejo Argentino de la Danza sostiene cada 10 de octubre: la memoria no es solo duelo, es también celebración de una entrega que sigue inspirando a quienes hoy eligen la danza como forma de vida