El Martín Fierro de la Danza: un nuevo escenario para un arte que pide reconocimiento

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El jurado aporta una pluralidad estética que atraviesa lenguajes, generaciones y metodologías. Ph: gentileza prensa.

La danza argentina incorpora un gesto inédito a su mapa institucional: la creación del “Martín Fierro de la Danza“, una distinción que no solo busca premiar trayectorias sino también reponer un debate largamente postergado: ¿cómo legitima el país a sus intérpretes, maestros y creadores?

El proyecto comenzó a delinearse a fines de 2024, cuando la Dra. Mahyra Saad y la coreógrafa Karina Armendáriz presentaron a APTRA una propuesta destinada a ampliar el horizonte de los tradicionales galardones, integrando a quienes sostienen —muchas veces sin apoyo ni visibilidad— la escena nacional.

El 2025 se convirtió así en un verdadero recorrido coreográfico: certámenes provinciales que permitieron mirar la danza desde una perspectiva federal, detectar nuevas voces, reafirmar identidades locales y recuperar trayectorias que, lejos del eje porteño, construyen técnica, pertenencia y comunidad. Un país entero observado desde sus cuerpos en movimiento.

Mahyra Saad, Carlos Sciagaluga (APTRA) y Karina Armendariz. Ph: gentileza prensa.

La primera gala del premio se celebrará el 7 de diciembre en el Golden Center de Parque Norte y será transmitida por Canal (a) y multiplataformas, abriendo al público un espacio de visibilidad que el sector venía reclamando.

  • Alfombra roja: 19.30 hs
  • Transmisión de la gala: 22.00 hs
  • Fiesta post-ceremonia: 01.30 hs

El jurado —Laura Roatta, Javier Sánchez, Silvana Cascardo, Amir Thaleb, Soledad Bayona y Mario Juangorena— aporta una pluralidad estética que atraviesa lenguajes, generaciones y metodologías. Esa diversidad parece ser la clave del premio naciente: contemplar no solo la excelencia técnica sino también el oficio cotidiano, la persistencia de quienes enseñan, crean y bailan incluso en contextos adversos.

Con esta nueva distinción, la danza argentina suma no solo un premio, sino un punto de inflexión: un reconocimiento que invita a pensar el futuro del sector, sus políticas culturales ausentes, sus esfuerzos invisibles y la necesidad urgente de que el país mire, finalmente, a sus bailarines con la seriedad que su profesión merece.