Proyectos, procesos escénicos, apertura de espacios, ensayos y clases, debieron ser pospuestas por el cierre temporal de las salas teatrales y estudios de danza. Como muchas actividades, la danza también ha sido afectada, a diferentes niveles, desde nuevas formas de conectarse con el movimiento hasta la fragilidad laboral y económica.
Debido al aislamiento social, preventivo y obligatorio, muchos espacios abocados a las artes del movimiento resolvieron compartir actividades y programaciones (con registro de obras de teatro, danza e incluso de ópera). Desde el inicio de la cuarentena Balletin Dance ha publicado algunas de ellas.
Pero también proyectos desarrollados en la ciudad de Buenos Aires, hace varios años de manera independiente, hoy buscan nuevas formas de seguir adelante, como son los casos de la variétés Le Ponemos Danza, el ciclo La Duncan o el Festival Internacional de Danza Emergente.
Le Ponemos Danza, a cargo de Analía Slonimsky, Natalia Serrán, Antonio Elmar, Dafne Rojas Mansilla, Daniela Morone, Federico Lucia y quien escribe, está compartiendo a través de su canal de Instagram https://www.instagram.com/leponemosdanza/, obras que participaron en ediciones anteriores.
Por su parte, los ciclos La Duncan a cargo de Emmanuel Palavecino y Mauro Podesta, lanzó una convocatoria para la creación de videos breves bajo tres consignas: la selección de un color, una oración y un tema musical. Con la finalidad de mantener vivas las redes esos videos son compartidos en Instagramtv: https://www.instagram.com/ciclos.laduncan/.
El Festival internacional de Danza Emergente, propone “otra forma de encontrarnos”. El FIDE contará con la presencia de artistas de Argentina, Brasil, Colombia y Uruguay, además de multitud de videos de la “Crónicas de Cuarentena”.
Más allá de la explosión de clases vía Zoom y de los miles de audiovisuales performáticos de danza dentro de habitaciones que se comparten en internet: ¿Cómo será el reencuentro con el otro? ¿Habrá que superar nuevas barreras?
La cercanía entre los cuerpos cambiará significativamente. Quizás algunos creadores pongan en escena el problema de la plaga y la distancia social. Otros tal vez investiguen las consecuencias de este acontecimiento, plasmándolo en calidades y seguramente en performances.
La fragilidad laboral en la danza
Desde Balletin Dance se ha informado continuamente sobre la situación que vive la danza a nivel mundial. Se han compartido links de convocatorias y espectáculos, además de mencionar las medidas tomadas por el gobierno argentino, tanto desde el Ministerio de Cultura de la Nación y de la ciudad de Buenos Aires, como por los artistas a nivel local.
Si bien se ofrecen algunas herramientas paliativas para seguir adelante, la situación de la danza se aleja bastante de otras artes, como el teatro. El Instituto Nacional del Teatro, para bien o para mal, sostiene, protege y fomenta la actividad teatral. La Asociación Argentina de Actores (como sindicato y mutual) contribuye también con la protección de los derechos de autor. Pero la danza no cuenta con un organismo propio. Existen programas, becas y subsidios que fomentan la creación y el desarrollo artístico, pero no asisten desde un punto de vista económico y laboral a los trabajadores de este conjunto.
Por otra parte, hoy por hoy la creación escénica se ve obstaculizada debido a la pandemia, que no sólo impide el acceso a las salas teatrales, sino que es imposible imaginar un ensayo donde prime el contacto físico.
Mediante un comunicado, emitido en vísperas al Día Internacional de la Danza, el Movimiento Federal de Danza (MFD), anunció la necesidad de dar a conocer la “fragilidad” del sector frente al contexto de confinamiento. El coreógrafo David Señoran, representante de la organización en el área de la ciudad de Buenos Aires, comentó: “Esta situación pone en evidencia la urgencia de una Ley Nacional, un instituto y/o un gremio. Seguimos trabajando para poder visibilizar esta urgencia”.
El trabajo de difusión del MFD está más activo que nunca y uno de los planes de acción es continuar con el registro de los trabajadores, para recolectar datos sobre la actividad, completando este formulario: https://movimientofederaldedanza.com.ar/registro-nacional/
Además, proponen a quienes se encuentran en el área metropolitana de la ciudad de Buenos Aires completar la encuesta sobre la situación en tiempos de cuarentena: https://forms.gle/Cn9Dw51xXagiuK6F7
Entre sus últimos logros se mencionan: que se haya reconocido a la danza como sector dentro de las industrias culturales por el Ministerio de Cultura de la Nación y que se haya incorporado en el Plan Desarrollar de subsidios (dentro del contexto de COVID19). En estos cuatro meses se han registrado unos 6000 trabajadores/as (entre academias, profesores independientes e investigadores) enmarcados en las categorías C y D del Monotributo, que hoy no perciben ganancias (y quedaron fuera de las diferentes ayudas del gobierno para las categorías más bajas de ese impuesto). Junto a diferentes municipios (Salta, Bahía Blanca, Partido de General Pueyrredón, Santa Fe Capital y Rosario) gestionaron la asistencia alimentaria para artistas en situación de vulnerabilidad, junto a la Asociación Argentina de Trabajadores de la Danza (AATD).
Para el porvenir de la danza, Señoran señaló que: “estamos aprendiendo y siendo acompañados por la virtualidad. No creo que haya un cambio de paradigma. Me parece que dentro de las artes escénicas del cuerpo hay algo del contacto, del uno a uno, que es irremplazable. Creo que hoy es un momento para la reflexión y para salir en un futuro con mayor fuerza”.
En esta pandemia la danza encontró respuestas en plataformas virtuales, aprovechó para repensarse como disciplina y en cómo organizarse frente a la fragilidad laboral. Viendo el lado optimista dentro de este caos, quizás la reflexión permita retomar la actividad con una visión más clara de su posición y de cómo actuar frente a otros problemas.