El jerarquizado coreógrafo y ex bailarín asumió en diciembre último la coordinación del “1º de Mayo”, el coliseo municipal más importante de la capital provincial santafesina. En este breve balance, el artista explicó hacia dónde apunta su gestión y el enorme trabajo que significa ordenar y planificar el funcionamiento de una sala que el año próximo celebrará sus 120 años.
De sus comienzos en la danza en su Uruguay natal, Ricardo Alfonso moldeó una carrera a puro vértigo. Montevideo y el cuerpo de baile del SODRE dieron inicio a sus primeras intervenciones que, posteriormente, conjugó con una serie prolífica de creaciones coreográficas destacadas, con Entre azul y Verdi como disparadora. Desempeños en Brasil, la formación del Ballet Contemporáneo en su propia compañía en Santa Fe, ciudad donde también junto a otros profesionales puso en marcha TAIARTE (Taller integral de arte). Varias presentaciones en destacados teatros, colaboraciones con distintos organismos oficiales y privados y la llegada, como maestro y coreógrafo para desempeñarse junto a la maestra Violeta Janeiro en el Ballet del Sur de Bahía Blanca. Allí, en 2010, asumió la dirección del cuerpo de baile estable, donde se estableció con un proyecto a largo plazo y logró algo poco común en gestión: llevar a cabo un trabajo durante once años ininterrumpidos. “Es difícil explicarlo, sin sala propia y menos aún sin un presupuesto acorde, logramos cristalizar una tarea mayúscula para lo que es un ballet estable en el límite del mapa de la provincia de Buenos Aires. Tuvimos giras con figuras internacionales como Marianela Núñez y Ludmila Pagliero y recibimos, en 2016, una mención al mérito de los premios Konex como una de las cinco mejores compañías de la década. Ha sido una experiencia maravillosa y que dio frutos”, enfatizó con enorme satisfacción.
Con desafíos permanentes en su horizonte, Alfonso volvió a su querida Santa Fe y en la capital provincial asumió, a fines de 2023, un compromiso fascinante. El Teatro Municipal 1º de Mayo es una sala histórica que el año próximo celebrará sus 120 años de vida. De clásica herradura, el modelo peninsular a la italiana, este coliseo guarda un prestigio de larga data y su escenario cobija, hasta la actualidad, un historial de espectáculos que incluye diversos géneros artísticos y que se posiciona como referencia de la cultura santafesina. Un ámbito bellísimo que con el correr de los tiempos anexó una sala icónica para las artes de cámara y experimentales: la Leopoldo Marechal, sitio de vanguardia para las propuestas de cierta interacción con el público, un espacio en donde cada manifestación se vive desde una experiencia diferente.
En este primer semestre de un trabajo minucioso y de relevamiento en cada uno de los rincones del centenario edificio, hay mucho por hacer, por ello la coordinación, en sus manos, tiene una impronta quizás diferente a las habituales. “Me convocaron para la tarea por mi trayectoria artística. No soy una persona que asume esta responsabilidad por un recorrido político, sino por una labor de muchísimos años en una disciplina tan especial como lo es la danza. Hice el camino completo desde mis inicios en Uruguay, conozco a la perfección estar a cargo de una compañía estatal y lidiar con los imponderables que surgen permanentemente en el cotidiano. Los recursos que nunca alcanzan, la necesidad de resolver problemas en lo inmediato y visualizar una grilla amplia, abierta y acorde al teatro que guiamos, son quehaceres con los que estoy familiarizado”, reflexionó.
Con una etapa inicial focalizada en la verificación del estado de las instalaciones, Alfonso fue contundente: “encontramos un teatro devastado”. Con prisa, el equipo de trabajo puso manos a la obra en las urgencias que permitieran, en lo más mínimo, abrir puertas y comenzar a diagramar un orden de prioridades. “Es un proyecto a corto, mediano y largo plazo. Hay cuestiones que son para ayer, otras que las podemos pensar un poco más adelante, pero necesitamos un teatro en funcionamiento, con el público dentro, digno de su historia, que tenga el confort indispensable para aquellos que se sientan en la butaca y quienes están en el escenario y detrás de él. Sin incursionar en detalles engorrosos o burocráticos, la calefacción y el aire acondicionado estaban fuera de servicio, con equipos detonados, vetustos. El sistema lumínico no tenía dimerización, hoy día imposible de entender en una maquinaria de una sala generadora de espectáculos. La consola de sonido hacía veinte años que no se cambiaba, con todo lo que sucedió en dos décadas en materia tecnológica. Hubo que encarar trabajos de renovación eléctrica en el escenario principal y en la Marechal, los estucados de los palcos deben ser restaurados porque las vibraciones de tantos años deterioraron el material. Las oficinas casi que no tenían computadoras…. En fin, los primeros meses nos están impulsando más a estas cuestiones que a la programación artística que el teatro merece, pero no se puede trabajar sin las condiciones mínimas de herramientas necesarias, seguridad y confort”.
Más adelante, el coordinador del coliseo señaló que “una vez encaminados estos temas, ahondaremos en nuestra especificidad para lo que suba a escena y las alternativas para los distintos espacios del teatro. Hay un ida y vuelta con diversos organismos culturales para traer espectáculos. Queremos un teatro para todos, pero es imposible que un lugar como éste sea para todo. Aquí, por el bendito ‘uso y costumbre’, la sala fue utilizada para lo inimaginable, y así fueron las consecuencias de no ocuparse del mantenimiento, de ofrecer performances adecuadas para otros ámbitos y no para un sitio de casi 120 años y sigue la lista…… Lo que sucedió, ya fue, hay que mirar hacia adelante con un proyecto que ubique nuevamente al 1º de Mayo en un lugar preponderante”.
Con algunas ideas para la próxima temporada, Alfonso no se rinde ante los imprevistos lógicos de la función. Mientras prepara su diseño coreográfico de La fille mal gardée en la nueva producción del Teatro Municipal de Río de Janeiro, para la cual fue convocado, el coordinador sueña con una programación que retome aquellas jornadas recordadas en el 1º de Mayo: “queremos un teatro que no sólo se evalúe desde una formalidad cuantitativa de fechas y espectáculos, buscaremos ante todo esa calidad que históricamente estuvo ligada a este bello teatro. Estoy convencido de que ese es el camino”.