Cuatro Magníficas Horas

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Sylvia, Premio Benois de la Danse, broche de oro de la Gala en homenaje a Rudolf Nureyev. Foto: Wiener Staatsballett | Ashley Taylor

La Gala Nureyev, instituida en Viena por Manuel Legris, en homenaje a su maestro y mentor, quien también tuvo una destacada actuación como coreógrafo en esta ciudad, brilló nuevamente en 2019, año en que se celebra el 150º aniversario de la inauguración del edificio actual de la Staatsoper

 

Fue una velada magnífica e inolvidable, en la que se sucedieron solistas y conjuntos, en piezas del repertorio del Ballet de la Staatsoper y Volksoper, junto a estrenos de otras más antiguas y recientes.

De las recientes: se destacó Ochiba, coreografía de Patrick de Bana, ¡porque bailó el propio Manuel Legris! De traje y corbata, en una danza que comienza de espaldas al público con movimientos geométricos, hasta que aparece Nina Polakova, lánguida y majestuosa, toda de blanco, revestida con un gran manto de gasa transparente, y evolucionan juntos.

Cada presentación fue precedida de una proyección de los bailarines en el ensayo, que resultó sumamente interesante para conocerlos desde el aprendizaje hasta el “modelo terminado”.

Los solistas invitados fueron extraordinarios: la rusa Anastasia Nuikina y el sudcoreano Kimin Kim, ambos miembros del Ballet del Teatro Mariinsky de San Petersburgo, y el también sudcoreano Young Gyu Choi, del Dutch National Ballet de Holanda.

Los primeros bailaron el pas de deux de El Talismán, destacándose Kim con saltos en los que parecía volar, mientras que Chi Choi junto a Ludmila Konovalova (de la casa) interpretaron el pas de deux Esmeralda, con excelente performance de los bailarines sumada a un vestuario maravilloso, de terciopelo con bordados en hilo de oro. Ella es una gran bailarina.

De Nureyev se ofrecieron pas de deux de La Bella Durmiente, El Lago de los Cisnes y Romeo y Julieta.

Ketevan Papava (Vienna State Opera) tuvo a su cargo el rescate del olvido de Cachucha, el solo que hizo famosa a la vienesa Fanny Elssler, que llevó por todo el mundo hasta a Cuba, donde se guarda el vestido que usó en la ocasión y de quien se dice que bailó de punta antes que Taglioni. Papava lo realizó con extraordinarios souplesse y vibrantes castañuelas.

También esta noche, se despidió del ballet Vladimir Shishov, con un dúo de Roland Petit que interpretó junto a Olga Esina, sobre El Murciélago de Johann Strauss, entre flores, bravos y sonoros aplausos.

Entre los actos de conjunto, se menciona aquí al tercer acto de Coppelia (de Pierre Lacotte), en nueva presentación con vestuario recreado a partir de los bocetos originales (ofrecido en la Volksoper en diciembre pasado), con destacada actuación de Natascha Mair y Jakob Feyferlik. También hubo extractos de Artifakt Suite, y las Trois Gnossiennes, ya comentados en las páginas de esta revista.

Y el broche de oro fue el tercer acto de Sylvia (coreografía de Manuel Legris basada en Louis Mérante), estrenada este año en la Staatsoper, con maravillosa escenografía y que le valió al coreógrafo el Premio Benois 2019. La pareja central estuvo a cargo de Nikisha Fogo y Denys Cherevychko que hicieron apenas un dúo.

Aplausos, bravos y exclamaciones varias saludaron a los artistas, en conjunto o en pareja durante largos minutos, con fondo de la proyección de una famosa foto de Nureyev de sonrisa pícara.

Faltaron los ramos de flores que se solían arrojar desde el avant-scéne del tercer nivel, hacia donde convergían los fans al final de los espectáculos. Las costumbres cambian…

 

El programa completo se puede consultar (en inglés) en el siguiente link: https://bit.ly/2CdyJE9.

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Beatriz Cotello
Vive en Viena, tiene un marido, dos hijas y dos nietos. Ama la música, la danza y la ópera. Aprendió guitarra de chica y piano de grande. Tomó clases de danza con Ana Kamien. Era economista pero al llegar a Viena prefirió escribir sobre sus tópicos preferidos. Así llegó a Balletin Dance que es su segundo hogar.