Con entrada gratuita y del 3 al 8 de noviembre, COCOA celebró su aniversario con el Festival Internacional de Danza, COCOA 25 años.
En la programación del viernes 4, en el CCRecoleta, se pudieron ver: Helena, In shared spaces, Ingaucho – Un lado B (fragmento), Nada más que Malambo (fragmento) y Presentación performática del libro Vivian Luz baila.
Helena, trabajo creado e interpretado por Natalia López Godoy, se vio en el Patio de los Naranjos. Sobre la grabación en audio de relatos autobiográficos de la abuela de López Godoy, esta desplegó un recorrido emocional de movimientos. En ese diálogo entre palabras y danza se dieron diversos tramos, algunos netamente referenciales a lo que se oía, otros jugados con mayor abstracción, en los que la bailarina pasó por diferentes soluciones técnicas, de muy buena factura, y variados estados emocionales.
Los demás espectáculos se vieron en la sala La Capilla.
Primero In shared spaces (En espacios compartidos), de Claudia Grava, Verónica Litvak y Liliana Tasso, quienes interpretaron acompañadas musicalmente por Yenisey Rodríguez (cello) y Daniel Vacs (bandoneón y piano). Con conexión vía Internet en simultáneo con un espacio en Austria con el del Recoleta, y con impronta tanguera puesta en juego en vestuario, particularmente el calzado, y sintéticos movimientos, Grava desde Austria y Litvak y Tasso aquí, establecieron, a modo de propuestas en suite, relaciones vinculadas de movimiento, algunas como diálogo, otras como mero intercambio. Especialmente ricas fueron las secuencias en que recortes de piernas con los zapatos de taco, casi como signo excluyente de lo tanguero, dominaron los juegos de movimiento. Asimismo, los lenguajes de danza y sonoro, entraban y salían de formas tangueras para abrir nuevas soluciones.
En segundo término se ofreció Ingaucho – Un lado B, con dirección de Mauro Dann e interpretación de éste junto a Cristian Díaz. Aunque se trató de un fragmento, de todos modos quedó claro que la obra, temáticamente, intenta poner luz sobre la homosexualidad en el ámbito del campo. En un primer momento Díaz ejecutaba sones de malambo en guitarra mientras Dann los bailaba con la particularidad de hacerlo casi acostado y ataviado de poncho, zunga y botas. Luego, Díaz dejó de guitarrear y, de ahí en más, se sucedieron varias escenas como recortes de momentos campestres de peones o gauchos homosexuales. Los intentos de trabar intimidad entre los personajes y las restricciones que limitaban esto fue lo dominante como relato. Con cambios de vestuario que incluyen la desnudez, con muy buen manejo de soluciones de movimiento por parte de Dann, quien además recita y canta, y con buen acompañamiento danzado de Díaz, de excelente performance musical, Ingaucho dio muestras de solvencia escénica y temática.
Siguió Nada más que malambo (fragmento), de Ricardo Baigorria, con interpretación del propio autor y de Denise Eis y Lucía Sayos. Con elementos del folklore, jazz y ballet se desplegaron dos números de malambo. En el primero, Baigorria construyó el baile con las rítmicas que produce con una tacuara y el rico despliegue de su zapateo. En el segundo, Eis y Sayos, con estilizaciones más cercanas al ballet y al jazz, realizaron un dúo como variaciones de malambo sobre el andante del Concierto para dos mandolinas de Antonio Vivaldi, en la muy difundida versión de Yo-Yo Ma y Bobby McFerrin.
Cerró la velada en La Capilla la presentación del libro Vivian Luz baila. La misma ofreció, a modo performático, algunos extractos de trabajos de la creadora. Participaron de los mismos, en interpretaciones de baile, Josefina Segura, Marina Cachan, Laura Wigutow y la propia Luz. También estuvieron Edgardo Malán como presentador y Débora Sadler con aportes de voz en vivo. La poética y el humor de Vivan Luz, como en tantos de sus trabajos, volvieron a hacerse presentes.