Por Facundo Aguirre
Abrazo en el Incendio es un viaje a desencriptar símbolos unificados desde el movimiento. Un abrazo desde la danza aun en los espacios más caóticos.
Abrazo en el Incendio, de Federice Moreno es un interesante tipo de investigación escénica. Un desafío a descifrar (o no) los elementos que componen un mundo post apocalíptico en el que la identidad de sus intérpretes y la liberación hormonal de los abrazos, dialogan entre sí.
Moreno evoca un mundo hecho cenizas. Una incógnita. Esa sensación de no saber qué es lo que sigue luego de una crisis.
En esta pieza conviven tres cuerpos, cuyas danzas parecen indestructibles, junto a elementos que los acompañan en un viaje distópico. Sí, una utopía, un ideal de orden, descarrilado.
Aquí se hace presente la pregunta: ¿cuáles son los últimos elementos que cargas dentro de la valija? Este es el punto de partida para la concepción de esta obra.
El universo de Abrazo en el Incendio está habitado por objetos en la periferia, intérpretes en el centro de la escena y un sonido “brilloso” compuesto por Diego Basile. El contraste sonoro se debe a una oscuridad cargada en los elementos: zapatillas esbozando esculturas, juguetes abandonados, una valija vieja y un tapete desgastado.
“Los objetos son símbolos que generan diferentes lecturas. Lo último que te llevas en la mochila, un libro, juguetes, el tejido bordado en el vestuario, las zapatillas, medicación o una planta, son elementos capaces de crear imaginarios múltiples”, dijo el Moreno a Balletin Dance.
El director combina diferentes disciplinas. Su formación en artes plásticas se traslada al movimiento. “Coreografiar el objeto teniendo en cuenta tiempo, espacio y movimiento”, es la consigna de El Abrazo… explicó Moreno.
Los intérpretes, Michel Capeletti, Julieta Rodríguez Grumberg y Lía Mazza atraviesan el espacio con movimientos compartidos que, sin embargo, no pierden su singularidad. De la mano del último objeto que escogieron para un viaje, los intérpretes parecen celebrar la compañía dentro de la catástrofe.
¿Qué catástrofe? No lo sabemos. Tal vez la estamos atravesando, sin darnos cuenta de que un abrazo libera la cantidad necesaria de oxitocina que relaja a cualquier persona envuelta en fuego. La referencia a la oxitocina, una hormona que actúa en el cuerpo como regulador neuronal con influencia den las conductas sociales, no es azarosa. El movimiento sobrevive si es que estamos acompañados. Por eso el final de este trabajo, si bien parece bizarro, termina siendo una celebración de supervivencia para la danza.
Abrazo en el Incendio volverá a presentarse los días 4, 5, 11 y 12 de marzo en Galpón FACE (Dean Funes 2142, CABA).