El Ballet Estable del Centro Provincial de las Artes Teatro Argentino (La Plata) presentó Giselle, como su segundo espectáculo coreográfico durante la temporada, bajo la dirección de Leandro Ferreira Morais. La obra se presentó con la versión de Lilian Gióvine, basada en los originales de Jean Coralli, Jules Perrot y Marius Petipá, con música de Adolphe Adam, interpretada por la Orquesta Estable conducida por Carlos Jaimes.
La propuesta que sucedió a Romeo y Julieta fue realmente acertada. Cada artista estaba en total consonancia con su personaje, más allá del trabajo técnico del que no cabe lugar a dudas. Julieta Paul, primera figura del cuerpo de baile, lució su experiencia y conocimiento. Pasó por la inocencia de la joven enamorada, transitó el más profundo engaño, hasta su más dramático fallecimiento y posterior desenlace. La sincronía con su partenaire, Bautista Parada, generó el clima de emocionalidad en la sala.
Un detalle no menor, durante el inicio del segundo acto, fue la escenografía (diseñada hace un tiempo por Juan Carlos Greco) que contaba con Willis – las doncellas que fallecieron sin corresponder su amor – proyectadas sobre el telón de fondo. Un efecto muy bien logrado y que permitió adentrarse en la tragedia. Otro momento que reflejó el nivel de excelencia del grupo, se hizo presente en el primer cuadro grupal de los espectros, una pieza de precisión y coordinación con veintitrés bailarinas en escena, por lo que el público aplaudió sin aguardar el final.
Por su parte, cabe destacar la labor de Valentín Fernández y Alice Inuy durante el Pas de Paysan. Los bailarines lograron captar la esencia de los aldeanos, transitaron la historia con el nivel de energía que requería la situación y lo transmitieron con excelencia. Por su parte, Dolores Fernández en el rol de Myrtha -reina de las Willis- se hizo notar por su presencia escénica, incluso en los momentos en que sólo era responsable de la pantomima.
Según Morais, “la búsqueda por un público más amplio es fundamental. Lo que genera la gente y la expectativa es algo que no habíamos visto nunca. Más de 300 personas esperaban afuera, antes de la función y sin entrada. Consideramos que ingresen de igual manera, pero, lamentablemente, no fue posible”.
Además, el director del Ballet destacó que todas las actividades ayudan a ampliar el alcance: “La gente viene a ver alguna exposición, preguntan sobre Giselle y les despierta el interés por asistir. Tenemos la idea de hacer más funciones, aunque más allá de la cantidad de fechas que propongamos, el teatro se llena siempre. Es una compañía que durante los últimos años no pudo bailar mucho, necesitaba reencontrarse con el espectador y viceversa”.
En conclusión, el trabajo presentado no sólo se destaca por su capacidad técnica, sino por aquello que transmiten los bailarines y cada una de las partes que hacen posible el encuentro con el público.