Buenos Aires es una ciudad donde prácticamente no se duerme. Hace unos días tuve el privilegio de asistir al Congreso Cartografías del Movimiento 2024, que coordina anualmente la Dance Studies Association (DSA) de Estados Unidos. Por primera vez la DSA organizó su Congreso en América Latina, realizado del 23 al 27 de julio en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
La iniciativa correspondió a las investigadoras María Eugenia Cadús y Victoria Fortuna, respaldadas por el Grupo de Estudios de Danzas Argentinas y Latinoamericanas. La cita tuvo lugar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.
Después de 15 años volví a Buenos Aires, aterrizando en las bajas temperatura del cono sur y “refrescándome” de los treinta y pico de grados del sofocante calor cubano. El reencuentro con Martín Goyburu y Balletin Dance me abrieron las puertas de varios teatros, en la ambiciosa agenda escénica que muestra la capital argentina.
Comunidad fue uno de los espectáculos a los que pude asistir en mi semana bonaerense. La puesta en escena para toda la familia, escrita y dirigida por el actor, guionista y director escénico, Emiliano Dionisi, concluyó su temporada en la sala María Guerrero, la principal del Teatro Nacional Cervantes, y resultó un verdadero descubrimiento.
Lo atípico del montaje, concebido especialmente para el Ballet Folklórico Nacional de Argentina, me permitió ver a una compañía de larga trayectoria actuando alejada de su zona de confort.
Al comienzo de la función, un grupo del equipo técnico de la agrupación que dirige Glenda Casaretto y Fernando Muñoz, subió al proscenio del escenario en protesta por no recibir salario durante varios meses. La crisis que enfrenta Argentina se ha ensañado sobre su cultura. Sin embargo, los integrantes del Ballet Folklórico Nacional no han detenido sus funciones y buscan soluciones alternativas para mantenerse vivos. Por ese motivo, la puesta en escena no se presentó con su diseño de luces, que seguramente refuerza la obra en muchos sentidos.
Comunidad es una demostración de la calidad de esta compañía fundada por Santiago Ayala ‘El Chúcaro’ y Norma Viola, en 1990. La pieza es asumida por una formación que se despoja de su habitual vestuario folklórico de botas, grandes faldas y sombreros, para asumir un reto donde el teatro, con su narrativa y gestualidad, toma el rol principal.
Generalmente los bailarines folklóricos son subestimados y no se les presta mucha atención porque, supuestamente, ejecutan danzas y bailes que la “gente común” hace de manera habitual. Pero ya sabemos que bailar en una fiesta con el simple objetivo de divertirse es una cosa y el escenario es otra bien distinta. A esto sumamos que los espectáculos dirigidos a niños y adolescente llevan un cuidado especial. En ese camino complicado y lleno de trampas entró el Ballet Folklórico Nacional y salió con elegancia.
De la mano de Emiliano Dionisi, los del Folkórico demuestran que pueden arrogarse retos diversos por demandantes que sean. Con la pieza exponen una faceta bien distinta, “llena de creatividad y colorido para toda la familia”, principalmente para los niños que fueron los que más disfrutaron de la obra Comunidad.
La energía del conjunto se despliega por el escenario con excelentes actuaciones, personajes bien definidos en sus particularidades, con una historia que transcurre sin tropiezos y fácil de asimilar para los más pequeños. El mensaje de la puesta en escena busca acentuar valores y deja claro cómo romper esquemas puede hacer crecer a un pueblo por muy angustiado que se encuentre.
Comunidad es un mensaje de esperanza ante tanta desidia, ante imposiciones y falta de visión. En la historia, cuando todo parece perdido, aparece una luz llena de colores y cambia el rumbo de las cosas. Los niños disfrutaron de las canciones, las coreografías, el hermoso vestuario y el contacto con los artistas que bajaron a platea para hacer más efectiva la cercanía y “bañar” de buenas energías al público.
En lo personal disfruté muchísimo la pieza, pero extrañé la presencia del baile folklórico un poco más en el escenario. Comunidad puede ser un buen espacio para adentrar a los niños en la esencia de una nación. Sin embargo, aplaudí con fuerza la propuesta de Dionisi, director que supo mover los cimientos de la compañía y renovarla en su proyección escénica, para dejarles una joyita que marca la diferencia en su extenso y rico repertorio. Glenda Casaretto y Fernando Muñoz aportan durante su gestión, un elemento original en la historia más reciente del BFN, compañía de larga trayectoria en la danza de Argentina.