Viengsay Valdés, pedaleando cuesta arriba

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Viengsay Valdés junto a Dani Hernández. Ph: Buby Bode.

Santo Suárez es uno de los barrios más populares de La Habana, con muchas calles altas desde donde se divisa una buena parte de la ciudad. Por esa zona pedaleaba cada día Viengsay Valdés en una mountain bike azul, cuando era una jovencita de 19 años y comenzaba su carrera profesional. El dato lo ofrece Carlos Tablada en De acero nube, la biografía de la bailarina cubana publicada en 2016.

Sin embargo, como vivo en Lawton, el barrio colindante con Santos Suárez, sé perfectamente lo que se siente al pedalear por esas calles que te dejan casi al borde del precipicio físico. Cuando terminas de subirlas parece que el alma se te va a salir, el cuerpo termina exhausto. Pero Viengsay Valdés pedaleaba cada día para llegar al Ballet Nacional de Cuba, su centro de trabajo, su espacio de entrenamientos y ensayos. Y lo hacía como la mayoría de los cubanos en los años ‘90 del siglo pasado, porque la bicicleta era prácticamente el único medio de transporte que había en este país.

Para Alicia. Coreografía de Tania Vergara. Ph: Buby Bode.

Sin transporte, casi sin zapatillas para bailar, con montones de problemas económicos, comenzó Viengsay Valdés como parte del elenco del Ballet Nacional de Cuba. En un momento en que el terreno no parecía fértil para desarrollar una carrera, ella encontró el espacio para crecer como artista y persona. Mucho tiempo ha transcurrido y hoy es la directora de la compañía que la vio ascender con una fuerza de voluntad impresionante. 

En septiembre pasado, Viengsay celebró el aniversario 30 de su carrera artística, trayectoria hecha a golpe de sacrificios y persistencias, de insistir en el camino a pesar de los tropiezos que cada día aparecían.

Carreras paralelas

Hoy, ante el reto de dirigir una compañía de ballet y en paralelo continuar con su carrera, la directora del Ballet Nacional de Cuba declaró en exclusiva a Balletin Dance:

“Siempre he sido una artista en continuo crecimiento, mi carrera ha tenido una línea ascendente gracias a mi esfuerzo y trabajo. Durante mis 30 años de vida artística profesional he afrontado diversos desafíos. Para superarlos siempre he contado con el apoyo de mi familia, desde niña mis padres asumieron mi carrera con entrega y exigencia, así que el ejemplo me viene de ellos. En los últimos años se ha incorporado el valioso apoyo de mi esposo y ahora el amor por mi niño, a quien me gustaría inculcarle estos valores.

“Me he preparado muchísimo, física e intelectualmente, a través de los años y eso me ha permitido -junto a las enseñanzas de grandes maestros- sobrellevar todas las responsabilidades que en este momento tengo. Mi maestra Mirtha Hermida en la ceremonia de graduación de la Escuela me dedicó una tarjeta que aún conservo, en ella me escribió: ‘El éxito consiste en la constancia de los propósitos’; y esa siempre ha sido mi brújula”.

El programa de la gala por el aniversario 30, realizada en la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba, comprendió el Vals y el Adagio de la Rosa de La Bella Durmiente del Bosque, coreografía de Alicia Alonso sobre la original de Marius Petipa, con música de Tchaikovsky; Después del Diluvio, de Alberto Méndez con música de Camille Saint-Säens; el solo Non, je ne regrette rien, de Ben van Cauwenbergh con música Charles Dumont; el pas de deux Loss (La pérdida), final de Love, Fear, Loss, de Ricardo Amarante, también con música de Dumont; y la suite del ballet Don Quijote, coreografía de Alicia Alonso y dirección artístico-coreográfica de Marta García y María Elena Llorente, sobre la original de Marius Petipa y la versión de Alexander Gorski, con música de Ludwig Minkus. 

Viengsay Valdés y Ányelo Montero al piano Idalgel Marquetti en Love, Fear, Loss, de Ricardo Amarante. Ph: Leysis Quesada.

En el Festival Internacional de Ballet de La Habana

Fue un programa exigente en medio de los preparativos del Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso, evento que tendrá su inauguración el próximo 28 de octubre. Para el Festival, Viengsay Valdés tiene por delante sus ensayos con una agenda personal como intérprete bien exigente. La experimentada bailarina asumirá la pieza Double Bounce (Peter Quanz-David Lang), acompañada por el primer bailarín Dani Hernández; Valsette, fragmento de Nuestros Valses (Vicente Nebrada-Teresa Carreño) junto a la Compañía Colombiana Incolballet, pieza que estará asistida por el excelente pianista cubano Marcos Madrigal; la obra Carmen, título icónico del cubano Alberto Alonso, junto al fabuloso bailarín brasileño Marcelo Gomes; para la función de clausura del Festival, el 10 de noviembre,  Viengsay se unirá al bailarín español Joaquín de Luz, quien ha realizado para la ocasión la coreografía Gitanerías, con música de Ernesto Lecuona.  

Como plato fuerte, la directora de la compañía cubana asumirá el doble rol de Odette-Odile, del famoso clásico El lago de los cisnes, junto al joven Ányelo Montero, que ha sido su compañero de escenario en los últimos años y quien ha crecido artísticamente mucho junto a Viengsay.

Viengsay Valdés y Patricio Revé. Ph: Buby Bode.

Bailarines de alto rendimiento

A la pregunta de ¿cuál considera que es momento en que una intérprete debe renunciar a esta suerte de desafío que es bailar los grandes títulos del ballet clásico? Viengsay Valdés respondió: 

“Bailar los grandes títulos del ballet clásico implica una preparación física extra, como la que tuve desde muy joven. Dígase el trabajo constante con fisioterapeutas, en busca de fortalecer los músculos y prepararlos para soportar grandes cargas de trabajo sin tanto gasto de energía. 

“Hace unos años yo bailaba dos funciones de un mismo clásico de una temporada en un fin de semana y apenas me lo sentía; o bailaba dos funciones el mismo día en dos teatros diferentes durante las jornadas de los Festivales Internacionales de Ballet celebrados en La Habana. Todo gracias a ese trabajo consciente y constante.

“Cuando terminaba en la compañía con los ensayos asignados, en lo personal, no daba por concluido el día de trabajo; a menudo tenía acordado con alguna maestra o maestro un ensayo, a veces usaba un salón vacío del BNC, pero en otros momentos ensayaba en Prodanza y, en muchas ocasiones, en la Escuela Nacional de Ballet. Lo importante era encontrar un espacio para seguir entrenando, así lo he hecho. Esos ensayos extras en las tardes, me eran impartidos indistintamente por Elena Madam, Loipa Araujo o Fernando Alonso, según la disposición de ellos. Cada uno me aportó muchísimo y estaré eternamente agradecida por ello, incluso cuando no tenía salón me iba a casa del maestro Fernando y me ponía a marcarle escenas delante de él. Le llevaba videos míos y los deteníamos para discutir y repasar la secuencia, reflexionábamos en los gestos y el por qué. Esa manera de trabajar le aportó a mi cuerpo una gran fuerza y resistencia. 

“Por tanto, la renuncia debe partir de la disposición física. Es el momento cuando se sienten las señales. Para cada bailarín eso es algo particular, algunos viven ese momento en edades tempranas; otros perduran más, tal como les sucede a los deportistas que se exponen al desgaste físico por alto rendimiento”.

Viengsay Valdés en Oscurio de Annabelle López Ochoa. Ph: Buby Bode.

El trabajo en equipo

El Festival de Ballet de La Habana tiene una rica historia y se ha caracterizado por reunir en la capital cubana a muchos artistas de alto nivel. Su organización en medio de las condiciones actuales de Cuba, implica esfuerzo y atención a cada detalle. En medio de los preparativos, Viengsay Valdés divide sus energías entre la organización del evento y sus propios ensayos. Sobre ¿cómo lograr en estos momentos, camino al Festival, combinar la dirección de la compañía y la preparación del repertorio que asumirá en la programación del evento?, la bailarina comentó:

“Con organización, voluntad, esfuerzo, creatividad. Es un momento de mucha dedicación y entrega, siempre lo comparo con la preparación de un deportista para su aspirada competición en una Olimpiada. 

“Por supuesto, el trabajo colectivo juega un rol fundamental, es importante que todas las partes estén coordinadas para obtener resultados con la calidad a la que aspiramos. Mientras más se acerca la fecha de inicio, más intensos son los ensayos, los deberes. El Festival eleva el nivel de exigencia a todos: desde el bailarín que tiene que estudiar, aprenderse o estrenar seis, siete o más papeles en coreografías distintas y estilos diferentes; hasta quienes organizan la logística y son responsables de procesos esenciales para que los espectáculos puedan producirse. Se suman a mis labores diarias como maestra y bailarina, todas las coordinaciones, las decisiones técnico-artísticas que el Festival demanda. 

“Siempre he sido una profesional muy trabajadora, dedicada, me he enfocado por completo en el ballet. Mi forma de ser me ayuda a encarar este momento con disposición, sacrificio y a convertir los retos en victorias, una vez más”.

Viengsay Valdés y Dani Hernández en Cenicienta. Ph: Buby Bode.

La transición hacia la profesionalización

Actualmente, el Ballet Nacional de Cuba posee un staff lleno de figuras talentosas con potencialidades para un desarrollo técnico-artístico rápido. A propósito de la disposición que muestra el elenco de la compañía de cara al Festival, Viengsay Valdés explicó:

“Han sido muchas las dificultades que han repercutido en la preparación técnica y artística de los jóvenes bailarines. La pandemia fue un problema que nos frenó a todos por mucho tiempo, no solo arruinó los entrenamientos físicos tan necesarios, sino que obligó a condensar asignaturas, contenidos, creó vacíos.

“Sin embargo, considero relevante tener en cuenta que la transición de la escuela a la compañía es un comienzo con nuevos puntos de partida y oportunidades. Ningún artista se gradúa, en ninguna época, sabiendo todo. Es importante ser conscientes de que la carrera es un camino que, si nosotros la elegimos, nos corresponde demostrar vocación, sacrificio, interés, no esperar a que nadie venga a poner las cosas en las manos, estudiar siempre, vincularnos con otras artes. 

“Estas acciones no solo nos ayudan a ser mejores bailarines, sino que despiertan inquietudes intelectuales, desarrollan la creatividad tan necesaria en un coreógrafo, en cualquier artista. Es esencial poseer una cultura general, no se puede bailar bien Giselle si los miembros de la corte no saben cómo comportarse entre ellos o delante de una duquesa. Los gestos se pueden enseñar, un maestro puede indicar: ‘aquí toca hacer una inclinación’, pero resulta mejor cuando se conoce el motivo y que el bailarín intuya cómo debe comportarse. La comprensión del personaje permite una interpretación más natural, fluida, no impuesta. 

“Me gustaría mucho que los jóvenes tuvieran esa conciencia y buscaran relacionarse con el cine, la música, la literatura, las artes plásticas, el teatro, la propia danza contemporánea. Todas son manifestaciones positivas para el intelecto y el espíritu que se refleja en nuestro cuerpo. En cuanto a la disposición de cara al Festival de Ballet de La Habana Alicia Alonso considero que es buena y me siento agradecida por ello, es un momento de esfuerzo colectivo, de oportunidades para todos, de aprender de otras escuelas, de crecer, de interactuar con formas distintas desde la danza. Se trata de un evento colmado de emociones. Deseo de todo corazón que lo aprecien y lo disfruten como tal”. 

Viengsay Valdés en Carmen de Alberto Alonso. Ph: Buby Bode.

Magia habanera

En La Habana el público ya comenzó a comprar las entradas del Festival, la gente se prepara para la gran fiesta que tendrá menos teatros, pues algunos permanecen cerrados tras la pandemia, pero estar en el Festival forma parte del ADN de una buena parte del público en Cuba. El Festival de Ballet de La Habana es uno de los más antiguos y ha sido un encuentro de convivencias entre grandes figuras y compañías de danza de las geografías más diversas. Para el público cubano, el Festival constituye una verdadera fiesta que cada dos años convierte a la capital de la Isla en el centro de atención del ballet internacional. Viengsay Valdés y su equipo hoy van pedaleando contra viento y marea, la brisa que ya es como un gran huracán, estará a favor por muchos contratiempos que encuentren en el camino. Son esos momentos en que “lo real maravilloso” cobra vida y de alguna manera se vuelve abrir el telón en una mágica noche habanera.