“Dirigir el Colón es una forma de agradecer. Es un trabajo difícil pero bonito”
Voy a firmar contrato por año -dijo Julio Bocca a Balletin Dance en La Habana-, igual que los bailarines. Quiero estar igual que ellos. Si todo está bien, me voy a seguir quedando; y si hay alguna dificultad, me quedaré para solucionarla
Julio Bocca confiesa que dirigir el Ballet Estable del Teatro Colón no será fácil, pero está convencido de poder mejorar el nivel de la compañía que en 2025 cumplirá 100 años y ahora se encuentra en un momento delicado. En la capital cubana, durante su estancia en el Festival de Ballet de La Habana, Bocca declaró a Balletin Dance que actualmente un porcentaje muy bajo de los bailarines del elenco, realmente bailan. Hay que recordar que el Ballet Estable es un organismo público, dependiente del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, al que sus bailarines acceden a sus puestos a través de concurso y permanecen allí hasta su jubilación. En ese sentido, explicó que justamente Mario Galizzi, en esta temporada tuvo que convocar a nuevos bailarines para llegar al número requerido por las producciones grandes.
“Ahora en unos días, cuando llegue a Buenos Aires, veré a los bailarines que están y cómo están. Y si están bien, se les ofrece contrato para el año que viene. Mi idea es convocar una audición internacional a principios de febrero, para tener un cuerpo de baile que permita hacer las grandes producciones. Hacer audiciones todos los años para que se vaya superando el nivel de la compañía. También me he propuesto contactar a directores de compañías importantes en el mundo para hacer intercambios de producciones. Sabemos cómo está la situación en Argentina. Entonces, ya hablé con Alessandra Ferri que va a dirigir el Ballet Estatal de Viena a partir de septiembre de 2025; hablé también con la dirección del Royal Ballet de Londres, donde estuve dando clases recientemente”.
En agosto pasado, cuando se supo de su conformidad para dirigir la mítica compañía de Buenos Aires, el revuelo en los medios de comunicación, fue grande dentro y fuera de Argentina. El Ballet del Colón tiene una historia envidiable llena de grandes nombres. Desde su fundación y a través de toda su historia, sobresalen nombres como Adolf Bolm, su primer director, Mikhail Fokin, Bronislava Nijinska, George Balanchine, Leonide Massine, Antonia Mercé, Tatiana Gsovsky, William Dollar, Serge Lifar, Anthony Tudor, Jack Carter, Rudolf Nureyev, Pierre Lacotte, Natalia Makarova… Y la lista continúa con una importante constelación de estrellas foránea y nacionales, como Olga Ferri, Esmeralda Agoglia, Raúl Candal, Antonio Truyol, Paloma Herrera, Maximiliano Guerra, Iñaki Urlezaga, Marianela Nuñez, Herman Cornejo, Luis Ortigoza, y el propio Julio Bocca, quien confiesa que su relación con el Colón ha sido de amor y desavenencias.
Hoy, mirando hacia el centenario del Ballet Estable, la agrupación tiene muchos bailarines en plantilla y pocos con posibilidades reales de subir al escenario para defender una programación de altas exigencias técnicas. Sin embargo, Bocca dijo que sí a la propuesta de dirigir la compañía, después que había rechazado el puesto en varias oportunidades.
De una extensa conversación extraemos aquí, algunos fragmentos:
Del porqué de su decisión en este momento, el destacado bailarín comentó:
“Primero accedí porque aceptaron mis condiciones, en el sentido del proyecto y la visión que quiero darle a la compañía. Voy a tener el apoyo del jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Jorge Macri, y de su ministra de cultura, Gabriela Ricardes. Sabiendo que voy a tener apoyo, entonces dije “sí”.
“Sé que dirigir no es fácil. El Teatro Colón tiene sus complejidades, pero estoy dispuesto a pelear, en el sentido de que si hay complicaciones tendré la mejor disposición para solucionarlas. No pelear por cosas pequeñas, sino por el bailarín, por el arte.
“En este momento estoy armando la programación del año que viene. Lamentablemente no había nada fijado. Mi trabajo actual me permite tener una amplia gama de contactos, viajo constantemente por el mundo, estoy contactando con coreógrafos, repositores, ajustando fechas. Me faltan algunos detalles en los que sigo trabajando. Pronto estaré en Buenos Aires para oficializar este nuevo trabajo y sueño. En ese momento daré los detalles de la programación del próximo año.
“Antes de la reunión con la prensa quiero reunirme con los bailarines para que conozcan detalles de la programación. Quiero empezar con confianza, con respeto. Pienso que el Colón tiene que estar dentro de las diez mejores compañías del mundo. No veo cómo con su historia no puede estar en ese lugar. El próximo año el Ballet Estable del Teatro Colón cumple 100 años, debe ser una gran celebración.
Alto nivel
“Quiero que los bailarines vuelvan a disfrutar de lo que hacen. Pretendo volver a trabajar más horas porque actualmente el horario es poco. Deseo que tengan la preparación adecuada, no solo en lo técnico, sino también en lo artístico. Pretendo disponer de tiempo también para dedicarle a esa preparación. Elevar el nivel para que se convierta en una de las mejores compañías del mundo. Esa fue mi intención también con el Ballet del Sodre, compañía con la que en siete años pude hacer muchas cosas. Y pudimos poner al ballet de Uruguay en un lugar en el mundo. Y se demostró que se puede, con trabajo, con una perspectiva… Siempre que veo una función en cualquier escenario, me cuesta no comparar. Mi visión siempre fueron las grandes compañías con alto nivel.
“Tuve la oportunidad, la suerte, de compartir labores con Mikhail Baryshnikov, Rudolf Nureyev, Maya Plisestkaya, Alicia Alonso, y pude ver cómo hacían el trabajo. Estoy acostumbrado al trabajo duro. Bailé con Carla Fracci, Makarova…, con grandes… Y en mi época, tener de compañero de José Manuel Carreño, Manuel Legris, etc., fue un gran privilegio. Entonces, estoy acostumbrado a eso, a tener la vara alta para trabajar.
“Trataré de llevar el Colón de gira por el mundo. El ballet no sale de gira como compañía hace años. También empezar a archivar repertorio y empezar a buscar propuestas más actuales. Sin perder de vista a los clásicos, porque siempre tienen valor, pero tratar de que se hagan más frescos, para que la gente joven vuelva a la sala a ver ballet. Y, bueno, ya saben, yo soy de los que piensa que el ballet es para todos, que sea popular en Argentina, que eso se perdió un poco. Me toca un trabajo difícil pero bonito”.
Reorganizar el trabajo para elevar el nivel del elenco
“El horario de los bailarines del Colón ahora es de 11 am a 5 pm, incluida la clase. Piense en el tiempo que queda para ensayar. Sabemos que cuando llega un coreógrafo a una compañía necesita trabajar entre cinco y seis horas con los bailarines. Estoy pensando en la necesidad de la preparación de un cuerpo, para que esté en forma para asumir el ballet. A eso hay que sumarle que hay que dedicar tiempo también para trabajar los personajes. Mi idea es hacer más producciones, más funciones. Creo que el Ballet del Teatro Colón tiene que estar a la misma altura que la Ópera. A lo largo de los años Argentina dio muchos bailarines. Pienso también, que el ballet es algo que uno eligió. Entonces, pretendo ayudar a que puedan disfrutar de lo que hacen, sabiendo que no es una carrera muy larga.
“No nos olvidemos. Estamos acá porque nos lo merecemos. Pero también, lo que cobramos, es lo que paga la gente de los impuestos; hay que devolverles propuestas de calidad. Hay un ida y vuelta. Yo voy a trabajar con dinero que no es mío. Yo en privado puedo hacer lo que quiera, porque es mi plata. Pero acá estamos hablando de recursos de todos. Entonces hay que ser justos y honestos. Porque, además, no solo pagan impuestos, después pagan una entrada. Quiero que el nivel esté bien arriba. Igual que la danza se lo merece, el bailarín se lo merece y la gente también se lo merece. Entonces: con tan pocas horas trabajando, no se puede preparar obras de calidad.
“Volver al Colón será como un cierre. Siempre con el Colón he tenido una relación de odio y amor. Me han hecho muchas cosas, pero también me han dado mucho. Para mí es una oportunidad de tratar de ayudar a ese magnífico lugar que es espectacular. Es enorme. Tiene todo, tiene una historia que contiene nombres como Tudor, Balanchine, que trabajaron allí. También en su sala trabajaron grandes compañías. La primera vez que vi al Ballet Nacional de Cuba fue en el Teatro Colón, cuando todavía era un estudiante. Y recuerdo todo eso.
“Quisiera que lo tomaran bien, no es que llego a imponer, quiero que vuelvan a tener amor por lo que hacen”.
Entre Cuba y Argentina, dos amores que siempre están presentes
Justo sobre la primera vez que estuvo en la Isla, Julio Bocca recordaba con admiración y respeto.
“Cuando tuve la suerte de venir acá, después del Concurso de Moscú, en 1986, venía con un nervio, porque recordaba a esos bailarines cubanos que había visto en el Colón. Siempre recordaré esa fuerza, esa energía, el riesgo en el escenario. La primera vez que vine a Cuba, tenía, no solo el miedo de tener que aprenderme El Lago de los Cisnes en tan poco tiempo (nunca lo había hecho), bailarlo con una bailarina que nunca había tocado y encima, sabiendo que el público de acá está acostumbrado a ver lo mejor. No solo lo mejor del país, sino de todo lo que venía al Festival. Era un gran reto.
“Volver al Colón es un poco también devolver a la gente de Argentina el amor que me han dado durante toda mi carrera. Igual que acá en Cuba donde me siento como en casa, muy tranquilo. Y aunque sabía que iba a tener apoyo siempre me ponía nervioso. Siempre que volvía, me decía: ‘tengo que demostrar que fui creciendo’. Por eso no me quedé solo con la medalla de oro de Moscú, sino que seguí trabajando para crecer. Siempre que vuelvo a Cuba lo he pasado muy bien.
“Cuando venía, generalmente estaba José Carreño y nos íbamos por ahí a bailar salsa. También vivía la ciudad, me daba el tiempo y el placer de eso, que no siempre lo hacía en otros lugares. Yo soy muy de ir del hotel al teatro y regresar al hotel. Acá no, siempre me sentía como si estuviera en Argentina.
Responsabilidad con el ballet en América Latina
“Alicia [Alonso] hizo mucho por los bailarines latinos. Y ahora yo siento que tengo esa responsabilidad de apoyar a los bailarines de la región. Recuerdo que cuando estaba en el ABT, me preguntaban por los bailarines latinos que estaban mirando para incorporarlos a la compañía. Apoyé también a algunas figuras del continente Latinoamericano en concursos. Siento esa responsabilidad, de que no se cierre esa puerta, para seguir teniendo un lugar en el ballet mundial.
“Deseo que la gente joven respete el trabajo, que lo amen, porque somos privilegiados en hacer una cosa que nos gusta, que elegimos hacer. No todas las personas tienen esa posibilidad.
Los bailarines de la actualidad
“Una de las cosas que me sorprenden físicamente es la facilidad que tienen los bailarines para asumir varios estilos en muy corto tiempo. Todas las grandes compañías ahora te hacen un día Giselle, pero luego una obra Mats Ek, luego El Lago de los Cisnes, y pasan de un estilo a otro con facilidad, que cuando uno estaba bailando no era tan así. Ahora en las escuelas te preparan para que seas cien por ciento bueno, tanto en lo clásico como en lo contemporáneo.
“También ahora, en las grandes compañías, hay condiciones para que los bailarines tengan todo al alcance de la mano. Tienen fisioterapeuta [kinesiólogo], psicólogo… En mi tiempo no era así, en el ABT había un solo fisioterapeuta para 80 bailarines. Y eso está bueno, yo estoy a favor de eso. Por lo que me cuesta entender, cuando a veces un bailarín te dice, ‘me lastimé acá, no puedo bailar’.
Grandes cambios
A la pregunta de su contrato con el Colón y de si no teme a que haya huelgas frente a los cambios que hará, Julio Bocca dijo:
“Voy a firmar contrato por año, igual que los bailarines. Quiero estar igual que ellos. Si todo está bien, me voy a seguir quedando; si hay alguna dificultad, me quedaré para solucionarla. Me parece que debo dar el ejemplo, si ellos tienen contrato por año, uno también.
“Cuando llegue veré qué pasa. No me voy a adelantar a nada. Pero conozco el Colón, sé que van a pasar cosas. Creo que podemos hacer un cambio para bien, respetándonos mutuamente. Pero mi idea es elevar el nivel y para eso se necesita exigencia. Le dije a mi equipo: vamos a ir a pasarla bien, a disfrutar. Si no es así, no vale la pena. Yo tengo mi trabajo y lo paso genial. Voy al ABT, a Dinamarca, Australia, al Royal Ballet de Londres, vengo a Cuba. Todos me quieren, porque estoy por períodos cortos… Pero lo paso bien. No es que voy al Colón para tener un nombre. Mi intención es con mi nombre, poder ayudar al Ballet del Colón. Ahora, está en ellos querer cambiar lo que hacen, querer crecer, hacer cosas nuevas, querer viajar. Yo me siento muy seguro y mejor preparado que cuando estuve en el Sodre.
Respecto a su relación con Mario Galizzi, director al que reemplaza en el Colón, Bocca apuntó:
“Hemos hablado poco, pero mantenemos buenas relaciones, pues lo conozco desde que era niño. En muchas ocasiones, cuando estaba en la escuela y terminaba tarde en el Colón, me quedaba en su casa, o en la de algún compañero. Así no tenía que volver solo a mi casa que estaba a más de una hora”.
Sobre la formación de las nuevas generaciones de bailarines argentinos, Bocca manifestó:
“En el Colón, después del accidente de 1971, hubo grandes bailarines. Hubo generaciones de grandes figuras. Aunque no voy a estar a cargo de la escuela, sí pretendo tener un vínculo que permita acercar un poco la escuela a la compañía, que ahora está en otro edificio y no dentro del Colón. Intentaré que la escuela vuelva al edificio que es inmenso y hay espacios para hacer salas; recuperar el vínculo y el ambiente que había cuando yo estudiaba, que veías pasar a los bailarines, cuando llegaban los invitados podías verlos. Es muy bueno para un estudiante de ballet tener a la Compañía cerca.
Sorpresa
Ofelia González y el homenaje en el Festival de Ballet de La Habana
Hay imágenes de Julio Bocca bailando en escenarios cubanos que nunca olvidaré. También tengo recuerdos nítidos de las largas filas frente a la puerta del teatro Mella, un coliseo donde siempre Bocca bailó y que hace años está cerrado. El deterioro de La Habana no ha borrado la huella de Julio en Cuba, porque la gente lo quiere y él lo sabe. Lo comprobó en el homenaje que organizó el Ballet Nacional de Cuba durante la primera función de seis que tuvo El Lago de los Cisnes en la edición 2024 del Festival de La Habana.
Julio Bocca no se cansa de decir lo agradecido que está con Cuba, con su ballet, con el público que siempre lo acoge con mucho cariño, cada vez que vuelve a la Isla. Julio Bocca volvió a la capital cubana; esta vez para recibir el homenaje del Ballet Nacional de Cuba, en el Festival a donde tantas veces volvió. Unas veces solo, otras con su compañía, pero siempre atento a la gente que se le acercaba para elogiarlo, para conocer de cerca al gran bailarín que abarrotaba los teatros del mundo. Y en Cuba había que poner barreras para que la gente no se arrojara contra las puertas de las salas donde bailaba Julio en los Festivales. Lo conocía desde un taxista hasta la señora que lo había visto en el teatro y luego lo reconocía en una calle de La Habana.
Sus funciones de El Lago de los Cisnes y Don Quijote, junto a la primera bailarina cubana Ofelia González, se quedaron en los corazones de los espectadores que lo vieron crecer como artista en cada visita que realizaba a la capital cubana.
En esta oportunidad, Julio vino para sentirse más arropado que de costumbre. El homenaje tuvo a Viengsay Valdés, directora del Ballet Nacional de Cuba, como maestra de ceremonia; también la primera bailarina, Anette Delgado, llegó y le entregó un ramo de flores… Con Anette, Julio hizo su última función de El Lago de los Cisnes, en La Habana, en la gira donde se fue despidiendo de todos sus grandes personajes…
Pero, la gran sorpresa para Julio y para el público que estaba en la sala, fue cuando apareció en el escenario de la Sala Avellaneda, la mismísima Ofelia González. Bocca no se esperaba una sorpresa tan grande; su felicidad era contagiosa y el público les aplaudió y agradeció su presencia.
Agradecido con ese cariño, Bocca aceptó la invitación al Festival:
“Cuando me hicieron la invitación, enseguida llamé a Ofelia y conversamos sobre cómo fue el proceso de aquella primera función de El Lago de los Cisnes en 1986. Tengo la función en mi cabeza, pero el proceso de montaje fue tan rápido que hay cosas que están borrosas. Me quedan fotos, figuras… Le escribí a Ofelia y le pregunté si podía venir al Festival. Me dijo que no podía, porque justo está comenzando con las clases en la escuela de la Ópera de Roma, donde trabaja actualmente. Y cuando Ofelia dice no es no. Entonces me había quedado con el “no”.
“Así que cuando la vi en el escenario de la sala Avellaneda fue una alegría total, porque fue el lugar donde los dos disfrutamos. A mí me hizo crecer muchísimo y a ella disfrutar de algo diferente. Yo era un niño y ella siempre había bailado con bailarines, que todos eran muy buenos partenaires. Pero, bueno, una de las cosas que también tengo, es que soy buen partenaire.
“Lo del homenaje fue divino. Lo agradezco muchísimo, porque siempre me han tratado maravillosamente bien acá. Por eso sigo viniendo, porque a veces uno puede decir no, pero en este caso, en este país, me siento muy a gusto. Por eso siempre que puedo vuelvo. Siempre el público me ha apoyado, aunque no vean la función que estaban esperando”.
Coda para un príncipe
Julio Bocca ha hecho del ballet un arte popular en su país. Se hizo tan famoso en el mundo, que en Argentina la gente lo ama tanto como a Diego Armando Maradona. Bocca ha llenado desde estadios de fútbol hasta espacios reservados sólo para conciertos de rock. En 2007, para su retiro como bailarín activo, reunió a más de 300 mil personas, en el Obelisco de Buenos Aires, donde estuvo acompañado por artistas que también eran sus amigos. Allí estuvo José Manuel Carreño, el cubano que fue su compañero en el American Ballet Theatre.
A pesar de ser una estrella rutilante del ballet internacional, Julio Bocca siempre vuelve a La Habana donde ha confesado que se siente como en casa. El público se lo confirmó en el homenaje que le rindió el Ballet Nacional de Cuba, en la sala Avellaneda, con gritos de ¡Bravo Julio! Aquí, recibió una vez más, el aplauso cariñoso y emotivo de los espectadores cubanos, que siempre lo recordarán como un gran artista.