El domingo 22 de diciembre, el Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata cerró su temporada 2024 con una deslumbrante presentación de Don Quijote, con música de Ludwig Minkus y Vasili Soloviev-Sedoy, y reposición coreográfica de Viktor Filimonov, basada en los originales de Marius Petipa.
Don Quijote es una obra dinámica que conecta con el público por su energía y musicalidad. Sus vestuarios coloridos refuerzan el atractivo visual, ofreciendo un espectáculo accesible tanto para conocedores del ballet como para quienes lo descubren por primera vez. Basada en la célebre novela homónima, facilita una identificación directa con los espectadores.
La Sala Alberto Ginastera fue el escenario perfecto para que la compañía brillara en su última función del año. En los roles principales, Darío Lesnik destacó como Don Quijote, con un desempeño actoral sólido, acompañado por Valentín Fernández como un carismático Sancho Panza, quien reemplazó acertadamente a Juan Pablo Caballero.
Romina Panelo y Emanuel Gómez, como Kitri y Basilio, exhibieron gran química en escena. Panelo deslumbró con sus líneas elegantes, técnica refinada y diferenciación interpretativa entre una Kitri enérgica y una Dulcinea etérea. Gómez, con su destacada capacidad actoral y precisión técnica, dio vida a un Basilio convincente y encantador.
Otros intérpretes brillaron en sus respectivos roles:
- Agustina Flores Saavedra aportó la energía necesaria como la Mujer de la Calle, aunque podría trabajar en el desarrollo de su técnica en el tren inferior.
- Marcos Becerra, como Torero principal, lideró con solvencia el grupo de toreros, mostrando buen manejo de la capa y precisión en la danza, aunque con margen de mejora en los descensos de sus saltos.
- María Clara Crowe y María Belén Burgui, como las amigas de Kitri, ofrecieron interpretaciones que complementaron la narrativa con frescura y dinamismo.
- Miguel Moyano se destacó por su histrionismo como Camacho, mientras que Martín Quintana, en su despedida del Teatro Argentino, dejó una fuerte impresión con su interpretación del Gitano principal.
- Candela Díaz, como Cupido, brilló con técnica limpia, agilidad y el toque justo de picardía.
Los cuadros grupales, como las Seguidillas, las Dríades y el Grand Pas, sobresalieron por su sincronización, vitalidad y carácter. Entre las variaciones del Grand Pas, Aldana Jiménez se destacó por su precisión técnica, mientras que Mariana Antenucci cumplió con solvencia.
Este espectáculo se destacó tanto por la labor de los intérpretes como por el trabajo conjunto detrás de escena:
• Escenografía: Augusto González Ara, responsable de crear espacios visuales que complementaron la narrativa.
• Vestuario: Eduardo Caldirola, cuyo diseño aportó identidad y carácter a cada escena.
• Iluminación: Esteban Ivanec, con un trabajo que realzó los matices dramáticos y estéticos del espectáculo.
•Dirección musical: Diego Censabella, liderando con precisión y sensibilidad a la Orquesta Estable del Teatro Argentino.
En el saludo final, la compañía, bajo la dirección de María Fernanda Bianchi, expresó su unidad y cariño en un emotivo adiós a Martín Quintana. Su despedida marcó el cierre de una trayectoria que dejó una profunda huella en los escenarios del Teatro Argentino, donde, con dedicación y talento, dio vida a innumerables personajes del repertorio clásico, convirtiéndose en una figura inolvidable para el público y sus colegas.
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