In Memoriam. Claudio Segovia

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Segovia nació en Buenos Aires el 31 de agosto de 1933. En 1972 conoció a Héctor Orezzoli, con quien conformó una exitosa dupla creativa. Ph: gentileza Argentina.gob.ar.

Recordado como la gran mente creativa que alumbró, junto a Héctor Orezzoli, el espectáculo ‘Tango Argentino’, que instaló la danza porteña en todo el mundo, Claudio Segovia fue mucho más que eso: un hombre culto y creativo, firme pero cálido, un baluarte de nuestra cultura que acaba de fallecer a los 92 años.

No llegó a recibir de manera formal, Claudio Segovia, la declaración de Personalidad Destacada de la Cultura con la que lo distinguió la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires hace apenas unas semanas. Pero supo del reconocimiento de la crítica y el público durante muchos años, habiendo recogido premios como el Tony, Astaire, de la Prensa Extranjera de Nueva York, Olivier (en Londres), del Fondo Nacional de las Artes, ACE, Sadaic y tantos otros.

Escenógrafo, director teatral, productor, diseñador de vestuario, hombre de mundo. Tras su fallecimiento el pasado 21 de diciembre en Buenos Aires, el secretario de Cultura de la Nación, Leo Cifelli, ponderó de él que a partir de la creación de su obra cumbre, ‘Tango Argentino’, influyó “en varias generaciones de artistas y en la forma en que el mundo percibe al tango”.

El afiche de ‘Tango Argentino’ para sus presentaciones en el Gershwin Theatre de Nueva York en 1999. Ph: Archivo.

De lo azaroso de aquella empresa se ha hablado en extenso a lo largo de los años: la incipiente compañía viajó a Europa a instancias del director Jorge Lavelli, quien cautivado por un espectáculo anterior de la dupla Segovia-Orezzoli, ‘Flamenco puro’ (1980), no dudó en recomendarlos ante un gestor cultural para cerrar el Festival de Otoño de París en 1983. Siete parejas de baile, la vedete Cecilia Narova, el Sexteto Mayor, el dúo Salgán-De Lío, el actor Jorge Luz y los cantores Roberto Goyeneche, Jovita Luna, Raúl Lavié, Elba Verón y María Graña, viajaron hacia allá sin pasaje de regreso. Por gentileza de un contacto en el Gobierno lo hicieron en un avión militar con la singular compañía de un misil Exocet, resabio de la guerra de Malvinas.

De aquella función inaugural, a la que llegaron con mínimas expectativas, salieron -sobre todo esos bailarines alejados del estándar de la profesión- llamativamente consagrados y con un impulso que los llevaría a estrenar dos años después en Broadway, donde a lo largo de seis meses el espectáculo realizó más de un centenar de funciones. El mundo redescubrió así el tango argentino, y el proyecto se convirtió en un tanque que cautivó a públicos de los cuatro puntos cardinales y elevó a los bailarines que tuvieron la suerte de pertenecer, al rango de figuras de la danza nacional.

Claro que la obra de Claudio Segovia no se agotó en esa refinada y particular visión sobre el acervo cultural porteño sino que dirigió también otras grandes propuestas sobre músicas populares como ‘Black and blue’ (ganadora de cuatro Premios Tony en 1985) y ‘Noche tropical’ (ambas en colaboración con Orezzoli). Tras la temprana muerte de su coequiper en 1991 a los 38 años, Segovia presentó ‘Brasil brasileiro’ (2005) y la revista ‘Maipo siempre Maipo’ (2008), con la que se celebró el centenario de la histórica sala. Ya antes, en 1982, en ese mismo escenario había estado al frente de ‘La mariposa en el Maipo’, la última revista en la que actuó Nélida Lobato.

Segovia, junto a Nicole Nau y Luis Pereyra, en ocasión de la reapertura del Café de los Angelitos. Ph: Archivo personal de Luis Pereyra.

EN PRIMER PERSONA

Tal vez sea a través de la memoria de quienes los conocieron, la mejor forma de dimensionar la valía de los grandes creadores de nuestra cultura. Es por eso que, a pedido de Balletin Dance, el director, coreógrafo y bailarín Luis Pereyra recordó a Segovia en su faceta más humana y como el artista multidimensional que supo ser.

“Conocí a Claudio Segovia en 1985. Fue en Caño 14. Yo bailaba ahí una vez más, pero esa vez como pareja de baile, tanto de folklore del interior del país como de tango. Nunca estuvo en mi cabeza bailar tango, yo siempre fui y sigo siendo un bailarín de folklore, pero el trabajo en ese tiempo escaseaba desde el lado del folklore, y más siendo bailarín. En cambio, el tango danza necesitaba gente en escena (no lo había, escaseaba) y me lancé a esa aventura y me puse a estudiar todo lo que pude. No es que me largué a tirar pasos, fue un trabajo duro para mí en ese momento: danza, historia, escuchar mucha música; en fin, eso es lo que yo llamo trabajo.

Decía que el tango danza necesitaba bailarines de manera urgente ya que ‘Tango Argentino’ estaba triunfando en Broadway y las casas de espectáculos de Buenos Aires necesitaban parejas de baile de tango, pero no las había. Yo integré la primera, sin temor a equivocarme, junto a Gloria Barrios. No éramos buenos, era que no había. Claudio Segovia y Héctor Orezzoli, los creadores de semejante éxito, estaban en Caño 14 mirándonos. No fueron una noche, fueron varias veces, y hablaron con nosotros para llevarnos a Estados Unidos, algo que no podíamos creer. Pero pasaba el tiempo y no nos llevaban.

Recuerdo una anécdota que fue muy fuerte: una vez estábamos ensayando por pedido de Claudio y Héctor en una sala que está arriba o al lado del Teatro Alvear. Yo creí que esa vez sí nos llevarían porque era, otra vez, el llamado y el ensayo. Pero no viajábamos, esa no era la excepción. Cuando terminó el ensayo me acerqué a Claudio (yo tenía veinte años y mucho carácter) y le dije: “Mirá (sí, lo tuteaba), es la última vez que nos hacés esto, no nos llames más”. Claudio, que también tenía su carácter, me respondió: “Olvidate, nene. Nunca vas a entrar acá, acabás de cavarte la tumba. Me fui de la sala de ensayo y la noche me esperaba para bailarla en cinco casas. Sí, trabajaba en cinco casas por noche. A los pocos días de ese hecho con Claudio, me despierta mi padre y me dice: “Hay un tal Carlos Díaz (el hijo de Quicho Díaz) que quiere hablar con vos urgente. Viene de parte de Claudio Segovia y Héctor Orezzoli”. Me levanté, lo saludé y me dice: “Preguntan Claudio y Héctor si pueden viajar a la brevedad para incorporarse a la compañía”. Le respondí: “Sí, desde ya”. Se había bajado una pareja y los únicos que sabían todos los cuadros éramos Gloria y yo.

Claudio fue un maestro de la escena para mí, siempre muy cariñoso conmigo. Trabajé en ‘Tango Argentino’ más de diez años, hasta que le envíe una carta donde renunciaba a seguir mientras estuviesen en el espectáculo algunos personajes de antes. Desde entonces siempre me llamaba para invitarnos como espectadores a ‘Tango Argentino’. Me acompañó en Recova Plaza en 1999, cuando yo bailaba con María Nieves, y nos visitó a Nicole (Nau) y a mí en nuestro espectáculo en el Café de los Angelitos.

El fin de semana, en la misa, le pedí a Claudio que le dé un abrazo grande a Yuyo (Orezzoli) cuando se encuentren en el cielo”.

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Daniel Sousa
Licenciado en Periodismo (USAL). Es Subjefe de Redacción y Editor de la sección Espectáculos del Diario La Prensa, de Buenos Aires. Además, es responsable del sitio web de noticias de Radio Meridiano (Mercedes, BA). Escribió en las revistas Fortuna, Danza Europa y Américas (Reino Unido), Destino Zero (España), Buenos Anuncios, Ohlanda, Buzz, OrientAr, TravelArg, Off, y en el Diario Perfil. Ligado a la danza desde su niñez, fue integrante del Ballet Salta y realizó giras al exterior con distintas compañías de tango y folklore. Es jurado de los Premios Hugo al Teatro Musical y miembro de la Asociación Premios Chúcaro a la Danza Folklórica.