El timbre se señala con una flecha contundente: ¡No es éste, es aquel! Adentrarse al Galpón FACE invita a un mundo muy específico, donde lo mainstream queda afuera. Las entradas son fichas reutilizadas de ruleta, la antesala alberga en sus asientos y mesas de diferentes estilos (también reutilizados o reciclados) a personas visualmente múltiples. Ya estamos en ese limbo donde empieza Stanby de Mariana Belloto y aparece la pregunta de si esos que estamos ahí somos espectadores o intérpretes. La bienvenida cálida y los asientos de la platea que se confunden con los de la escenografía terminan de convencer que sí, entramos a un espacio/tiempo entre lo cotidiano y lo performático. En éste, los barbijos son re significados, se transforman en ropa, accesorios de moda, en disparadores de ese movimiento nervioso por la espera, por la ansiedad de pensar en un resultado que no llega. Espera que el Grupo Performático Sur baile, dice, cante, percute.
Aguantar en tiempo, respirar para no padecer, mirar al que está al lado – en lo mismo – y sentir igual que ese otro. Flirtear con esa otra que es igual a mí en este momento. Las miradas entre los que aguardan, el juzgar que alguien se ponga lánguida o respire muy hondo… todo eso se convierte en danza, en avalancha de movimiento y ritmo. Todo eso es lo que nos pasó en pandemia…
¿Quién no se vio maquillando el dolor o la angustia ante una video llamada o live? ¿Quién no se pescó juzgando a un compañero de clase por zoom? ¡Ese ritmo de las lapiceras en las mesas de casa, nerviosas, porque no sabíamos cuando podríamos salir a la calle! GPS canta esa desesperación, de seguir esperando en ese lugar extraño donde todo pasaba adentro ¿nuestro? La sala de espera como la vida misma, con su humor ridículo, la espera del afuera como posibilidad de liberación, lo interno como opresión – o visualización de nuestros deseos más secretos iluminados por un aro de luz y captados por la cámara del celu.
La tecnología es el juguete nuevo y al mismo tiempo puente con el mundo exterior: “Solo estoy yo acá, nadie me ve, puedo ser yo realmente. Para el afuera, la cámara, juego a ser visto como quiero: otra, más bello, más feliz, más inteligente, más sexi”, parece contarnos el diálogo entre las proyecciones y el movimiento de los cuerpos. Movimiento individual que tiñe toda la comunidad virtual (?) temporaria (?) y se transforma en múltiple.
La antesala se vive como abismo que lleva a situaciones tan fluidas, como extrañas, donde ese sostener de la situación – cuarentena por pandemia, espera de resultados médicos, trámites oficiales – hermana e iguala a los seres, genera alianzas y combates. ¿Después de unos días u horas, quien no se angustió, preocupó, embraveció? Situaciones esas que nos desnudan interna y externamente, donde nos vemos como únicas y como humanamente iguales; con las mismas problemáticas, inseguridades, ansiedades, necesidades y debilidades. Ese momento/danza nos atraviesa a todos los cuerpos, mentes y corazones.
¿Quién es espectador y quién performer en Stanby?
El Grupo Performático Sur -creación 2022- estrenó Stanby el 21 de mayo, con dirección de Mariana Bellotto.
Actuaron en esta performance Natacha Berezan, Eliseo Borgetto, Máximo Corengia, Paula Fernández Ruiz, Catalina Jure, Ludmila Mazzucchelli, Carola Silva, Martín Toledo, Eva Torrez y Jorge Yañez.
Visuales y arte estuvieron a cargo de Erica Ventre, la música original fue compuesta por Erico Shick, la iluminación corresponde a Tomás Capelli y el diseño escenográfico tiene como creadores a GPS y Dahil Sánchez.