El unipersonal creado e interpretado por León Ruiz, se presentó en el Centro Cultural Borges, en el marco de la Convocatoria Nacional Situar Danza. “Un boicot, un zafarrancho, un juego, un cúmulo de imágenes escénicas sensibles, que viajan entre la infancia y el presente, para sumergirnos en las problemáticas de odio, bullying y discriminación”, describe la sinopsis.
Este híbrido entre la danza, el teatro y la performance asegura cada adjetivo que promete.
Desde la escenografía hay un mensaje que se busca transmitir, con objetos minuciosamente seleccionados: un dinosaurio de juguete, alhajeros antiguos, una muñeca de porcelana, hasta un autito a cuerda con una banderita LGBT, entre otros.
“En mi DNI dice Leandro -por Alem-, Raúl -por Alfonsín-, Ruiz; me lo dijeron miles de veces”, comenta León después de saludar a los espectadores. El bailarín, coreógrafo, director y docente retomó como protagonista con un contenido movilizador que aborda problemáticas sociales de manera artística. “No tengo la necesidad de armar un personaje, en la vida real soy la obra”, remarcó el coreógrafo, en diálogo con Balletin Dance.
En escena, la imagen se traduce en el color rosado: el vestuario consta de saco y pantalón de vestir, con zapatos al tono. De los pies nace un zapateo de folclore a flamenco con determinación, estético y emotivo “¡Dale León seguí, no pierdas el pulso, métele!”, vocifera el intérprete.
Ruiz relata una buena parte de su vida durante, una historia que se vuelve colectiva. Cada palabra nace desde la pasión interna de quién tiene algo que decir, es inquebrantable, pero con la fragilidad del ser humano a flor de piel. “Hacer Maricón es una responsabilidad, creo que es necesario para abrir corazones y generar conciencia. Busco crear un contenido que cruce con lo social más allá de lo estético, agradable o de entretenimiento”, enfatizó el autor.
El trabajo pasa por distintas instancias, se podría definir como un drama con tintes cómicos.
No sólo es un cuadro que se abstrae y transcurre independiente, sino que interactúa y hace parte al público con el que establece intimidad. El bailarín reparte algunos plantines florales y al entregarlo recomienda: “Dale mucho amor y fijate que no crezca torcida como yo”.
El artista inicia un monólogo que conlleva un juego semiótico de cada uno de los agravios a las disidencias, hasta la mención de algunos de los peores crímenes de odio. A continuación, se escucha el programa de Mirtha Legrand en off, entre otros shows televisivos y resuenan palabras ofensivas en los medios de comunicación. El performer realiza una secuencia de expresión corporal que lleva a un nuevo nivel de gestualidad.
Ciertas frases, tapadas por la impunidad de la época, provocan molestia e ira que emerge a través de combinaciones contemporáneas y de expresión corporal. Acto seguido, el artista hace que esas palabras exploten en el aire como pompas de jabón a través de los elementos que comparte.
Las urgencias que violentan a la sociedad son parte coyuntural en la liturgia de esta creación. El arte es un sector dentro de esta realidad y según León “en nuestro país hay espacios conservadores y elitistas en el ámbito de la danza. No sólo con la forma de las corporalidades, sino también con las disidencias que quedan alejadas de lo institucional”.
“Maricón está atravesado por una problemática: la discriminación, ¿Quién no se ha sentido discriminado/a, señalado/a o apuntado/a con el dedo? Esto hace que la obra se vuelva universal, genera empatía y permite que nos identifiquemos con la presencia de la esfera familiar. Es una experiencia sensorial y tiene la posibilidad de transformar”, comentó el director.
Este trabajo es una expresión de lucha reflexiva, con dato duro y sensible. Hay un pedido de justicia que se hace propio y escapa a las líneas de esta composición. Va más allá de la elección de los pies en flex como estilo propio y que también es parte de un quiebre. Los tabúes sociales y aquellas palabras, que se suponen que deberían herir, se desestructuran en un escenario.
Próxima presentación: 22 de julio, en el Museo de la Memoria de Rosario, con entrada libre y gratuita.