Con dos obras de coreógrafos argentinos, el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín dirigido por Andrea Chinetti y Diego Poblete, presentó “Los gestos de la sal” de Teresa Duggan y “El eco de las manos” de Nicolás Berrueta
“Los gestos de la sal” es una obra en la que los bailarines, con movimientos muy simples, escenifican lo que Alejandra Kamiya (autora del cuento), narra en off (la función que presencié, contó con el inconveniente de que el sonido no permitió escuchar claramente el texto). La música original es de Gino Ohno, el vestuario de Nam Tanoshii y el diseño de escenografía de Mariela Solari.
“El Eco de las manos”, en cambio, fue una obra mucho más potente, que exigió a los bailarines el máximo de entrega interpretativa y técnica. Se trata de un trabajo muy bien planteado y desarrollado por Nicolás Berrueta, que se aprecia como joven promesa coreográfica.
Con un lenguaje propio, la obra va desarrollando situaciones, contrapuntos, donde el trabajo espacial se aúna con el lenguaje técnico para crear momentos de gran tensión y belleza.
La idea corresponde a Nicolás Barrueta junto a Claudio Martini. La música original es de éste último, el diseño de iluminación (que juega un papel importante en la puesta) es de Alberto Lemme y el diseño de vestuario es también concepción del coreógrafo.
Los bailarines Constanza Agüero, Lucía Bargados, Carolina Capriati, Fiorella Federico, Paula Ferraris, Daniela López, Silvina Pérez, Eva Prediger, Adriel Ballatore, Matías De Cruz, Lautaro Dolz, Rodrigo Etelechea, Boris Pereyra, Rubén Rodríguez, Damián Saban, intérpretes de la obra de Teresa Duggan “Los gestos de la sal”; como Jonás Grassi, Juan Camargo, Adriel Ballatore, Alejo Herrera, Vicente Manzoni, Matías Coria, Camila Arechavaleta, Manuela Suárez Poch, Eliana Picallo, Ivana Santaella, Andrea Pollini, Paula Ferraris, intérpretes de “El eco de las manos”, se entregaron completamente al servicio de ambas coreografías.
No deja de resultar llamativo que una compañía de la envergadura del Ballet del San Martín, que se equipara en calidad y nivel artístico a los mejores elencos de danza internacionales y con una trayectoria de casi medio siglo, abra su temporada anual fuera de sede: el Teatro San Martín. El debut ni siquiera ha sido en el Teatro Presidente Alvear, que podría haber sido una opción secundaria, también parte del Complejo Teatral de la ciudad de Buenos Aires. En cambio, se le asignó un espacio, más adecuado para representar obras teatrales que para un ballet, fundamentalmente por las dimensiones de su escenario.
¿Será acaso que para las autoridades de la cultura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la danza, sigue siendo la Cenicienta de las artes?