Descripción
Dice César López:
Para una fiesta, nombrable, o innombrable al lezámico modo, se escogen los mejores atributos, se seleccionan los más altos dones, la erguida gracia que ha de sustentar el jubileo.
Esto ocurre ahora con el perpetuo Festival habanero (Festival Internacional de Ballet de La Habana), que ya por reiterado se eterniza. Por eso se entiende que Pedro Simón se haya decidido por el regalo de una colección de sonetos orientados, originados, en y por la danza. La ofrenda de una forma poética cerrada, joya posible o imposible, sostiene la presencia del ágape.
Ya en los años cincuenta, cuando Alicia Alonso encantaba, como lo sigue haciendo, con su develamiento del misterio de la ingravidez y el vuelo y a la vez, paradoja creativamente artística e histórica, fijaba elementos sustanciales de lo cubano en expresiones quizás insospechadas para muchos, Emilio Ballagas recogía un revelador exergo en libro Cielo en Rehenes, que recogía con una convocatoria fundacional del poeta metafísico inglés John Donne (1572-1631) y en estos momentos subraya un acierto, un hallazgo, una delicia, de la construcción perpetuada: “Nos haremos hermosas moradas con sonetos”.
La morada, la casa, la mansión, el hogar de la patria y de la danza se urbanizan en la colección de sonetos, como dádiva, que habrán de recibir espectadores, lectores, danzantes.
Al elegir, obligatoriamente, se quedan fuera de la opción otras probabilidades -toda elección constituye al mismo tiempo una renuncia- y mientras más sustanciales sean éstas, las que aguardan por otra ocasión, más impresionantes resultan las que forman parte del repertorio preferido.
Nadie se sorprenda, pues, de que la danza continúe y que el soneto sirva como fanal, farol, faro que ilumina. La demasiada luz, la joven luz, que Eliseo Diego señalara en esta ciudad, se vuelve ella misma iluminación en el baile y en el soneto. Y es acogida por todos, pues como dice la precisa cita de Raúl Hernández Novás que abre el cuaderno: “Solo la luz que danza permanece”.
Noviembre de 2008
Al lector
Por Pedro Simón
Al fugaz misterio de la danza se asoma este grupo de poetas hispanoamericanos de diferentes época y entidad. Y dentro de diversas maneras e intenciones, todos coinciden al enfrentar el rigor acechante del soneto, como si en su disciplina y sonoridad encontrasen la más idónea forma de reflejar un arte en que ritmo, medida y musicalidad son premisas esenciales. Procede esta colección de un universo mucho mayor, integrado por textos poéticos dedicados o relacionados de algún modo con la danza, los cuales he venido reservando durante varias décadas, y me han permitido descubrir que la danza es un tema recurrente, y abordado con fortuna, en la obra de numerosos poetas de distintas etapas y países.
Al reunir ahora, para su publicación, este conjunto de sonetos, debo advertir que la selección no es exhaustiva como tampoco demasiado estricta en cuanto a normas literarias tradicionales. No obstante, en ella están presentes varios nombres fundamentales de la poesía en lengua castellana, y también ejemplos modélicos en cuanto a la maestría en el dominio del soneto. Y en todos los casos el lector podrá encontrar una amorosa y fina percepción de la gracia efímera de la danza, de su luz irradiante y de sus permanentes enigmas.
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