Danza de cámara

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Teresa Marcaida en 'Ser'. Foto: Matías de Cristóbal

En nuestra ciudad de Buenos Aires, surgen salas del circuito independiente en los espacios más recónditos e impensados y eso permite que se constituyan con características radicalmente diferentes, que en algunas ocasiones son aprovechadas en forma creativa para beneficio de las obras y de nuestro propio regocijo. Así, la sala mil80, tan pequeña en superficie como generosa en altura, se convierte en un dispositivo lleno de niveles y pasadizos de los que Teresa Marcaida y German Haro se apropian para mostrar u ocultarse, permanecer o atravesar y, en definitiva ser en escena, dando cuentas de que la danza no requiere por defecto de grandes espacios sino de grandes artistas.

‘Ser’ es precisamente el nombre de la nueva creación de Teresa Marcaida, bailarina argentina graduada en Juilliard School de Nueva York que desarrolló su carrera en Alemania e Italia. Si bien el título podría anticipar un trabajo en primera persona, va mucho más allá construyendo una suerte de tratado y recorrido acerca de la historia y la cultura como entidad y reflejo de aquello que nos hace humanos. La creadora y su co-equiper proponen una serie de imágenes en movimiento, climas y situaciones que sin necesaria continuidad pero cargada de sugerentes simbolismos, asaltan nuestro inconsciente suscitando asociaciones instantáneas; como si las emblemáticas piezas de arte de todos los tiempos formasen parte de nuestra propia información genética. Sin palabras que medien, los intérpretes construyen una sensual ‘Piedad’, tan expresiva como la de Miguel Ángel, ratificando la sospechosa similitud entre el bailarín tucumano y la imagen con que occidente popularizó al protagonista del nuevo testamento. Sólo que instantes atrás, y apoyados en mínimos cambios del versátil vestuario, bien podrían haber estado recreando ‘La siesta del Fauno y su ninfa’, antaño coreografiada por Nijinski, descartando cualquier sujeción a una temática bíblica o religiosa.

Dicho esto y para despistar más al lector que no ha visto el espectáculo, la banda sonora elegida pasea al espectador a través de una orquesta con aires renacentistas, algo que parece una sesión de mambo, algunas piezas de Arvo Pärt quien es reconocido por sus composiciones de música sacra, hasta una versión novedosa y sensual de la épica ‘You are the one that I want’, interpretada por Lo-Fang. En definitiva, es precisamente esa mixtura indistinta y desordenada de sensaciones y sentimientos, calidades de movimiento, superficies de apoyo así como los múltiples estilos y formas de sujetarse de algo o de otro, las que componen una existencia que son todas las existencias en una y que, puestas en escena, elaboran una manera concisa y original de darle forma a la extensión y complejidad que sintetizamos en ese breve monosílabo que define el estar vivo.

Marcaida es una intérprete exquisita que la puesta de luces de Marco Pastorino convierte en gigante. En un espacio mínimo, la bailarina da cuenta de su gran dominio técnico y de una extraordinaria variedad de sutilezas, complementándose con un partenaire a su altura. Si la pieza puede resultar un tanto ecléctica, mucho mayor es la consternación que provoca no haber visto antes a estos artistas que nos ofrecen un trabajo sofisticado, que no se parece en nada al esquema hegemónico de la danza independiente de nuestra ciudad. La función del 1º de diciembre fue la última de la temporada 2021, sin embargo vale la pena apuntarla como un pendiente para cuando haya oportunidad de volverles a ver.

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Gustavo Friedenberg es técnico en Medios de comunicación, Licenciado en Composición Coreográfica y Magister en Crítica y difusión de las artes, además de actor bailarín y director. Formado en Argentina y el extranjero, ha recorrido varios países trabajando para diferentes compañías y brindando asesorías, a la par que desarrollando sus propios proyectos (Japón, EEUU, Europa, Sudamérica y el Caribe). Como bailarín se ha dedicado profesionalmente al flamenco, desempeñándose también como docente de técnica y composición.