Mónaco
Autómatas e Inteligencia Artificial en la Coppelia del coreógrafo y director del Ballets de Monte-Carlo, Jean-Christophe Maillot.
La nueva versión del ballet creado en 1870 por Arthur Saint-León y Leo Delibes sobre Der Sandmann (El hombre de arena, 1816), cuento “siniestro” (al decir de Sigmund Freud) de E.T.A. Hoffmann no dejó a nadie indiferente.
Maillot, director del elenco del ballet de Mónaco desde hace 26 años, no abandonó el tema original. Lo extrapola a una nueva concepción, moderna e incluso futurista en su puesta en escena.
Coppélia, obra compuesta en tres actos, forma parte de los últimos ballets realizados durante el Tardorromanticismo. Los personajes son dos jóvenes enamorados, Franz y Swanilda, el Doctor Coppelius, inventor de muñecos, y su autómata, Coppélia. La trama trata el enamoramiento de Franz hacia la muñeca y cómo Swanilda se hace pasar por ésta para recuperar a su amado.
Este relato tiene antecedentes en la literatura y la tradición del hombre artificial. El personaje del Doctor Coppelius se relaciona con el mito de Prometeo, el Titán que engaña a los dioses para robarles el fuego y entregarlo a los hombres. Esta línea de reflexión sobre las consecuencias de las creaciones técnicas del hombre, lo vincula a la leyenda del Golem, criatura de arcilla dotada de vida para la protección y venganza de los judíos en Praga. Coppelia está inscrita en la reflexión filosófica sobre los avances científicos de los siglos XVII y XIX, que influyeron en la “criatura” pensada por Mary Shelley Wollstonecraft y será inspiración de una de las películas de ciencia ficción más influyentes en el imaginario del siglo XX, Metrópolis de Fritz Lang (1927).
https://www.imdb.com/title/tt0017136/?ref_=fn_al_tt_1
Por tanto, los temas de la inmortalidad, los desafíos que atraviesa el humanismo por el avance científico, la creación o manipulación de la vida, emergen en este ballet.
En la versión presentada en el principado de Mónaco en diciembre-enero, la inteligencia artificial (IA) epítome de la innovación técnica, resulta central. Las máquinas son copia de nosotros mismos y al mismo tiempo esa copia supone una amenaza. El autómata va adquiriendo más humanidad, el androide se hace humano, con alusiones directas a la película de culto Blade Runner (1984) basada en la novela de Phillip K. Dick Do Androids Dream of Electric Sheep? (1968). Atención a la réplica que formula el personaje interpretado por Rutger Hauer en esa película (“como lágrimas en la lluvia”)
https://www.imdb.com/title/tt0083658/
El vestuario es un gran logro del coreógrafo que otorga un verdadero protagonismo al cuerpo del rol principal, visible gracias a una malla que dibuja las líneas de sus piernas y brazos en movimientos articulados. De color plata, también en un guiño futurista, aparece después con un vestido superpuesto lleno de brillo que concede al personaje ese halo de misterio y de exotismo. Este vestuario es totalmente distinto al de los demás personajes. Destacan los trajes del cuerpo de baile, que recuerdan al vestuario de la Bauhaus y su Ballet Triádico.
En relación a los elementos escenográficos, éstos se diferencian únicamente por el color.
Esta versión se desarrolla en dos partes o actos. El blanco es el color elegido para la primera parte, donde el suelo de linóleo también es blanco, las calles están delimitadas por unas estructuras móviles en forma de arcos y el fondo del escenario presenta un gran círculo, como un gran agujero por el que emergen el Doctor Coppélius y Coppélia carente de alma, manipulada y articulada por su creador.
Es en esta primera parte donde el cuerpo de baile hará su aparición junto a los dos jóvenes enamorados (Franz y Swanilda) en un alarde de técnica, coordinación, buena disposición en el escenario, musicalidad, sirviéndose así de los personajes para elaborar la trama argumental que desencadenará el desenlace en la segunda parte. Porque es Franz quien se enamora de la muñeca mecánica, el que queda absorto con ese ser, componente de la diferencia, copia de uno mismo, autómata extraordinario.
En la segunda parte, la puesta en escena se desarrolla en la tienda del Doctor Coppélius, por lo que el color negro está presente desde el suelo, hasta los elementos escenográficos móviles. La luz, tenue, amarilla, otorga a la escena una connotación lánguida, nostálgica, pues es en esta parte, donde la muñeca empieza a sentir, a expresar su amor hacia Franz y su rechazo a su creador. Aquí el amor hace posible humanizar al androide, al engendro que poco antes estaba privado de vida (de alma). Pero no hay obra romántica sin un final dramático, y es aquí donde la genialidad del coreógrafo queda patente. ¿Es Coppélia el arquetipo de replicante de Blade Runner? La máquina mata al creador, se libera de su yugo esclavizante, y es por fin libre en su condición humana.
Ficha técnica:
Coppél-IA, estrenado en Mónaco en 2019
Coreografía de Jean-Christoph Maillot
Música original y arreglos de Bertrand Maillot sobre la partitura original de Léo Delibes
Escenografía y el vestuario a Aimée Moreni
Iluminación de Samuel Thery
Fotografías: Pablo Lorente