Desaparecer en el Conti, arte en movimiento

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Desaparecer, obra creada por Alejo Wilkinson. Ph: gentileza prensa.

La obra creada por Alejo Wilkinson se presentó en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Una propuesta de instalación performática donde grandes cantidades de papel y cinco artistas se confunden y se hacen mutuamente.

“Desaparecer es una apuesta precaria y escénica. Si algo de la voluntad humana deja de existir, la realidad podría ser otra. ¿Qué hacemos con lo que sobra, lo que está de más, el excedente, lo perdurable de una acción después de haber sido realizada, las sobras de un plato, los restos de una pared, la humanidad que le sobra al sistema?

Que lo bello emerja de los escombros”. Alejo Wilkinson

Wilkinson es reconocido en el ámbito del origami. Un trabajo individual que generó el vínculo entre el papel madera, las corporalidades y el movimiento. La práctica pasó a ser una composición con escenario de dicho material, iluminado con tonos tenues y cálidos.

A la visual podría asemejarse con montañas que adquieren movimiento y se tensionan entre la materia inerte y aquello que le da vida. Así entra en juego el sentido auditivo con esa sensación de arrugar un paquete con la mano: un sonido familiar. En esta instancia se pueden veralgunas partes de cuerpos que se funden entre los pliegues de la superficie.

A la visual podría asemejarse con montañas….Ph: gentileza prensa.

“No buscamos una única lectura, sino un tono en que las voces e imágenes emergen. Su potencial radica en crear ecos poéticos infinitos según cada público. Es un acto que trabaja en su tiempo, musicalidad, estéticas e imaginarios. No hay modo de ocultar la desnudez, tampoco la de las láminas. Ahí reside el juego”, explicó la bailarina Daniela Pérez Klein.

La escena se traslada, tironea y se desborda. En esta instancia hay un cuidado excepcional de revelar la información necesaria para que entre en juego la imaginación del espectador. La subjetividad del arte es protagonista: la forma de un médano color madera se despliega, se asoman caras, cabezas y extremidades que se mezclan con la escenografía.

En la exhibición de los actores se puede ver la ausencia de toda prenda. “No alcanza con despojarse de la ropa para destaparse. En las prácticas trabajamos en esas otras formas de ‘desnudar el cuerpo’”, reflexionó Wilkinson en diálogo con Balletin Dance.

La obra contó con la asistencia y participación de la bailarina, docente y coreógrafa, Soledad Gutiérrez. Destacó la importancia de los conceptos que se buscan transmitir: “reflejamos la fragilidad del ser humano y cómo nos desvanecemos sin dejar rastro alguno en el mundo”, planteó la artista.

La pieza alude a un renacer, los performers se encuentran y la danza se vuelve parte. Los intérpretes estiran pedazos del propio papel para perderse. Toman un ritmo simbiótico y se crea una gran bandera que no distingue lo humano de las fibras externas.

La piezaalude a un renacer. Ph: gentileza prensa.

El cuadro transcurre a través de distintas figuras que abarcan todo el lugar. El gran espacio de la sala se reduce a un grupo compactode personas que salpican restos de láminas abolladaspara hacerse lugar entre el público y adueñarse de una esquina. Se aglomeran de manera sofocante, pero al bajar la luz por última vez, se difuminan los límites entre el físicoy el material que los rodea.

Una curiosidad es la forma de arte vivo y perecedero. El director contó que “a medida que la escenografía se usa, se transforma en lo que llamamos ‘basura’, lo que perdió por completo su resistencia, sus fibras ya están partidas y no tiene memoria”. Además, hizo alusión a la problemática actual en el ámbito artístico: “Todxs somos trabajadorxs de la danza precarizados que además de sobrevivir nos hacemos lugar para trabajar juntxs”.

Una propuesta que interpela constantemente, con imágenes estéticas y cuidadas. Casi como observar un cuadro en movimiento.

Idea y dirección: Alejo Wilkinson Hassler / Asistencia: Soledad Gutiérrez / Actores: Soledad Gutiérrez, Virginia Médici, Diego Núñez, Daniela Peez Klein y Ernesto Sebastián Greco / Iluminación: Carolina García Ugrin
Esta obra participó de la residencia en Plataforma Nave.