Sweet dreams are made of this
Who am I to disagree
Los dulces sueños están hechos de esto
¿Quién soy yo para no estar de acuerdo?
Eurythmics – Sweet Dreams
Los alumnos del tercer año, del Taller de Danza Contemporánea del Teatro San Martín, presentaron Yo es multitud en el Hall Alfredo Alcón, bajo la dirección de Norma Binaghi, co-dirección de Damián Malvacio y coreografía de Valeria Polorena.
La composición le hace honor a su sinopsis: “Una resonancia desconocida en un lugar donde ya has estado antes. Te estábamos esperando. El mundo es demasiado y la multitud da alivio a tu soledad. Estás en un sueño, dejarte llevar no es perder el control (…) Distinguir la realidad de lo que creés que sucede se nubla, eso no siempre es peligroso”.
Los pensamientos de Polorena se transmiten en los cuerpos de los bailarines, que se distribuyen entre los presentes y los hace parte de esa multitud enmascarada de conejos. El animal tiene un significado más terrenal que el eje de la historia: la coreógrafa inició esta etapa “saltando en una pata” a causa de un accidente.
La portada del disco más reconocido de Eurythmics tiene como imagen principal a un joven con antifaz. Los mundos surrealistas del inconsciente aparecen en distintas creaciones artísticas y el hall del San Martín, no es la excepción. Los intérpretes crean un cuadro que juega con los ritmos escénicos, puede existir un lapsus donde el efecto de cámara lenta detiene el tiempo y, a su vez, hay explosiones de velocidad.
En armonía con la irrealidad de los sueños se crean imágenes con la belleza de una postal fotográfica: un bailarín con la cara pintada de blanco y la nariz roja, que contrasta con su gesto apagado, está de pie con un paraguas negro. Su compañera se sube a un banco al costado y le tira papelitos brillantes que simulan una lluvia de destellos.
El tramo coreográfico grupal con quiebres disruptivos, fusiona los esquemas más tradicionales de la danza contemporánea, sin dejar de lado la técnica específica. El gentío se vuelve personal y una de sus esferas representa el drama a través de una peluca rubia, un violín de fondo y una única luz blanca. Los artistas que abordan las escaleras, bajan con una cadencia que sólo asevera el suspenso de la transición. Constantemente se desdibuja el delgado hilo entre fantasía y cotidianidad.
Si bien se pueden encontrar seis pirouettes seguidas, se realizan con el canto del pie y no salen de la atmósfera creada, que es posible gracias a la capacidad de interpretación. En esta inspiración hay conejos que caminan en las manos de sus pares como si dieran pasos en el aire. Transitan un recuerdo propio que comparten sin perder su espacio personal, al que el espectador está invitado.
La composición tiene la particularidad de distribuir las proporciones, si se rompe la armonía establecida, se sostiene el balance de energías en escena. El trabajo está muy bien acompañado por los arreglos musicales de Sebastián Morell. A su vez, cabe destacar la resistencia física de los bailarines.
Para concluir, cada intérprete mostró cómo germinó la idea de la coreógrafa en una planta regada con efecto de humo blanco. En periodismo se suele decir que lo bueno es corto, conciso y coherente. En 40 minutos se logró resolver aquello que llenó el lugar e interpeló al público.
Bailarines: María Jesús Breide, Martina Centurión, Agustín Farfán, Abril Eugenia Gómez, Gastón Ezequiel Gómez, Facundo Marcel, Chiara Prezzi, Agustín Salinas, Juan Ahumada, Magdalena Alonso, Rodrigo Nahuel Bonaventura Ríos, Malena Chami, Ornella Tais Fabricius, Ignacio Fittipaldi, Lucía Valentina Giupponi, Candela Yasmín Navarro, Tiziana Arina, Gabriela Nahir Azar, Santiago García de la Cruz, Juliana Ludueña de Melo, Ernestina Martínez Hombre, Celina Rodríguez, María de los Milagros Velázquez Nanni.