Danzafuera: prácticas de supervivencia

La decima edición del festival tendrá lugar en la ciudad de La Plata, hasta el 30 de septiembre, inclusive.

Artistas y performers de distintas nacionalidades comparten sus propuestas a través de actividades de investigación, presentaciones y espacios de intercambio. En una búsqueda por exteriorizar la danza, lo que muchas veces se reduce al nicho, surgió la necesidad de movilizar el arte hacia sus formas colectivas.

Danzafuera es coordinado por Jorgelina Mongan, Mariana Sáez, Julieta Scanferla y Constanza Copello. Mongan reflexionó, en retrospectiva, sobre el detrás de escena del proyecto. “La organización de los últimos años fue más clara. Pasamos por estadíos que varían según las condiciones personales, porque es un trabajo autogestionado y, en parte, toma el ritmo de nuestras vidas. Los resultados muestran que la asistencia se amplía en el proceso que, a su vez, es demandante y hermoso”.

La originalidad del acontecimiento se debe a su magnitud: el escenario supera los límites habituales y participan artistas de Chile, Uruguay, Brasil, Ecuador, Bélgica y Portugal. El encuentro independiente conjuga diversas disciplinas contemporáneas y performáticas.Cuestiona las formas de bailar, para interpelar desde un lugar diferente a lo habitual. El Gran Gesto fue la primera experiencia, contó con la participación de un grupo de intérpretes locales y co-crearon una acción conjunta hacia el exterior.

“Esta edición nos conmueve muchísimo e implicó una gran labor. Abarcamos varios días, con veintidós presentaciones, en un contexto económico complejo y decidimos escribir un libro”, contó Jorgelina Mongan e hizo referencia al texto que recorre las transformaciones a lo largo de una década de trayectoria. De esta manera, comparten las reflexiones surgidas a partir de la investigación sobre las relaciones entre cuerpo, danza, performance y territorio.

Crear el ejemplar significó, además, un proceso de reflexión y ayudó a dimensionar el trabajo que implica sostener el festival a través del tiempo. Según Mongan, “estas plataformas tienen que existir porque son libres, permiten el encuentro con otres, actualizarnos, y pensar nuestro desempeño artístico, mientras tenemos en cuenta los contextos en que estamos instalades. Danzafuera nos da la posibilidad de preguntarnos si el arte es una práctica de supervivencia”.

Las propuestas restantes toman diversos sentidos: desde un laboratorio ancestral, retomar el juego en una calesita cíclica, hasta la experimentación Entrenar la fiesta. Este último taller representa el cierre del ciclo, es coordinado por ORGIE (Organización grupal de investigación escénica) y se desarrolla esporádicamente, con la participación del público inédito cada vez.

“Esperamos que el festival suceda en condiciones óptimas para que las personas puedan sentirse cómodas y amenas a compartir. El objetivo es hacernos ese tiempo que permita manifestarse a través del encuentro y las obras. Queremos pasarla bien y que, quienes participen, también lo hagan. Lo consideramos un espacio de intercambio para aprender y escucharnos, sobre todo en el momento que atravesamos”, concluyó Mongan.