El ballet Pura Sangre, dirigido por Daniela López Álvarez, presentó el 1º de octubre en el Teatro Popular en CABA, su último espectáculo Tiempos cruzados.
El nombre de esta creación, según manifiesta su mentora, se basa en la compleja estructura musical del flamenco, cuya matriz deviene en una cuenta de doce pulsos, resultado de una combinación rítmica de tres y de dos tiempos. Incorporarla en el baile, cante o toque de la guitarra, es uno de los desafíos a los que se enfrenta el aprendiz del arte flamenco, en culturas cuya musicalidad se gesta en tiempos binarios y ternarios por separado.
La presentación se compone de dos partes, la primera, coreografías en un cuerpo de baile, en clave de danza estilizada, y la segunda, organizada en el típico cuadro flamenco, integrado por un guitarrista, una cantaora, el bailaor, las bailaoras en grupos, solos y parejas.
La obra se inicia con los bailarines vestidos de negro que toman sus lugares en la escena y comienzan el movimiento in creyendo. Las figuras de desplazamiento, giros y cruces acompañados con las castañuelas, se apropian de este primer acto.
Poco a poco se despoja el escenario y queda descubierta la figura de su directora Daniela López Álvarez, quien con movimientos de espalda, cabeza y brazos ondulantes, cortados y fragmentados sorprende al espectador.
Llega la luz y regresan las mujeres vestidas de flamencas con su falda, blusa y flores en el pelo. Los músicos (guitarra y cante) se acomodan y comienza a transitar el género por varios ritmos, con las sevillanas primeramente, interpretadas por el único bailarín, luego unas bellísimas guajiras con abanicos, unos jocosos tangos, y algunos solos por solea y tientos bailados por jóvenes y prometedoras bailaoras, completaron el cuadro.
La danza española se divide en cuatro escuelas: la bolera, basada en la danza clásica; el folclor, compuesto los bailes regionales grupales como las jotas o muñeiras del norte de España; la danza estilizada y el flamenco (oriundo de la región de Andalucía). En casi todas, se utilizan las castañuelas como instrumento de percusión y elementos como el abanico, mantón, bastón y bata de cola. Este prólogo es una introducción para mencionar que, además de los tiempos cruzados, en esta creación, se entrecruzan las escuelas. La danza estilizada se mete en territorio del flamenco en el palo por alegrías. La bailaora reemplaza valientemente su estructura original: llamadas, cortes, silencio y escobilla, por el toque estridente de sus palillos (castañuelas) que se armonizan con la guitarra y el cante.
La directora ocupa su asiento al lado de los músicos, y sostiene con las palmas, la mirada y sus jaleos, cada paso de sus bailarines. Finalmente, la gala se acaba con la gran fiesta flamenca por el palo de las bulerías.
La Pura Sangre (nombre de la compañía) está presente en la herencia. Este ballet fue creado hace veinte años por su madre Marcela Álvarez, discípula de la escuela de Luisa Pericet. Como ella misma señala en la reseña, este cuerpo de baile está compuesto por profesionales expertos y en aprendizaje, porque es un “semillero de formación profesional”. Lugares donde se cruzan los expertos y el andamiaje, para que aficionados puedan construir una carrera.
Daniela López Álvarez, bailarina y coreógrafa, es maestra nacional de danza, actual integrante del Teatro San Martín desde 2015, ganadora del pre Cosquín en 2011 con el ballet folklórico contemporáneo Mitimaes y nominada a mejor bailarina. Versátil artista de ballet, danzas contemporáneas, españolas, folklore y jazz.