Una obra que contiene de todo un poco y a la que no le sobra nada.
Mourad Merzouki, coreógrafo, de origen francés, nacido en 1973, bailarín de hip hop y danza contemporánea, ha creado esta obra de singular belleza donde interactúan la cantante, los músicos, los bailarines y parte de la escenografía, esta última, con grandes esferas iluminadas, que se trasladan por el escenario y en cuyo interior músicos o bailarines aparecen en distintos momentos del desarrollo.
Según sus palabras, ha llevado el hip hop hacia nuevos horizontes confrontándolo con otros universos musicales, en este caso, la música barroca de Concert de L´Hostel Dieu, mezclada con sonidos electrónicos, rompiendo la barrera que separa a los músicos de los bailarines, o la cantante, al proponer un diálogo muy singular y mágico.
La obra trasunta un clima que mantiene el interés del espectador sin decaer un solo momento, sorprendiéndolo con imágenes surrealistas como el caso de la cantante al asomar su torso por arriba de una de las esferas cubierta con una gran pollera o un gran plato, que al comienzo los bailarines lo utilizan como una cama elástica, para saltar y rebotar, pero al final es inclinado casi verticalmente y donde una bailarina trata de llegar a la cima resbalándose y, cuando lo logra, se cae fuera.
El hip hop, como la danza clásica, adquieren otra dimensión al fusionarse con la música barroca, genera climas muy bellos, bien podemos decir que Merzouki es un gran creador de belleza, pero de una belleza que sorprende y moviliza al espectador.
La obra finaliza con los giros derviches de uno de los bailarines, en un crescendo de energía de todos los intérpretes, que contagia al público que, con sus aplausos, acompaña los minutos finales de la obra.
Los bailarines Lucía Bargados, Alejo Herrera, Antonella Zanutto, Jonás Grassi, Daniela López, Juan Camargo, Lara Rodríguez, Vicente Manzoni, Flavia Dilorenzo, Damián Saban, Ivana Santaella, Adriel Ballatore, Eva Pedriger, Francisco de Asis, Carolina Capriati, Lautaro Dolz y Andrés Ortiz, sorprenden, por su elevado nivel técnico e interpretativo al servicio de una obra de altísima exigencia física, que interactúa con la singular soprano Graciela Odonne y los violinistas Fabrizio Zanella, Darío Zappia, Pablo Pereira y Hernán Vives en guitarra y laúd.
En una tarima al fondo del escenario, los otros músicos, Ignacio Caamaño en cello, Hernán Cuadrado en contrabajo y Jorge Lavista en clave, órgano y dirección de ensamble.
Ese contrapunto de estilos, también se da en el vestuario de los músicos y la cantante, con un sello barroco, diseñado por Pascal Robin y el de los bailarines, moderno y ecléctico, creado por Nadine Chabannier.
La iluminación de Yoanni Tivoli como la escenografía de Benjamín Lebreton contribuyeron a un espectáculo cuyas bellas imágenes permanecerán en la retina del espectador.
No podemos dejar de mencionar y aplaudir, el trabajo silencioso de Andrea Chinetti y de Diego Poblete en la dirección y codirección del Ballet Contemporáneo.