Dar clases es un acto de amor

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Existe un solo lugar en Mendoza, donde todas las semanas se ofrece un espectáculo de flamenco, explicó Jimena Tomba - Foto . gentileza de la bailarina

Provincias | Mendoza

 

En la región de cuyo existe una movida de flamenco que está atravesada por diferentes estadios, por un lado los profesionales que montan sus obras y los pequeños tablaos, y por otro lado, los concursos de danza

 

Tanto en Mendoza como en San Juan, miles de academias participan de las más de veinte competencias anuales de baile en las que muestran el trabajo que realiza cada agrupación. Si bien en el ámbito profesional muy pocos son los que realmente se suman a estas propuestas, es algo de lo que no se pueden escapar.

Jimena Tomba mendocina dedicada al flamenco desde hace dos décadas, trabajó en tablaos y espectáculos de teatro en Buenos Aires y luego retornó a su ciudad. Junto a su hermana Teresa, también bailaora, comparten la responsabilidad de sus propias producciones artísticas y su academia. En diálogo con Balletin Dance explicó cómo se vive el flamenco en la ciudad del vino.

 

¿Qué se entiende por flamenco en Mendoza y cómo funciona?

Hace alrededor de diez o quince años, aquí hubo una movida flamenca muy grande. Todos querían ver, escuchar y aprender flamenco, pero luego, como probablemente lo que sucede con todo aquello que se instala por moda, sólo permaneció en algunos lugares y en aquella gente que enamoró. A las personas que realmente atrapó este arte, se apasionan y continúan transitándolo. Quizás esa sea una característica de esta ciudad, que no es una variable o una actividad más como podría ser ir al gimnasio, sino que tiene que ver con un sentimiento, con algo que una vez que conocés y entendés, te toca, te atrapa y ya está: no te suelta más.

 

¿Hay tablaos o se preparan espectáculos para teatro?

No hay muchos lugares donde ver y escuchar flamenco, o en nuestro caso, para trabajar. Sólo uno fijo con shows una o dos veces por semana. El resto, siempre es la autogestión. Recorrer, ofrecer un show o ciclos de flamenco, generalmente a taquilla, pero, lamentablemente, son muy pocas las contrataciones. Consecuentemente con esto, los artistas mendocinos, preparamos y producimos nuestros espectáculos. Sobre todo, los profesores, generamos nuestras muestras en teatros y espacios culturales con los alumnos.

 

¿De qué manera funciona la producción?

Creo que en nuestro país debe funcionar en todos lados igual, todo se autogestiona. La producción de un espectáculo lleva mucho tiempo porque generalmente depende de la misma persona o grupo de personas, que lo dirige y monta. En su mayoría, son producciones “hechas en casa”, no por eso menos dignas o importantes, todo lo contrario. Pero lo que sí es muy cierto, es que las producciones son muy costosas, desde el trabajo que llevan hasta el tiempo de preparación.

 

¿Cuál es el trabajo durante el año de una bailarina de flamenco?

En mi provincia, la bailarina de flamenco debe buscar sus espacios para trabajar, montarse su espectáculo o show, que implica buscar músicos (muchas veces pagarles su cachet independientemente del resultado del montaje), preparar vestuario, escenografía, prensa y publicidad, luego ofrecerlo en distintos lugares, o solicitar alguna sala para llevarlo a cabo. A esto se le suma, que hay que combinar el horario de todos los participantes, hay poquísimos casos aquí de artistas que sólo se dedican a bailar, en su gran mayoría, además, damos clases y cursos.

 

¿Las clases son la manera de sobrevivir de un bailarín?

No sé si de sobrevivir, pero sí de hacer un poquito más rentable nuestra profesión. Se genera una mirada social muy rara con respecto a este tema, aquí los artistas estamos muy sensibles al respecto, sobre todo por la participación de bailarines y músicos en la Fiesta de la Vendimia (la Fiesta Nacional más importante de Mendoza, incluso la del cuerpo de baile más grande en cantidad de intérpretes) y el sueldo a cobrar. Pareciera que para un sector de la sociedad, el artista debería trabajar por amor al arte, por el solo placer que le genera estar arriba de un escenario, sin entender que los artistas se preparan para estar en ese lugar, no sólo en los ensayos efectivos, sino también durante el resto de su vida, que es un trabajo. Somos trabajadores del arte, y hay que hacerlo valer y dignificar nuestra profesión. Las clases son parte de nuestro trabajo, las preparamos y nos preparamos para ellas. De todas maneras y con respecto a la pregunta puntual, creo que dar clases es un acto de amor que nada tiene que ver con bailar, y que no todo bailarín puede dar clases y viceversa. Son dos caras de la misma moneda, pero las dos requieren de preparación, dedicación, profesionalidad y tiempo invertido.

 

¿Qué diferencia ve en la forma en que se trabaja en Buenos Aires o en España y en Mendoza?

Fundamentalmente, la centralización. La posibilidad de que casi todo sucede primero allí. Hay más espacios de trabajo (tablaos, compañías, producciones, llamados a concursos), el abanico de posibilidades y de trabajos que se generan. En las provincias, la forma de trabajo se da en las academias. Existen muy pocas posibilidades de trabajar fuera de ellas, sobre todo en flamenco, disciplina con la que no se cuenta en los ballets o compañías estables, ya sean estatales o privadas.

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Gabriel Vaudagna Arango, Máster en Flamenco (UGR); Lic. en danzas, profesor de danzas españolas e investigador. Responsable de la columna de flamenco en Balletin Dance desde 2013. Ha publicados cuatro libros de danza: Apuntes de clases, la danza española y el baile flamenco (2013) Post Flamenco, vanguardia y ruptura en el baile (2015), Pequeños Diálogos sobre el flamenco (2017) Declarado de interés Nacional por la presidencia de la Nación, Habitar la danza (2018). Es jurado en eventos de danzas de todo el país y dicta cursos y talleres de flamenco y folklore español. La Embajada de España le otorgó un reconocimiento en 2005 por su labor de difusión cultural.