Balletin Dance dialogó con Andrés Marín, quien luego de presentar D. Quixote en la XX Bienal de Sevilla, resultó ser el más cuestionado por la prensa local pero el más aplaudido por la crítica extranjera
D.Quixote fue presentada por el gran artista en la XX Bienal y fue co-financiada por la Junta de Andalucía -Instituto Andalúz del flamenco- el Teatro National de Chaillot y el Théatre de Nimes (Francia). Alonso Quijano (Quijote) aparece montado en un monociclo eléctrico, Sancho Panza en un skate y Dulcinea sobre unos patines, y todas sus aventuras se proyectan en una pantalla gigante a través de las selfis que ellos mismos se van tomando durante la obra. El propio Marín señala que se trata de un flamenco hibridado. “La obra tiene soledad, sexualidad, humor, todas las capas, claridad, oscuridad, ficción, la publicidad, los falsos héroes que son los futbolistas, las traiciones… siete personas para contar todo eso”.
Su academia, Flamenco Abierto, está ubicada en el centro de Sevilla, sobre la calle Divina Pastora. Entrado a su oficina se ven cuadros de Vicente Escudero, un gran poster de Antonio Gades en Carmen, algunas esculturas, botas de baile, instrumentos, discos de vinilo antiguo de flamenco. Al lado, los vestuarios y una gran sala de baile donde dicta clases regulares.
Su figura como bailaor se desdibuja detrás del personaje que compone en esta obra. ¿En el flamenco la gente va al teatro a ver al bailaor?
“Yo dejo aparcado al bailaor y hago el patetismo del bailaor. Me ha costado años dejar en mi casa al bailaor, quitarme los vicios de bailaor barato. No soy un bailaor de clichés, soy un hombre que baila. No antepongo el bailaor al hombre”. Señalando el cuadro de Gades sobre la pared, se pregunta “¿Dónde estaba el bailaor en Bodas de Sangre? La gente vive de los clichés y no tiene memoria…” Marín se apasiona y se enoja, “pero bueno el Quijote no es ruso. Lo que no sé, es qué ha leído la gente del Quijote, o qué han entendido, creo que han sido muchos más los extranjeros los que lo han leído. Allí hay un humanismo impresionante, una crítica social muy fuerte, te plasma toda la situación política y todo lo que vivían en ese tiempo”.
El equipo
“Quería hacer un quijote alternativo, urbano. No desde mi comprensión”. Sino a través de un equipo de personas conformado por el francés Laurent Berges “que viene de la ficción y las nuevas tecnologías”, su mujer argentina Oria Puppo y Rodrigo García (también argentino) “que vienen del teatro. Entre ellos salió este D. Quixote. Yo no lo hubiera hecho solo, no soy tonto. La búsqueda es sobre el teatro danza, no es el flamenco”.
El contexto determina al artista ¿Cómo convive el personaje con la realidad?
“He sido un Quijote en mi vida real. Porque todos mis espectáculos han sido un combate perdido. Los he perdido. Nunca tuve un combate ganado. Batallas fracasadas de las que luego me he repuesto, porque para mí no ha sido un fracaso, sino una exposición de libertad y de esperanza”.
Como Vicente Escudero, que cuando debutó en su sala propia de París, fue un fracaso, pero que ganó en experiencia y libertad.
“Yo debuté en la misma sala que él, en la Pleyel, en París. Pero Vicente Escudero murió sin nada que echarse a la boca, murió fracasado, no lo han reconocido nunca. Lo hemos rescatado nosotros, nuestra generación”.
¿Cuándo se verá una producción de Andrés Marín en Buenos Aires??
“Los directores de esta obra son de allí… Creo que en Argentina el teatro es de vanguardia, pero que hay un flamenco gitanero, no gitano, que es distinto. Los gitanos saben hacer lo que saben hacer y punto y son gloria. Pero los gitaneros, son los que hacen del flamenco los cliché y determinan el mercado. Hay que oxigenar al flamenco como hizo también Rocío Molina”.