Por Paula Lena y Gustavo Friedenberg
La danza estÔ llena de estereotipos. Alrededor de los altos existe un imaginario de languidez, lentitud, torpeza y pesadez asociado a determinados roles y andamientos musicales. Balletin Dance reunió a tres bailarinas de carreras tan sobresalientes como sus estaturas: Paula Cassano, Eva Prediger y Soledad Buss conversan en esta entrevista acerca de las venturas y desventuras de ser mujer, bailarina y alta en la Argentina de hoy
La convocatoria de la revista las sorprendió, del mismo modo que les alegró la posibilidad de visibilizar una problemĆ”tica que siempre ha atravesado sus vidas. Desde muy temprano las tres bailarinas comprendieron que sus alturas serĆan determinantes tanto en su formación como en la configuración de sus futuras carreras.
Paula Cassano (1.75 m): ādesde el Instituto [Superior de Arte del Teatro Colón] era la mĆ”s alta y no sabĆan dónde ponerme. Se le sumaba tambiĆ©n el tema de las extensiones: yo tenĆa la pierna a noventa grados igual que mis compaƱeras, pero parecĆa que la tenĆa mucho mĆ”s arriba. Siempre fui consciente de que tenĆa mĆ”s centĆmetros que entrenar, coordinar y tener bajo mi control. Tal vez los maestros no han sabido quĆ© hacer con mi tipo de fĆsico. El entrenamiento es igual para todos y no hay una bĆŗsqueda de la individualidad, de explotar lo que tiene cada uno.
La experiencia de Soledad Buss (1,73 m) es un poco diferente. La bailarina contemporĆ”nea devenida en tanguera comenta que en su provincia existe una gran comunidad alemana por lo cual ella no se sintió alta hasta llegar a Buenos Aires. āEn lo Ćŗnico que hubiese necesitado una formación especial es en el trabajo de partenaire, pero creo que los maestros se desafiaban ellos mismos para ayudarme. Yo siempre me sentĆ muy respetada y alentada por los mĆosā, comenta la artista oriunda de La Pampa.
Las tres mujeres aseguran haberse sentido siempre cómodas con su cuerpo, y manifiestan que la consciencia de su āser altasāā, viene a travĆ©s del contacto con el otro, no sólo al bailar o en las imĆ”genes que devuelven las filmaciones y fotografĆas, sino en la mirada de coreógrafos y directores a la hora de asignar roles o incorporarlas en el contexto de una compaƱĆa.
Eva Prediger (1,72m): āMuchos coreógrafos nacionales me han dicho: lo que pasa es que das muy modeloā. Ser muy flaca, tener altura o belleza en algunas cosas te beneficia, pero segĆŗn el gusto del coreógrafo y su percepción, te puede perjudicar. Esas cosas me han dolido porque en vez de conocerme como artista me estaban juzgando por mi apariencia y eso nunca me pasó con un coreógrafo extranjeroā.
Desde su experiencia como bailarina independiente, Soledad Buss comenta que ha trabajado con coreógrafos de Europa y de Broadway, donde estĆ”n acostumbrados a intĆ©rpretes altas y atlĆ©ticas, de modo que su sensación fue la de encajar siempre mucho mejor. Paula Cassano confiesa que en su caso hubo cierta cuestión de suerte porque cuando hizo el concurso para el Ballet del Teatro Colón -del cual sigue siendo cuerpo estable- Michael Uthoff estaba en la dirección, y acorde al estilo que traĆa de los Estados Unidos, contrató gente mĆ”s alta, lo que resultó en una novedad para la historia del teatro.
Si a lo largo de su trayectoria Prediger fue encasillada como modelo, mÔs de una vez a Buss le preguntaron por qué no comenzaba una carrera como vedette, mientras que a Cassano, un médico que le vaticinó no menos de 2 metros de altura le sugirió dedicarse al bÔsquet. Afortunadamente las voces externas no lograron desalentarlas, sin embargo, los estereotipos existen en todos los Ômbitos y la danza no es una excepción.
Eva, que comenzó su carrera profesional en el Ballet de Julio Bocca y es actual bailarina del Ballet ContemporÔneo del Teatro San Martin, se sabe siempre primera candidata para los roles de madre o femme fatal, que no suelen ser asignados a bailarinas mÔs bajas. Paula afirma que gracias a su contextura, ha realizado papeles donde ya tiene el cincuenta por ciento del personaje hecho, como el rol de Myrtha en Giselle y si bien no alberga esperanzas de interpretar a Odile y Odette, sabe que tiene un puesto -tan asegurado como merecido- entre los Cisnes Grandes.
ĀæExiste alguna dificultad tĆ©cnica relacionada especĆficamente con la atura?
EP. MƔs que nada las dimensiones que ocupamos y los trayectos.
PC. De dónde nos agarran en el trabajo de partenaire.
EP. Exacto, a veces me dicen āno pesas nada, pero todavĆa no te encuentro el ejeā. Cada vez que hacemos dĆŗos, ya sea en clĆ”sico, neoclĆ”sico o contemporĆ”neo es lo mismo: hay todo un proceso de investigación de los dos para acomodarse a esa sensación. Yo he tenido que trabajar las dinĆ”micas mucho mĆ”s que el resto: el rebote, el salto y ayudar al partenaire. Por sentirnos grandotas, creo que hacemos el ochenta por ciento de la fuerza en las levantadas.
SB. Mi pareja de tango a veces me dice āno hagas tantoā, porque una tiende ayudar de mĆ”s. DespuĆ©s la velocidad de las piernas, por ejemplo, nunca va a ser como el trayecto de una pierna mĆ”s corta; hay otros recorridos, otras alturas; otros desafĆos.
Al terminar el Taller del San MartĆn Soledad hizo un breve pasaje por la compaƱĆa, pero al momento de efectivizarla el tema de la altura se mencionó como un factor determinante para no quedar en el ballet. Fue un momento de pensar quĆ© hacer, ya estaba en pareja y no tenĆa ganas de migrar, que era lo que todos le sugerĆan, asĆ que comenzó su carrera independiente, incluyendo una veta comercial: āhay un momento donde te quedas trabado y, o te pones una cama de Pilates o empezĆ”s a sacarte prejuicios: yo hice comerciales, televisión, revista, todo eso que no querĆa ni imaginaba, pero aprendĆ un montónā, recuerda Buss.
¿Cómo se encuentra presente en la danza la mirada sobre el cuerpo y la femineidad hegemónica?
EP. Sigue existiendo esta imagen de que el hombre tiene que ser mĆ”s alto que la mujer, o al menos compensar desde la estructura fĆsica, tener una espalda ancha. En un cuerpo de baile, yo me veo diferente y entonces suelen darme solos, cuando estĆ”s haciendo un dĆŗo se tienen que ver los dos, si mi partenaire es muy delgadito, desaparece al lado mĆo.
SB. No es necesario que el varón sea mĆ”s alto, depende mĆ”s de la tĆ©cnica y preparación que tengas. Nada estĆ” mal: cuando mi pareja baila con las piernas flexionadas, yo con mis tacos soy mĆ”s alta que Ć©l. TĆ©cnicamente se compensa por otro lado: por mĆ”s menuda que sea una bailarina, si no ayuda con su propia fuerza para las levantadas es un peso muerto, pero cuando la mujer es mĆ”s alta que el hombre, estĆ©ticamente hay cierta desarmonĆa.
¿Es posible un futuro mÔs heterogéneo para los cuerpos del ballet?
EP. En lugares como Estados Unidos ya estĆ” sucediendo. Antes las bailarinas tenĆan que ser un palo, yo pasĆ© una anorexia muy grave, mi mamĆ” estaba asustada de que me iba a morir y para los maestros estaba perfecta. Ahora se usa un fĆsico atlĆ©tico, una musculatura mĆ”s fuerte. Las chicas no tienen que quebrarse para poder bailar y me parece genial que predomine la salud. Ese cambio estĆ©tico tambiĆ©n se empieza a reflejar en la cuestión de las alturas. No sĆ© cuĆ”l sea el caso especĆfico del Teatro Colón, pero en las compaƱĆas de afuera yo veo mĆ”s heterogeneidad.
PC. Yo creo que estĆ” cambiando, si bien sigo siendo la mĆ”s alta hay varias chicas no tan bajas y varios chicos altos, pero es complicado con el tema de los clĆ”sicos y por otro lado, muy subjetivo. Dentro del teatro yo pasĆ© muchas direcciones y como no hay categorĆas estables, cada director las designa segĆŗn su criterio. Siempre hice roles, supongo que tendrĆ” que ver con mi trabajo constante o que han podido ver a la bailarina mĆ”s allĆ” de la estatura.
SB. El tango es de por sà muy heterogéneo en sus estilos, pero también se da que la gente viene con bagajes bien distintos y eso hace que las fisicalidades también sean muy diversas, yo misma tuve que readaptar mi mirada al tango: es una danza popular y se supone que todos los cuerpos lo pueden bailar.
Evidentemente, cada lenguaje posee sus propias particularidades, pero de las experiencias reunidas se desprende que el problema de la altura -como tantos otros que pudieran seƱalarse en relación con cuerpos hegemónicos y estereotipos en la danza- responde exclusivamente a una cuestión estĆ©tica y prejuicios arraigados acerca de cómo los cuerpos se deberĆan ver. Lo interesante serĆa que, por lo menos en el arte y con suerte a travĆ©s suyo, estos estereotipos pudieran ser dejados atrĆ”s, como parte de un pasado que no es preciso sostener.
Escenas del próximo capĆtulo
Entre los personajes que desde su altura parecen imposibles Paula Cassano, sueƱa con Florinne del PƔjaro Azul de La Bella Durmiente y Nikya de La Bayadera. Mientras tanto nos deleitarƔ en La Cenicienta y El Lago de los Cisnes en el Teatro Colon.
En lo que resta del año, Eva Prediger participarÔ del programa Proyectos CoreogrÔficos en el Hall Alfredo Alcón, el Homenaje a Ana Itelmann y en la puesta Macbeth de Alejandro Cervera.
Por su parte, Soledad Buss estarƔ de gira en Estados Unidos con la orquesta de tango contemporƔneo Rasca Suelos, y en Europa con un proyecto independiente junto a su pareja de tango, a la par que ensaya una obra de tango y danza contemporƔnea con Laura Roatta.
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