Alta Joyería

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Diamantes en Berlín. Foto: Carlos Quezada

La Opera de Viena (Austria) y el Ballet de Berlín (Alemania) presentaron Joyas de George Balanchine. Aquí las reseñas de ambos espectáculos a cargo de los corresponsales de Balletin Dance en ambas ciudades

 

El Joyero de Balanchine en Berlín

Por Fabio Toraldo

 

Ya es famosa la causa ocasional que inspiró a Balanchine en 1967, para ponerse a prueba con Jewels, considerado el primer ballet abstracto de noche completa de la historia de la danza: la visita a una exposición de colección de piedras preciosas del célebre joyero Arpels fue lo que encendió su mecha creativa

 

Mr. B no era un intelectual y siempre se concentró en lo esencial al realizar comentarios sobre sus propias coreografías. Para una compañía europea como el Ballet Estatal de Berlín Esmeraldas es el cuadro que representa el más arduo desafío. Claramente inspirado en Francia -y más en general en una estética de danza romántica afín a la tradición y sensibilidad europea-, encuentra a los bailarines a gusto pero expuestos al riesgo de ligar demasiado los adagios, perdiendo el particular estilo balanchineano. El trio Voltolini, Kaltenbach, Bird tiene el brío necesario para que la partitura musical de Fauré parezca incluso más interesante.

Si en Esmeraldas la bailarina es aún una figura aérea e impalpable, en Rubíes es por el contrario una mujer que desea un rol paritario, que vive su propia sensualidad e independencia: high kicks, el típico balance off de las caderas y la fragmentación del movimiento contribuyen a acentuar la modernidad de la música de Igor Stravinsky y de la coreografía, frecuentemente comparada al frenesí de Nueva York. En la década del ‘60, se vivía una pasión casi salvaje por la danza, en buena parte alimentada por la actividad del New York City Ballet de Balanchine.

En Berlín la pareja Correa-Tamazlacaru funcionó bien: ella fue astuta y con una precisión muy atípica por ser una bailarina de escuela cubana, él fue fresco y brillante sobre todo en la sección de varones donde se embarca en un reto (que sabe mucho a deporte) con cuatro bailarines de cuerpo de baile. Brodbeck hizo alarde de su altura y largas líneas, en el rol que había sido otorgado a Pat Neary, repositora de esta sección.

Luego de la furia de Rubíes llega Diamantes, el último plato de esta cena coreográfica de primera clase (parece que Balanchine era un cocinero excelente y no es difícil creerlo).

Diamantes es el homenaje del coreógrafo georgiano a la Rusia zarista de su juventud y a la música de su querido Tchaikovsky. Su luz apolínea en Berlín, encontró a su diamante más resplandeciente en Polina Semionova, estrella de primera magnitud, en control total de su potencial. El fraseo y las miradas llegaron a una naturaleza que sólo se pueden obtener después de un trabajo extremadamente inteligente, después de tantos Lagos[1] y trabajos contemporáneos hechos en estos años que le han donado relajación en espalda y cuello. Además encantó la cercanía menos jerárquica con respecto a su partenaire, el cubano Virelles, con lindos trabajos de pie y aterrizajes, con las virtudes de Balanchine para el caballero: estar al servicio de la bailarina/reina. Semionova es consciente de su posición, pero sin soberbia: ¡es la reina que todos querrían tener!

El cuerpo de baile, se desempeñó de forma excelente, con precisión en las formaciones, estilo y musicalidad, tal lo demandado por la estructura y los cimientos de Jewels. La orquesta de la Opera del Estado alemana, dirigida por Reimer fue de total sincronía.

[1] El Lago de los Cisnes, como se dice coloquialmente en el mundo de la danza: simplemente Lago


Jewels de Balanchine en la Ópera de Viena

Por Beatriz Cotello

 

La versión completa de Jewels de George Balanchine, fue el gran estreno de ballet para el fin de año 2019, en una magnífica producción, rutilante de piedras preciosas y nobles materiales. Como es tradición de esta casa de ópera, se usaron los diseños de Barbara Karinska, creados para el estreno del New York City Ballet en 1967, perdurables hasta el fin de los tiempos.

Cada uno de los tres actos: Esmeraldas, Rubíes y Diamantes fue preparado, respectivamente, por los coreógrafos Ben Huys, Igor Zapravdin y Judith Pravin, como representantes del George Balanchine Trust.

Un verdadero festejo para los ojos, con la música muy bien interpretada por la Orquesta Estable del teatro, bajo la dirección de Paul Connelly (como siempre), especialista en música de ballet.

Se dice que Balanchine se inspiró en un admirable collar de Van Cleef & Arpels, que, coincidentemente, acababa de ser rematado en el Dorotheum, casa oficial de remates de Austria, según atesta una foto en el programa.

Las esmeraldas, dos parejas solistas, dos bailarinas y un nutrido cuerpo de baile forman cuadros de espectacular belleza. Bailan sobre un fondo batik verde igual que los cuatro telones de cada lado, además de inmensas guirnaldas de cristales que brillan cual inmensas esmeraldas. Predomina un aire soñador, evocativo del romanticismo, también presente en los tutús largos y acompañado por música de Fauré (Pélleas et Méllisande).

En los rubíes (mis bailarines favoritos): Denis Cherevychco y Kiyoka Hashimoto, como pareja protagónica y Ketevan Papava como bailarina solista. Es un número brillante, con música del Capricho de Stravinsky, que tiene mucho del jazz. Rítmico y vivaz, Cherevychko se lució en los saltos (parece ser despedido por un invisible resorte) y Papava con su brioso temperamento y su extrema flexibilidad. No hay tutús en esa parte sino ajustados torsos de seda intensamente roja, con unas polleritas como recortadas, que bailan junto con los intérpretes, sobre un fondo colorado cruzado con bandas en naranja en distintas direcciones.

El cuadro de los diamantes, es exquisito y majestuoso, muy Tchaikovskiano (Tercera Sinfonía). Los tutús y los trajes de los caballeros, lucen maravillosos adornos de transparente pedrería. Diamantes como estrellas en el telón de fondo y tres arañas de cristal en distintas posiciones. Los solistas fueron Olga Esina y Jakob Feyferlik.

Solistas y Corps de Ballet tuvieron un extraordinario desempeño en todos los cuadros (aunque al inicio de Diamonds el cuerpo de baile se vio un poco desarreglado, después se reajustaron).

En total, fue una velada para embriagarse de belleza.

 

El reparto completo puede verse en la página web de la Opera: www.wiener-staatsoper.at/en/season-tickets/detail/event/982728519-jewels/

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Fabio Toraldo
Nació en Taranto, Italia. Allí se formó como bailarín y en Florencia en la escuela del “Balletto di Toscana”, donde también estudió historia de la danza con Silvia Poletti, célebre profesora, periodista y crítica de danza. Empezó su carrera profesional como integrante del ballet de la Ópera de Leipzig (Alemania) bajo la dirección de Paul Chalmer, y siguió trabajando con Robert North en la compañía de los Teatros de Krefeld y Mönchengladbach. Bailó en la compañía de Ballet de la Ópera de Graz (Austria) bajo la dirección de Jörg Weinöhl (2015-2018) y de Beate Vollack (2019-2020). Desde 2020 se desempeñó en el rol de Souffleur para la ópera y ocasionalmente en calidad de Regieassistent. A partir del verano 2022 continuó evolucionando su visión artística en el Teatro de Regensburg en Alemania como Regieassistent y coreógrafo. En el verano de 2023 comenzará su labor con ese mismo rol, en el Teatro de la ciudad de Bremen.