Por primera vez, dos Campeones Nacionales de Malambo se reunieron para una breve serie de presentaciones en Buenos Aires y para esta producción con Balletin Dance. En medio de los cambios sociales que se han venido dando, Micaela del Río y Ernesto ‘Tito’ Díaz se propusieron transmitir un mensaje de confraternidad y de aceptación del nuevo rol femenino, alejado de cualquier polémica. Los más ortodoxos los cuestionaron. Cómo piensan y cómo viven estos ases del zapateo
Fue mucho más que un encuentro de bailarines. Fue un hecho que probablemente haya sentado las bases de un nuevo paradigma en la danza folklórica. El día que el Campeón Nacional de Malambo compartió por primera vez un escenario con la Campeona Nacional Femenina de la especialidad (la segunda surgida del incipiente certamen desarrollado en Villa Carlos Paz) empezó a escribirse otra historia. Y no porque no hubiese zapateadoras hasta entonces, sino porque, alentada por los cambios que se vienen dando en la sociedad, la mujer malambista se plantó en pie de igualdad con el hombre, ante el mundo.
El hecho sorprendió a propios y extraños. Espantó a los ortodoxos y alimentó un debate interesante en el seno de algunas de las instituciones que promueven nuestro folklore. Ocurrió por primera vez en noviembre, en la ceremonia de entrega de los Premios Chúcaro, y lo protagonizaron Micaela del Río, pampeana de General Acha, y el cordobés de Mina Clavero Ernesto ‘Tito’ Díaz. Luego de esa experiencia, Balletin Dance los reunió para una producción fotográfica y para analizar junto a ellos su recorrido profesional y el momento bisagra que les toca vivir.
“Es la primera vez que se da este encuentro, justo en un momento en el que la posición de la mujer ha crecido tanto. El Festival de Laborde tiene casi 53 años y nunca se había visto al Campeón Masculino con una Campeona Femenina. En 2018, cuando por primera vez hubo dos Campeones, no pudimos verlos juntos aun siendo los dos tucumanos (Mayra Mansilla y Matías Giménez). Pero ahora sí pudimos lograrlo”, celebra Tito Díaz la concreción de un anhelo.
Para Micaela fue la confirmación de que, más allá de la aceptación por parte del jurado, también la gente aplaudía y validaba el camino elegido. Venía de vivir “durante mucho tiempo una pelea interna; me planteaba hasta dónde ir con el malambo femenino, qué estaba bien y qué no. Al ser algo tan nuevo no tenía parámetros. Mi maestro (Rodolfo González Alcántara, Campeón Nacional 2012) me pasó las mudanzas pero fue responsabilidad mía interpretarlas. Algunos me cuestionaban, decían que uso mucho el torso, criticaban que lo mío era más baile que malambo. Sin embargo, yo estaba segura de lo que hacía”.
Apreciar el arte
También Tito Díaz fue señalado por su “modo de sentir y transmitir el malambo de una manera que no es habitual. Criticaron que mi malambo estaba muy proyectado hacia una estilización. Recibí todo tipo de comentarios, pero coincidíamos con mis maestros en que cuando se va a la vanguardia ese tipo de observaciones siempre llegan”.
“Estuve en la final del Malambo Femenino y pude comprobar que lo que Mica hace realmente es arte -la elogia el zapateador-. Pero la mayoría de los malambistas conservadores no llegan a interpretarlo. En cambio, aquellos que se dejaron conmover la aplaudieron y la consagraron”.
De sus maestros, Víctor Cortés y Adrián Vergés, rescata el artista cordobés que “trataron de marcarme la menor cantidad de movimientos posibles para que no adoptara su mismo estilo. De ellos aprendí a quererme como soy, algo que puede resultar demasiado profundo pero que es real. Me preguntaban hace unos días cómo hago para salir bien en las fotos. Yo me gusto, aprendí a gustarme. Y lo que hago, nadie lo va a poder hacer como yo. Nadie tiene mi cuerpo, mi pensamiento, ni mis falencias. Es un proceso interior”.
Hombre de firmes convicciones, Tito Díaz se presentó en el certamen Pre-Laborde de Córdoba desde los catorce años. Nunca pudo ganar. Se le dio recién a los 23, ya en la categoría Mayor, que consagra al Campeón Nacional. Corría el año 2017, en el de las Bodas de Oro del Festival. Pero esa vez no llegó a la final. “Abrí los ojos, absorbí un montón de información; ese paso fue fundamental”, analiza ahora a la distancia. Un año después resultó Subcampeón Nacional. La meta estaba cada vez más cerca. El 2019 lo encontró finalmente levantando el trofeo. “Mi paso por Laborde fue corto, pero las ansias de llegar hasta ahí fueron de toda una vida”, resume el bailarín.
Yo soy él
Para competir, Díaz se puso en la piel de un militar que fuera plasmado por el litógrafo francés Adolf D’Hastrel hacia 1840, en el apogeo del gobierno de Juan Manuel de Rosas. Se trataba de un oficial carabinero, escolta personal del Supremo. “Mis maestros me hicieron sentir verdaderamente que yo era esa persona que luchó por un ideal. El escenario era para mí, Juan Manuel tenía que entrar y defenderlo a muerte, pelear por él”.
En este punto, el bailarín recuerda que muchos le preguntaron si había trabajado la asunción del personaje y las presiones del entorno con un psicólogo, como si se tratara de un deportista de elite, “pero no me hizo falta”, afirma. “La convicción, la fe, la autoestima crecen dentro de uno junto con el trabajo”. Confiaba en sus capacidades y en la intercesión del santo Cura Brochero, del que es ferviente devoto. Llegó a repetir veinte veces en el día la exigente rutina de once mudanzas y 4:44 minutos de duración.
Por su lado, Micaela halló la fuerza necesaria para trascender “en el universo y en la tierra”, dice. Tal es su conexión con el paisaje que la vio crecer, que esconde en su traje de mujer ranquel una bolsita con yuyos de la pampa. El carácter del personaje se lo dio el recuerdo de “los pueblos originarios mutilados y privados de sus derechos. Quería llegar a ellos y regalarles mi malambo como homenaje”, sostiene. Dolor y garra atravesaron a esta amazona que en septiembre conmovió al público reunido en el Complejo Malambo.
¿Cómo viven la polémica surgida en torno al malambo femenino?
(Micaela) Para las mujeres es muy importante tener un campeonato propio. Hubo un estallido muy grande y creo que lo estamos aprovechando. Lo principal es que tomemos conciencia de la necesidad de zapatear como mujeres, con la sutileza y la fuerza femenina que todas tenemos.
(Tito) El malambo es una expresión artística tradicional argentina. Si bien es cierto que no existe tanta documentación que confirme la existencia de mujeres zapateadoras muchos años atrás, eso a esta altura no interesa. La mujer hoy quiere zapatear y lo puede hacer tranquilamente. Y cualquier reconocimiento que se le pueda dar es un incentivo para que cada día lo haga mejor.
Siendo la cara visible de Laborde durante todo un año, este apoyo suyo podría interpretarse como el del Festival mismo.
(Tito) Yo he querido hacer de la copa un mensaje de esperanza, de trabajo y de disciplina. Al juntarme con Mica no le resto nada al Festival; por el contrario, demostramos que podemos convivir sin discordia. Somos hombre y mujer, y como en la vida misma nos unimos y complementamos.
¿Llegará el día en que una Campeona Femenina se suba al escenario de Laborde?
(Tito) Ahora que la mujer tiene su espacio tan bien ganado no necesita de Laborde.