La prestigiosa coreógrafa hizo un repaso introspectivo en los primeros diez años de su compañía, que tendrán como punto de celebración el próximo 12 de diciembre en el Teatro Maipo con un espectáculo que traerá el preestreno de ‘Coraje’, una propuesta nacida en las entrañas de la pandemia y que llega con un mensaje pleno de potencia y sensibilidad.
Creer en un proyecto a largo plazo en los vaivenes de la contextualidad de nuestro país a veces puede resultar utópico. En determinadas ocasiones, quizás, los soñadores y creadores reman en el mar embravecido con la mirada en un horizonte capaz de desplegar un mundo que les confiere el sitio ideal para el despliegue de inspiración superior. El esfuerzo, la perseverancia, el trabajo cotidiano y el talento encuentran su punto exacto. El aquí y ahora fue el inicio de una aventura que dio lugar al tiempo, un espacio y una proyección.
Diez años, la primera década de una compañía independiente que no sólo baila, sino que hizo de su comunión una forma de vida indisoluble para cada uno de los que conforman Cadabra. Así lo viven, así lo quieren y con ello se identifican al instante.
Anabella Tuliano apiló los conocimientos y estudios de ciencias jurídicas para que su título de abogada conviva sin inconvenientes con el trajín que demanda ser la directora y fundadora de su compañía. Bailó toda la vida y coreografió desde que tiene uso de razón. Tanta pasión, sentimientos, ideas y necesidades de manifestar todas esas emociones necesitaban un canal propio, de identidad, de labor y disciplina constantes. Así nació en 2011 Cadabra.
“Creo profundamente en la dinámica de los grupos. Cuando varias personas se reúnen, vibran en el mismo sentido, comparten similar intensidad y compromiso, las cosas que uno cree que jamás pasarán, suceden. Cadabra es magia, magia en su puro estado. No hay secretos, sí palabras que definen: compromiso, trabajo, nobleza, amor y fe. Tiene que ver con eso, siempre estuve convencida en la dinámica de grupos. Y creí que si uno confluye con los interlocutores correctos, en el momento indicado, la consecuencia no sólo de la vida sino artística se transforma en algo divino, al hablar de algo extraterrenal, claro. Y en su momento también quería crear un lenguaje que le diera un estilo, en sello propio a la idea que imaginaba acerca de una compañía”, señaló con firmeza.
Su emoción al repasar esta primera década al frente de la misma le arranca lágrimas sinceras, nostálgicas pero a la vez esperanzadoras. Juntó sus manos en el pecho, inspiró profundo y sonrojó. “Tenía muchas cosas en mi cabeza, una necesidad imperiosa de crear. Soy docente desde muy joven y allí comencé a construir un lenguaje, un estilo, una impronta. Me urgía tener la compañía para volcar esas ideas que hacía ya tiempo daban vueltas a cada minuto en mis pensamientos. Más allá del dictado de clases y que había dejado de bailar, buscaba la creación a otro nivel. Es un orgullo, además, saber que todos los bailarines de Cadabra fueron mis alumnos. Y hacer este camino lo considero una bendición. Crecer con ellos y ser parte de esa formación me hace inmensamente feliz. Cinco de los ocho integrantes están desde el primer día. Eso habla a las claras de que hay una comunión más allá de lo profesional y artístico. Desde el vamos se pensó en un trabajo de dinámica y crecimiento constantes y a largo plazo. No nos reuníamos para hacer una obra, los motivos se sustentaban en la creación de una compañía independiente, cuestión que teníamos en claro. Se sabía del esfuerzo que ello significaba, salir a la búsqueda de recursos, porque solos no llegan. Hay una logística no menor y sin ella es imposible trabajar adecuadamente”.
No dudó un instante en afirmar que “cuando ese compañero es hermano y sostén, es mucho más relajado crecer y crear. En todo este tiempo fue posible hacerlo, aunque parezca inviable, en un contexto social y de país complejo”.
‘Domestícame’, ‘Cadabra’, ‘No te duermas vencido’, ‘Idaki’ y ‘Lo que tenía que ser’ son prueba de ello. Títulos que desplegaron imaginación, justeza, una sincronización escénica como pocas y la enorme creatividad de composición a través de músicas que van de Max Richter a la percusión de Greg Ellis y Mickey Hart, a la singularidad de Piano Guys y el toque islandés de Ólafur Arnalds o la marca registrada de Astor Piazzolla.
No tiene secretos, aclaró, en el momento de la elección. “Llego a los autores y a la partitura que me conmueve con una gran cuota de casualidad. De escucharla en lugares cotidianos y preguntar qué artista es, a comenzar un derrotero incansable en los canales digitales para investigar, indagar y conocer a fondo la esencia de la misma. Y digo, es por aquí, tenía que llegar. Creo mucho en estas cuestiones si se quiere traídas de la mano del azar, aunque en el fondo hay más que la simpleza de una coincidencia”.
Reflexiva, abierta a mostrar sus emociones, Anabella Tuliano explicó que “en todos estos años hubo una evolución fantástica en el lenguaje, a través del sello distintivo expuesto en cada una de las obras. Comencé a contar historias de una manera y cuando llegó el turno de ‘Lo que tenía que ser’ se produjo una bisagra. Pude posicionarme de otra manera a la hora de volcar las emociones, el convencimiento de ese mensaje que llegará a la platea desde el detalle en el movimiento que transporta consigo un bagaje de sensibilidades por momentos extremas. Nos encontró con madurez y una compañía muy fortalecida. Todo lo que vino luego fue una instancia maravillosa, las giras, el reconocimiento a tantos años de trabajo. Hubo y hay mucho corazón. Lo fantástico es la búsqueda, que se tenga la libre interpretación de ese lenguaje artístico que lleva la identidad en esta compañía. Hay un momento en que el intérprete y el espectador confluyen en una simbiosis difícil de explicar. La platea vibra en el escenario y el bailarín, debajo. Es la sensación misma del tiempo detenido y acontece lo que tiene que suceder. Y eso es magia. Tiene que trascender el mensaje, ¿Cuál? El que ese público sintió, recibió”, expresó la directora con voz suave y pausada.
Defensora a ultranza de una estética escénica minimalista, de cuerpos despojados de vestuarios y la iluminación como un integrante más de la compañía, la joven docente se refirió a su manera de crear: “no puedo ser literal. Si bien tengo una idea, una base, una historia dentro de mí, los disparadores de las sensaciones y las emociones son el eje. Por ello propongo el juego, el ida y vuelta, que es donde realmente se concretan los hechos”.
El 12 de diciembre se conocerá el nuevo desafío de la compañía en el escenario del Maipo. “En una primera parte haremos un recorrido por estos diez años y en la segunda parte irá el preestreno de ‘Coraje’ con música de Martin Phipps y Emiliano Nahuel Torti. Podrá verse un gran adelanto del trabajo que, próximamente, ofreceremos en su versión integral. Será un avance importante. El origen de la obra surgió cuando estaba armando ‘Estampida’, quería hablar de esta necesidad rara que tenemos las personas de correr desordenadamente sin saber hacia dónde vamos. Un caos generalizado por miedo. Pensaba, qué pasaría si todos nos uniéramos con esa poderosa estampida que trae consigo el temor. Y justo apareció la pandemia. Sin dudas, que en ese estado de incertidumbre y fragilidad, es imposible evolucionar y crecer en manos del pánico. ‘Estampida’ iba a ser un espectáculo de magnitud tal cual su título, con mi compañía y 30 invitados. Era llevar al escenario una reflexión de todo lo que sucedió de marzo de 2020 a esta parte. Y a la par, nació mi hija y toda la sensibilidad a flor de piel. Y a la compañía le dedicaba en cada charla la palabra coraje. Era como ver que se derrumbaba todo a nuestro alrededor pero aparecía este término para empujar a no darse por vencido. Había muertes físicas, espirituales, artísticas y todo aquello que no podía sostenerse. Muy fuerte todo como para no tomar ese momento como un disparador creativo para coreografiar. ‘Coraje’ tiene mucho de ‘Estampida’. Lleva un lenguaje potente, de energías intensas. Obvio que hay lugar para la reflexión, pero su esencia es poderosa. Se manifiesta el dolor del otro, es imposible que no lo percibas. Te tiene que doler la humanidad, porque si no te conmovés difícilmente crezcas como sociedad. Toda esa metáfora hay que crearla y bajarla a la escena. Con ‘Coraje’ creo que demostramos que la compañía está intacta, fortalecida desde lo humano y desde lo artístico se agigantó”.
A la felicidad del próximo estreno, su actividad en el breve plazo marca un trabajo muy significativo para el Teatro Libertador General San Martín de Córdoba y una propuesta fantástica para la que fue convocada por el primer bailarín del ABT Herman Cornejo como coreógrafa , con un gran equipo artístico. “Comenzamos a trabajarlo en pandemia en forma virtual con un solo que ya fue presentado y estamos entusiasmadísimos en la creación de esta obra completa. Feliz y orgullosa del proyecto, es un sueño coreografiarlo. Habrá música sinfónica folklórica de latinoamérica. Tiene el eje sobre un proyecto que Nijinsky no pudo desarrollar en 1917 y habla de la transformación, la espiritualidad. Maravillosa y conmovedora iniciativa”, dijo con profunda alegría.
Entradas en: https://www.plateanet.com/obra/22980?obra=GRUPO-CADABRA—10-ANOS&paso=inicio
Cadabra en el Teatro Círculo de Rosario
La 5º función de la Temporada de Abono 2021 del Teatro El Círculo, de Rosario, contará con la presentación del Grupo Cadabra, con dirección y coreografía de Anabella Tuliano. Será el jueves 9 de diciembre, a las 20 hs.
El programa está compuesto por la obra ‘Lo que tenía que ser’, con música del pianista y compositor alemán Max Ritcher y la participación de Mariela Trinchero como solista de violín.
Las entradas se consiguen en boletería del teatro (Laprida 1223) o en: https://www.ticketek.com.ar/cadabra/teatro-el-circulo