El arte y las causas nobles

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Bailarines: Kateryna Kukhar-Alexander Stoianov-Vladislav Bondar. Ph: Antonio Fresco

Por: Patricia Casañas

Giselle. Ballet en dos actos. Ballet Nacional de Ucrania. Dirección: Alexander Stoianov. En el Luna Park, el miércoles 15 de junio.

En el marco de su gira por Sudamérica, la primera y única presentación del Ballet de Ucrania en Buenos Aires estuvo, como era de esperarse, intervenida por una serie de factores extra artísticos, comenzando por la obra elegida. Desde hace meses se anunció El lago de los cisnes para esta ocasión tan especial, pero la compañía tomó la decisión de cambiarla por Giselle. ¿El motivo? Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893) habría sido vetado por algunos de los integrantes del elenco, una susceptibilidad exagerada hacia el compositor ruso más europeo de todos, resistido en su época por el nacionalista Grupo de los Cinco. No es la primera vez que en el mundo se toma este tipo de sorprendentes decisiones, en este caso contra quien fuera el más importante autor de música para ballet.

Antes de comenzar la función, el encargado de negocios de la Embajada de Ucrania, Sergiy Nebrat, junto con el director de la compañía Alexander Stoianov, se explayaron sobre la situación de su país, al exhortar el apoyo a sus connacionales y relataron que parte de lo recaudado en esta gira se destina a colaborar con su ejército. Stoianov lo hizo en un forzado y gentil español. Banderas ucranianas flamearon en distintos lugares de la platea y el pullman (únicos sectores habilitados del amplio Luna Park), mientras muchos concurrentes –argentinos y ucranianos- vivaron a los visitantes.

Después de este emotivo comienzo, lo que sucedió en escena fue harina de otro costal. Por más empatía que genere la causa ucraniana, no pueden dejar de señalarse los problemas de interpretación –ya que no de técnica- y de producción de esta Giselle que como se sabe, es una obra paradigmática del romanticismo. Pieza clave en el repertorio de las grandes compañías mundiales, está cargada de una tradición y un estilo que no pueden soslayarse. En el precario programa de mano se consigna que “El Ballet Nacional de Ucrania… es una compañía líder en el ballet mundial, al nivel de los grandes teatros del mundo como el Bolshoi, el Kirov y la Ópera de París”. Pues entonces era dable esperar una interpretación acorde con tal arriesgada comparación, lo cual no sucedió.

Kateryna Kukhar en la escena de la locura. Ph: Antonio Fresco

La nula información del mencionado programa (sin ficha técnica ni nómina de los bailarines) demandó de quien esto escribe (y de cualquier interesado) una investigación personal para saber quiénes eran los principales intérpretes; por eso podemos decir que más allá de una correcta y lineal actuación de Kateryna Kukhar como la protagonista, no hubo interpretaciones relevantes. El mencionado Alexander Stoianov estuvo más cercano al desenfadado Basilio de Don Quijote que a la nobleza de Albrecht (aquí rebautizado Albert). El joven Vladislav Bondar fue un Hilarión (aquí Hans) con poco trabajo dramático. Reducido en su número, el cuerpo de baile mostró entusiasmo y disciplina, enmarcado por una escenografía simple y un vestuario reñido con cualquier lógica y con conceptos inadecuados (brillos en Bathilde, las aldeanas y willis, que resignaron su fantasmal blancura por trajes moteados).

Bailarines: Kateryna Kukhar- Alexander Stoianov y cuerpo de baile. Ph: Antonio Fresco

Moraleja de la velada: la causa nacional y la calidad artística son dos aguas que no siempre van por el mismo cauce.