En abril, en medio del rodaje de la nueva película de Carlos Saura, el mexicano Isaac Hernández (ganador del Benois de la Danse 2018), estuvo en el Teatro Colón protagonizando el Don Quijote de Vladimir Vasiliev. Allí converso con Balletin Dance acerca de su fascinante historia
“Yo era karateka hasta que mi papá me invitó a tomar clases de ballet; me fascinó el modo en que él describía la mecánica; era como un rompecabezas y yo quería saber qué pasaba cuando lo armabas”, recordó el joven, que no supo que sus padres habían sido bailarines hasta comenzar aquellas clases en el patio de su casa, junto a sus diez hermanos.
“Hicimos la misma barra durante cuatro años, de modo que cuando por fin tuvimos un salón y fuimos al centro, ya quería probar el triple tour (no entendía los límites)”. Poco después “interpretar personajes me abrió la posibilidad de crear algo más: te dedicas a cuidar el cuerpo y la técnica para vivir esos momentos especiales. Es como una adicción que aún me tiene atrapado”.
¿Cuándo comprendió que quería bailar profesionalmente?
“Las competencias nacionales me resultaban raras, pero ahí comprendí que había un mundo afuera. Así recibí una recomendación para la Ópera de Paris, y volé allí con mi mamá. Tenía 11 años. Los niños sólo se dedicaban a bailar, mi sensación fue que no podían hacer nada más, la clase me aburría; era imposible adaptarme. Ellos me dijeron que conforme saliera, no regresaría. De eso me acordé la última vez que bailé allí”.
Del patio en Guadalajara a Europa, con escalas
Un video de El Corsario del American Ballet Theatre, lo hizo soñar con esa compañía que, luego de una competencia en New York, le ofreció una beca para su programa de verano. Después de 7 veranos con ellos, a sus 17 años le ofrecieron el primer contrato. Pero no tardó en entender que no quería esperar los tiempos que allí se manejaban para alcanzar los roles que soñaba, aceptando en su lugar una invitación del Ballet de San Francisco, donde no bailó ballet en años.
“Es notable lo diferente del día a día de una compañía que se dedica a hacer tantas nuevas creaciones y que produce un bailarín muy creativo. Pero ellos sólo hacían ocho funciones de los ballets completos, entonces, si eras un joven con posibilidades y mucha suerte, te tocaba hacer uno; yo quería otra cosa. Lo bueno es que me había convertido en un bailarín ágil, aprendía las cosas muy rápido y cuando llegué a Europa podía ir al Mariinsky o a la Ópera de París y preparar una producción en cinco días”. Ya radicado en Amsterdam, “en el Het, todos los meses teníamos una pequeña temporada: fui cambiando de cuerpo y mentalidad y adquirí ese estilo sutil y especial de la danza holandesa. Los primeros dos años bailé todo y recién ahí fui promovido a bailarín principal. Eso me dio gusto porque no fue en virtud de mi potencial, sino que ya me lo había ganado”.
El English National Ballet
“Después de bailar El Lago de los Cisnes como invitado del English National Ballet, me ofrecieron hacer su gira internacional, con títulos que nunca había hecho y junto a Tamara Rojo. En ese mes y medio realicé más ballets completos que en toda mi vida y me encantó esa sensación de continuidad y consistencia. Pasaron cuatro años y voy por otros tres. Cada noche se siente como algo especial, hemos construido un repertorio irrepetible y las giras programadas son extraordinarias, no me imagino en otro sitio”.
En un lugar de la Mancha…
Hernández cuenta que ésta fue su sexta puesta de Quijote, incluyendo una muy caricaturesca de Mikhail Baryshnikov, y la de Rudolf Nureyev que define como una masterclass técnica. “La versión de Vasiliev está llena de cosas emblemáticas suyas”, opina. Con cada versión se completa el rompecabezas.
En varias entrevistas manifestó preocupación por la falta de popularidad de la danza.
“La danza convoca el 2% del espectador de entretenimiento. Deberíamos pensar cómo acercarnos a la vida pública, sino, es difícil imaginar un futuro. Una vez que se acaban los subsidios, nuestro público no es ni remotamente equitativo al gasto que generamos. Lo que hacemos es físicamente increíble, y me importa que más gente quiera saber, que se vuelva parte de la vida y del consumo diario y no de un mundo exclusivo”.
Con ya seis ediciones, Hernández produce la gala Despertares que reúne a los artistas más destacados de la danza internacional, llenando auditorios de 10mil personas, sólo comparable en México a los conciertos de Luis Miguel.
“Pretendo convertir la danza en algo popular y sembrar una semilla. También desarrollamos el programa Impulsa, con una serie de workshops, y becas para la ENB School. Hemos compartido con los niños técnicas que ni sabían que existían y que ellos mismos se encargarán de diseminar”.