Andrés Granier y Francisco Benvenuti son actores. Ana Gurbanov y Virginia Leanza son bailarinas y los dirigen. Tal vez haya sido su transcurrir entre la danza, el circo y el teatro lo que las llevo a preguntarse acerca de la potencia del movimiento no especializado. Esta pregunta devino investigación y la investigación devino obra. Los viernes a las 23 hs en El Excéntrico de la 18, los dos hombres bailan hipnóticamente y son hilarantes: están de Farra
“Las dos hicimos la carrera de composición coreográfica en la UNA Movimiento [Universidad Nacional de las Artes], nos conocíamos pero no éramos amigas ni habíamos hecho nada importante juntas. Nos embarcamos en un proceso de investigación con intérpretes no entrenados en danza, que comenzó como una especie de laboratorio para escribir la tesina de graduación. Con el tiempo decantó en ésta obra”, relatan a dúo las directoras.
¿Siempre tuvieron claro que no trabajarían con bailarines?
Virginia Leanza. En algún momento teníamos también bailarinas, pero hay algo que se iba presentando muy contundente en este dúo y decidimos que era necesario achicar y probar cosas de movimiento sólo con los actores.
Ana Gurbanov. Por otra parte, si bien no son bailarines, tampoco son cuerpos cotidianos, porque tienen el entrenamiento escénico. Comenzamos buscando transpolar movimientos nuestros en sus cuerpos, pero también investigar a partir de ellos, sus singularidades y sus formas de mover. Probamos varias cosas, les pasábamos coreos, pero también los hacíamos improvisar con pautas.
¿Cómo resultó ese proceso?
VL. La diferencia fundamental que encontramos es la abstracción. Para un actor en general el movimiento tiene más que ver con una acción, o una indicación de puesta en escena, y fue muy interesante presenciar cómo era para ellos moverse desde un lugar que no es su formación. Ahí aparece otro cuerpo.
AG. Por suerte ellos son dos grandes intérpretes y eso fue un punto de partida muy favorable para dos directoras en su ópera prima.
¿Constataron su hipótesis o encontraron otras cosas?
VL. Encontramos muchas cosas. Esta exploración podría haber llevado a muchos mundos, pero cuando apareció el humor nos dimos cuenta de algo que compartíamos sin habérnoslo propuesto.
AG. Se fue dirigiendo hacia ese lugar, pero no era una hipótesis como un punto de partida, son cosas que fueron apareciendo y que fuimos entendiendo. Lo que sí está desde un comienzo es el trabajo con la voz, con textos y canto. Por eso aparece en la obra ese material desopilante de canciones.
Estar en escena
Farra se estrenó en 2016 con una temporada de 15 funciones en El Excéntrico de la 18. Participó del Festival Emergente y del Festival de Danza Contemporánea de Buenos Aires. Finalmente, hicieron una presentación más, dentro de la celebración por el 30º aniversario de la sala donde ahora mismo se encuentran. Frente a las dificultades de hacer y sostener teatro en nuestra ciudad, acaban de lanzar su segunda temporada, pero sus directoras aseguran que se la juegan básicamente porque hay muchas ganas de hacer la obra.
VL. Para mí, lo bueno de hacer una segunda temporada, de volver a ensayar y volver al material, es que abre cosas que cuando estás muy metido en el proceso -y además producís- te las perdés. En este regreso hay algo muy claro y tiene mucho que ver con los que es Farra: dos que contienen algo y luego salen disparados hacia lo que tenían ganas de hacer; algo en relación al deseo.
AG. …y al placer de bailar, lo que representa el baile también socialmente; la cuestión de los estereotipos, las categorías dicotómica: el que baila y el que no baila, el que es hombre y el que es mujer, el que canta y el que no, si esto es danza o es teatro. Los personajes son dos que se saben mirados y que a su vez, están mirando desde el borde: son dos outsiders de la danza; dos analógicos, están fuera de época. La cuestión de lo marginal se pone en juego. Y ésta es una producción marginal. Nosotras somos las directoras y nos estamos ocupando de todo lo que está alrededor de la obra para que pueda suceder. Estamos todos muy implicados en lo que es la producción, y aunque parezca una obviedad, está bueno no perderlo de vista: nosotros acá tenemos una forma muy particular de hacer teatro, y por eso también la obra es lo que es.
¿Y qué es?
AG. Farra también es la celebración del encuentro, la celebración de la vida. Puede parecer cursi, pero es celebrar ese momento donde estamos juntos, y el teatro es eso. Sobre todo en este contexto de virtualización, vaciamiento, desmembramiento social; el teatro es un bastión de eso.
¿Cómo se sienten en relación a la danza?
AG. ¡Somos dos outsiders nosotras también! (Risas)
VL. Esta inquietud no nos surge por oposición. Nosotras somos de movimiento y de ahí partimos; no renegamos de la técnica, de la disciplina, del entrenamiento. Tiene que ver con encontrar nuevas posibilidades.
AG. No queremos escapar del movimiento, sino por el contrario seguir buscando, seguir preguntándonos.