Con Sylvia de Frederick Ashton, el Ballet Estable del Teatro Colón inició su temporada 2017, bajo la dirección de Paloma Herrera

Sylvia, que se había estrenado en el Teatro Colón en 2015, con reposición de Susan Jones (quien llegó una vez más a Buenos Aires en esta ocasión) significa un desafío para la compañía. Se trata de una puesta compleja, coreográficamente muy complicada, que requiere resistencia, dominio corporal de cada uno de sus cuantiosos personajes, con un cuidado estado físico que les permita acercarse a la perfección estilística. El Ballet Estable del Teatro Colón volvía de sus largas vacaciones y, honestamente, a sus bailarines les faltó el rigor que reclama la técnica del ballet en general y la de Ashton en particular.

La orquesta sonó magnífica dirigida por Emmanuel Siffert para los acordes creados por Léo Delibes, lo que imprimió a la propuesta un mayor entusiasmo y magia para sus tres diferentes actos (el tercero, superior). El cuerpo de baile se mostró prolijo, con escenas grupales bien ensayadas, con voluntad de superación que seguramente pueda desarrollarse en el transcurrir del año. El vestuario majestuoso de Christopher y Robin Ironside, lució a la altura de nuestro primer coliseo.

 

Las seis funciones (la séptima se canceló debido al paro nacional), alternaron los roles principales en tres repartos:

Primer reparto

Nadia Muzyca interpretó cautelosamente a Sylvia, para reservarse energía para el tercer acto, el más dificultoso de todos. Se la observó con bastantes dificultades en los giros, probablemente como consecuencia de la falta de movimiento de cabeza, que se hicieron más evidentes que en sus anteriores actuaciones. Se trata de una preciosa bailarina, con un cuerpo dotado, que sin embargo el día del estreno no logró su mejor entrega. Estuvo magistralmente acompañada por Dalmiro Astesiano que encontró una genial interpretación para Orión, y por el (aún) joven Maximiliano Iglesias como Aminta, un pastor désinvolte.

Para el tercer acto, el más bello musicalmente, lleno de personajes de lo más variados, se destacaron la altísima Paula Cassano, Natalia Pelayo, Luciana Barrirero, Emilia Peredo Aguirre, Nahuel Prozzi, Jiva Velázquez, Emiliano Falcone y Amalia Pérez Alzueta.

 

Segundo reparto

Isabella Boylston, del American Ballet Theatre, encarnó a una Sylvia más sólida técnicamente, con mayor resistencia que le permitió llegar airosa al final, aunque las exigencias coreográficas también se hicieron notar. Alejandro Parente, sólido, fue demasiado caballeroso como Orion, siempre a merced del cuidado de la fémina que acompaña y Federico Fernández, ya un artista consolidado, fue un gentil Aminta.

Tercer reparto

También preparándose para la exigencia de los tres actos, Karina Olmedo ofreció una primera entrada plagada de petits pasos y posiciones, que fueron creciendo en el devenir del ballet. Sin dudas trabaja con inteligencia, para poder afrontar este tipo de piezas en el año mismo en que piensa retirarse de la escena. Fue acompañada por Emanuel Abruzzo como el cazador, con fuerza y sin salvajismos, y por Nahuel Prozzi un cuidado pastor.

En el tercer acto destacaron Gerogina Giovannoni y Williams Malpezzi como cabras, y nuevamente Pelayo, Astesiano, Velázquez y Cassano.


 

Nueva temporada

Finalmente el mes pasado, la oficina de prensa del coliseo, anunció oficialmente los cambios que presentará el Ballet Estable durante este año, que pasa de las 22 funciones anunciadas en la gestión anterior, a un total de 46 presentaciones en la sala mayor del Teatro Colón.

El segundo título del año será El Lago de los Cisnes de Mario Galizzi (en reemplazo de La Fierecilla Domada), siete funciones del 25 de junio al 2 de julio. Habrá luego una sola función de Tríptico Tippet/Duato/Balanchine el 10 de agosto, con Bruch: Concierto para violín Nᵒ 1 de Clark Tippet, Por Vos Muero de Nacho Duato y Tema y Variaciones de George Balanchine.

Continuará La Bella Durmiente del Bosque de Galizzi (como estaba anunciado), en ocho noches del 29 de septiembre al 7 de octubre. Noche Clásica y Contemporánea ofrecerá dos programas distintos, la repetición de Tríptico Tippet/Duato/Balanchine (15 y 18 de octubre) y Bruch, el pas de deux del segundo acto de El Lago de los Cisnes (Galizzi), Adagietto de Oscar Araiz y Tema y Variaciones (17, 20, 21 y 24 de octubre).

La temporada 2017 finalizará con la maravillosa versión de El Cascanueces de Rudolf Nureyev (en reemplazo de Notre Dame de París), en seis noches del 23 al 30 de diciembre.

Por otra parte, el cuerpo estable ofrecerá mayor cantidad de espectáculos para niños a la mañana, en el marco del ciclo Vamos al Colón, que convoca a alumnos de escuelas estatales de la ciudad de Buenos Aires. Serán once espectáculos en total en 2017. Allí pudieron ver una versión reducida de Sylvia con un actor a modo de presentador, y continuarán con La Bella Durmiente, además de la anunciada Alicia en el País de las Maravillas de Alejandro Cervera.


Medicina para los bailarines

Y en poco menos de dos meses, Paloma Herrera logró la creación del nuevo equipo médico del Ballet Estable del Teatro Colón, una de las tantas tareas pendientes, que cuenta con consultorios y salas de gimnasio y rehabilitación kinesiológica dentro del teatro. Dos utopías cumplidas, considerando el agregado de funciones.

El proyecto que ya está en funcionamiento integra medicina clínica, traumatología y kinesiología, con un equipo liderado por el Dr. Marcelo Kamijo, uno de los directores del Centro Kynet (encargado del equipamiento y patrocinador). En el consultorio médico, se realizarán historias clínicas, evaluaciones y atenciones a los integrantes del ballet.

Paloma Herrera, anunció al momento de presentarlo al cuerpo estable: “Saben que confío plenamente en cada uno de ustedes con todo el talento que tienen. Quiero que sepan que desde este lado hay un equipo que apoya todo lo que estoy tratando de implementar. Es una linda combinación.”