Partituras Danzadas

0
1334

Matías Trípodi, bailarín argentino radicado en París, creó una serie de 64 símbolos que permiten transcribir al papel de manera sucinta coreografías de tango. Habitual colaborador de la compañía de Pina Bausch, celebra la posibilidad que ofrece su sistema de notación de perpetuar creaciones esencialmente efímeras

 

Matías Trípodi reside en Francia desde el año 2015. Es en la actualidad artista asociado de la compañía Incidence Chorégraphique, en la que trabaja junto a figuras de la Opera de París y el Ballet de Leipzig, entre otros prestigiosos elencos.

Bailarín formado en el tango tradicional, partió de la Argentina una vez finalizada la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires. Anteriormente, en 2008, en su primera incursión en el viejo continente, había entrado en contacto con integrantes de la emblemática compañía de Pina Bausch. Asistir a una función de Nelken (Claveles), una de las obras cumbre de la venerada coreógrafa alemana, marcó un quiebre en su formación artística.

Con el tiempo, Trípodi llegó a dictar clases de tango al elenco para la reposición de la obra Nur Du, en la que se recrea el ámbito de una milonga, y el año pasado fue invitado a participar de una exposición homenaje en Berlín y Bonn, en la que la máxima atracción fue una réplica en tamaño real del estudio de la compañía en Wuppertal. Allí, el argentino animó una velada con proyecciones de video de Pina bailando con Pedro ‘Tete’ Rusconi, el milonguero que ella convocó en 1994 para que les transmitiera los secretos del tango a sus bailarines.

En paralelo, y a raíz de su estrecha ligazón con la escena literaria, germinó en Trípodi el deseo de construir un vínculo entre el universo del lenguaje y el de la danza, “particularmente en el tango, que es un baile de improvisación y comunicación del movimiento”, le cuenta a Balletin Dance. Ese interés se hizo aún más fuerte cuando conoció el trabajo de Ana Teresa de Keersmaeker, una de las máximas figuras de la danza contemporánea belga, quien se sumergió en una “búsqueda matemática” ligada al baile.

“De a poco -explica Trípodi- empecé a imaginar una representación gráfica para el tango. Hice un primer bosquejo en 2013, y en 2015 el proyecto tomó fuerza y terminó de delinearse. Ya cuando participé de la exposición de Pina expuse algunas partituras de movimiento de ella bailando con Tete”, comparte. En octubre del año pasado, finalmente, publicó el libro Una Propuesta de Sistema de Notación del Movimiento para el Tango, donde ofrece una primera aproximación a su creación.

 

¿Qué dificultades plantea la escritura de una partitura de baile de tango?

Es algo bastante simple. Hay dos principios que resultan fundamentales para la representación. Uno es ver a la pareja desde arriba, y el otro, señalar únicamente los cambios de peso y de orientación. Al reducir la información a estos dos aspectos, que yo considero estructurales del movimiento del tango, se logró una grafía bastante simple, cuya característica principal es que muchas veces con un solo símbolo puedo representar a los dos miembros de la pareja. No se requiere una imagen para cada uno. Esto hace que una partitura de movimientos de tango pueda ser leída al derecho o al revés, según se trate de la persona que lleva o la que sigue. Incluso, en una sola página se puede llegar a escribir lo que representan tres minutos de movimientos. En otros sistemas, como el de [Rudolf] Laban, [Pierre] Conté o [Rudolf] Benesh, la notación coreográfica se vuelve tan compleja que para escribir cuarenta segundos de un movimiento se necesitan muchas más páginas.

El sistema se compone de 64 figuras que surgen de ocho símbolos de base. Esos ocho símbolos de base se desdoblan para una y otra pierna, y para cada uno de los roles de la pareja, y a ellos se les suma una serie de variaciones.

 

Hablaba recién de lo fácil que resulta escribir una partitura del movimiento ¿Es igualmente sencilla la lectura?

Requiere de un poco de trabajo y entrenamiento. A mí, al principio, me tomaba mucho más tiempo del que me insume ahora. Hoy puedo hacer una partitura en una hora, pero antes tardaba mucho más. Y hasta me animo a escribir partituras desde cero, ya no trascripciones de videos, sino coreografías en las que imagino el movimiento que podría realizarse y lo escribo. Justamente, una ventaja de este tipo de escritura es que no necesitamos bailar una obra para poder crearla. Hoy voy a una milonga, miro el baile de la gente e intento escribirlo. En el fondo, esto abre una nueva posibilidad de imaginación.

 

Los detractores dirán que resigna la expresividad del baile…

Desde siempre hubo una suerte de remordimiento al momento de proponer un sistema de notación para el tango porque se trata de un baile efímero y sentimental. ¿Cómo se atrevería alguien a poner un peso teórico sobre eso, no? Pero este sistema de notación no tiene el afán de representar todo sino sólo un nivel de lo que ocurre. Para interpretarlo se requiere que el bailarín agregue algunos elementos. Es por eso que no se elimina la interpretación personal. Podría compararlo con el texto de una obra de teatro y la obra representada. El guión nos da elementos pero no es la obra en sí, que requiere de muchos otros aspectos (interpretación, decisiones estéticas, etc.). Aquí hay elementos como la posición de los brazos o la expresividad del movimiento que no están puestos en el foco. El sistema muestra apenas una serie de desplazamientos de dos cuerpos y sus ejes, pero al mismo tiempo es lo suficientemente completo como para permitir recomponer y reconocer estructuras del movimiento del tango.

 

El mayor valor está dado por la posibilidad de conservar el patrimonio intangible, ¿verdad?

Justamente, este sistema permite tener un registro físico y escrito de una serie de conocimientos que hasta ahora han sido difundidos de manera oral y presencial. Se podrán repertoriar de manera más concreta un montón de danzas. Desde hace veinte años hay un auge del video en el tango, la gente aprende a bailar a través de YouTube. La diferencia con el sistema de notación es que para la búsqueda y comparación, la escritura es mucho más eficaz porque permite recorrer el material de manera más fluida que viendo 50 horas de video.

 

Al haber creado una tipografía desde cero, ¿con qué dificultades se encontró?

Recién hace un mes que desarrollé una fuente para la computadora, lo que ahora me permite escribir mis símbolos desde un teclado cualquiera. Estando en la Argentina construí también una serie de sellos a partir de los cuales puedo escribir partituras. Esto abre, a la vez, caminos más experimentales, como la posibilidad de tomar una poesía de tango, cambiarle la tipografía y obtener una partitura del movimiento.

 

En enero pasado presentó el libro en Buenos Aires. ¿Cómo fue recibido?

Con mucho interés, sobre todo de parte de algunos profesores y coreógrafos. Este es un proyecto vivo que va a ir evolucionando en función del uso que le dé la gente. En un mes más estaré presentando la versión en francés. Seguramente en diciembre regresaré a la Argentina para brindar algunas charlas y talleres. Hasta tanto, el libro se consigue en la zapatería Neotango (Sarmiento 1938).


El Tango, Presente

Otro de los proyectos que llevó adelante Matías Trípodi es una serie de entrevistas a bailarines y coreógrafos de distintas ramas de la danza. Lo bautizó Sobre Danza y de él han participado figuras como Thusnelda Mercy (Tanztheater Wuppertal), Bruno Bouché (Opera de París), Boris Gibé (Les Choses de Rien) y Shantala Shivalingappa (danza clásica de la India). Así lo explica: “Fue en 2015 que surgió esta idea de preguntarles a artistas que he ido conociendo a lo largo de los años acerca de su forma de entender la composición y el entrenamiento, para poder explicitar los criterios que cada uno de ellos pone en juego para construir una obra. Incluí, entonces, para acercarlos a mis inquietudes personales, una pregunta referida a qué imagen tenían ellos del tango. Y fue una gran alegría confirmar que hay una presencia y un vínculo con el tango muy estrecho en bailarines de distintas disciplinas. El tango está mucho más presente de lo que uno cree. Es interesante ver cómo un bailarín de la Opera de París o de la compañía de Pina [Bausch] han tenido alguna vez un acercamiento hacia el tango y guardan una curiosidad muy fuerte respecto de este género”.

Artículo anterior¿Tenés hijos?
Artículo siguienteTras los pasos de Cranko
Licenciado en Periodismo (USAL). Es Subjefe de Redacción y Editor de la sección Espectáculos del Diario La Prensa, de Buenos Aires. Además, es responsable del sitio web de noticias de Radio Meridiano (Mercedes, BA). Escribió en las revistas Fortuna, Danza Europa y Américas (Reino Unido), Destino Zero (España), Buenos Anuncios, Ohlanda, Buzz, OrientAr, TravelArg, Off, y en el Diario Perfil. Ligado a la danza desde su niñez, fue integrante del Ballet Salta y realizó giras al exterior con distintas compañías de tango y folklore. Es jurado de los Premios Hugo al Teatro Musical y miembro de la Asociación Premios Chúcaro a la Danza Folklórica.