Internacionales | Cuba
Nueva Embajadora de la Cultura Cubana
Por Mercedes Borges Bartutis
Carlos Acosta ha realizado uno de los mayores sueños de su vida: crear una compañía de danza en Cuba. La idea venía dándole vueltas hace mucho tiempo en su cabeza, pero ha sido 2016, el momento propicio para presentar Acosta Danza, integrada por bailarines de ballet clásico y de danza moderna
Finalmente, el 8 de abril se descorrieron las cortinas de la sala García Lorca, para dejar oficialmente fundado un conjunto -que quiera Carlos Acosta o no-, rompe los moldes de las grandes formaciones de danza en Cuba. Polémica, con criterios a favor y en contra, seguidores y detractores; el bailarín ha tenido de todo un poco con este lanzamiento. Sin embargo, él, testarudo como es, ha seguido en el camino con su insistencia de siempre.
Junior, como todavía muchos le dicen, es ahora un hombre maduro con un montón de planes por hacer en su país, en esta Cuba que lo vio ganarse el Grand Prix de Lausanne en 1990, con el pecho apretado y llena de orgullo; que escuchó de sus giras con aquella improvisada compañía, que bajo el nombre de Carlos Acosta y Estrellas del Houston Ballet se paseó por cantidad de escenarios; esta Cuba que le agradeció volver siempre al Gran Teatro de La Habana con sus grandes saltos, giros descomunales, quintas perfectas, y escuchar al público delirar al verlo bailar El Corsario con Alyhaydée Carreño o Diana y Acteón con Lorna Feijóo; a esta Isla que le estará agradecida siempre por ser ese promotor empecinado que logró aunar fuerzas y traer al Royal Ballet de Londres en 2009, un hito en la cultura de este país.
El debut de la Acosta Danza fue el suceso cultural más importante en lo que va del año en Cuba. En dos semanas de funciones, la agrupación presentó primero su selección contemporánea, que trajo de vuelta El Cruce Sobre el Niágara, creada por Marianela Boán en 1987 para la compañía Danza Contemporánea de Cuba (DCC), demostrando que hay títulos de la coreografía cubana que continúan teniendo un valor. Los encargados de hacerla revivir fueron los bailarines Mario Sergio Elías y Raúl Reinoso (ex integrantes de DCC), que a pesar de su juventud encontraron un punto medio para darle toda la suavidad y el tempo que necesita.
Fauno, que también se ha llevado fortísimos aplausos, es una delicada y hermosísima pieza, coreografiada por el belga Sidi Larbi Cherkaoui, que rememora el espíritu de los Ballet Rusos de Diaghilev. Fue interpretada por dos elencos: Yanelis Godoy con Julio León y Yelda Leyva con Carlos Luis Blanco. Los cuatro (también antiguos bailarines de DCC) en plenitud de forma, en un momento altísimo de sus carreras, pudieron potenciar sus posibilidades. Godoy y Leyva, excepcionales, además de su técnica trasmitieron una energía bien particular al espectador.
También se vieron Alrededor no hay Nada del coreógrafo español Goyo Montero y De Punta a Cabo una suerte de divertimento del cubano Alexis Fernández (ex bailarín de DCC y de Danza Teatro Retazos), que actualmente reside en España.
Cerró el programa, Carmen, del propio director, donde participó casi toda la compañía, y fue el punto que más habrá que trabajar, para hacer grande la propuesta. Carmen sacó a flote el desbalance entre los bailarines: los formados en la llamada danza moderna, tienen un nivel difícil de igualar por la mayoría de los clásicos, que a pesar de haber hecho un gran esfuerzo, no lograron estar a la misma altura. El cuerpo de baile lleno de primeras figuras, pasa por muchos géneros: flamenco, bailes populares y afrocubanos, todos hechos con muy buen gusto y una técnica desarrollada al máximo. Las tres primeras funciones además, tuvieron el toque particular de la intervención de Rafael Amargo, que apareció como una pincelada curiosa.
En la segunda semana de funciones, Acosta Danza llevó a escena una suerte de collage donde se incluyeron obras que han marcado una huella en la historia del ballet, como La Muerte del Cisne (Fokine), y los pas de deux de La Sylphide (Bournonville), El Lago de los Cisnes y Diana y Acteón. Bajo el título de A Classical Selection se había presentado en el London Coliseum (diciembre de 2015) y tuvo su antecedente en la gala Carlos Acosta and Guests, que en 2006 obtuvo el premio Laurence Olivier. Cerró el espectáculo, Majísimo de Jorge García, una pieza muy conocida en Cuba, de mucha exigencia técnica, bailada por cuatro parejas que buscan la perfección y el virtuosismo.
La posibilidad de apreciar a los bailarines de formación clásica, ejecutando piezas de ballet, confirmó la calidad de estos intérpretes (algo opacada en la semana anterior). La Selección Clásica que Acosta ha hecho para su compañía es como un traje nuevo que le ha quedado justo a la medida. En el programa, que además incluyó algunos títulos de corte más contemporáneo, destacaron nombres como los de Deborah Sánchez, Javier Rojas, Ely Regina Hernández, Luis Valle, y los singulares hermanos Leticia y Alejandro Silva, unos jimaguas[1]muy interesantes.
Punto y aparte merece Laura Rodríguez (ex integrante del Ballet de Camagüey), que ha sido la elegida para acompañar al director en sus apariciones en dúo. Esta muchacha sorprendió con excelente técnica clásica, hermosa línea, y precisión en sus ejecuciones, a las que sólo hay que señalar algunos detalles de cierres imprecisos, seguramente por el exceso de energía.
Carlos Acosta volvió a bailar para el público cubano, ahora a la cabeza de su propia compañía, un sueño que ha podido hacer realidad gracias al auspicio del Saldler’s Wells Theatre, ValidProductions, el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, el Ministerio de Cultura de Cuba, y los buenos pensamientos de miles y miles de cubanos, que lo han convertido en el niño mimado de la danza de este país. Un elenco lleno de bailarinas y bailarines hermosos, integrantes de esta nueva institución embajadora de la cultura cubana: la Acosta Danza.