Entre las diversas características que pueden señalarse al baile, la levedad, el juego y lo sombrío constituyen tres de las más representativas
El Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín (BCTSM), dirigido por Andrea Chinetti, con codirección de Miguel Ángel Elías, presentó un nuevo programa en el Auditorio de Belgrano con dos estrenos, Vibraciones de Elizabeth de Chapeaurouge y Cuál es Quién de Carlos Casella, y una reposición, Chopin Número 1 de Mauricio Wainrot (de 2010).
En Vibraciones, de Chapeaurouge despliega, con un lenguaje sostenido en el jazz, la liviandad y lo volátil del baile de grupo. Las chicas, de floreados y amplios vestidos (Renata Schussheim) se contraponen a los chicos, de atuendos más sobrios, y en conjunto sostienen dinámicas que hacen de la fluidez del movimiento la marca que plantea lo vibrante. Nadie “vibra” concretamente, ya que no se trata de oscilaciones en torno a ejes. Pero, con algo de género musical, todo propende a resonar y palpitar en lo grupal. Se manifiestan así estados que tocan la euforia, con arrebatos amorosos o furias, con alegría o eficacia.
Casella hace, con su Cuál es Quién, un recorrido que muestra facetas de deseo y algo de goce. Como un manual básico sobre qué persigue el apetito entre cuerpos, sea concupiscente o ideal, el trabajo muestra relaciones de la avidez, a veces escópica, otras de contacto, algunas de desafío. Estas relaciones, como ingredientes de pujanza visual, acechante y dominadora, persiguen, con un aparente sesgo descontracturado, aunque disciplinadamente, el alcance de goces que no terminan de ponerse en marcha como tales. Esto, asociado a los juegos con canciones populares que utiliza como recurso el coreógrafo, construyen recreaciones a modo de un largo divertimento.
Una entrada algo más adusta, romántica en sentido fuerte respecto del movimiento estético, aunque en un lenguaje neoclásico, es la instancia sobre la que compone Wainrot su Chopin Número 1, (sobre el Concierto Nº 1 Para Piano y Orquesta de Frédéric Chopin). Vestuarios simples y negros con detalles azules (Mini Zuccheri), la música de Chopin y sextetos, tríos y dúos en acción. Lo que domina es la forma asociada a la partitura, pero una forma que pone a las claras, aunque parezca contradictorio, los oscuros devaneos o contenidos expresivos de los cuerpos en movimiento. Más allá de que sea una pieza no argumental, el propio tratamiento de las secuencias y dinámicas “cuenta” texturas y desarrollos de la vena romántica de la música en un logrado discurso solidario en dúo.
En función, con notable solidez y eficacia, la compañía transitó las disímiles propuestas, destacándose en particular los dúos de Sol Rourich y Benjamín Parada (Vibraciones), Paula Ferraris y Adriel Ballatore (Cuál es Quién) y Victoria Balanza y Rubén Rodríguez (Chopin Número 1).
La performance de los bailarines sobre lo ligero, leve y alegre de Vibraciones, lo lúdico, arbitrario y jovial de Cuál es Quién y lo lóbrego, melancólico y patético de Chopin Número 1 hacen, de este programa del BCTSM, una propuesta rica en su variedad y ejecución.