
Una vida recorre instancias de simultaneidad mientras se la vive, enfoques de andar a la vez con lo imaginario, lo ensoñado, lo onĂrico, la memoria y lo concreto. La vida de Ella, espectĂĄculo con idea y coreografĂa de Mariana Blutrach y direcciĂłn suya junto a Daniel Böhm, se estrenĂł en El PortĂłn de SĂĄnchez
Los intĂ©rpretes (Romina Pedroli, Gustavo Lesgart, Federico Ottavianelli âVrumaâ, junto a una niña, rol a cargo de Catalina Godoy DÂŽOrta o Alina Keselman, a los que se suma un pianista, ValentĂn Jarach) transitan la pieza solapando diversos discursos que abarcan el video, la danza, el teatro y la mĂșsica. Caracterizado por sus directores como âespectĂĄculo polifĂłnicoâ, la yuxtaposiciĂłn de lenguajes se articula tambiĂ©n con superposiciones espaciales, temporales y mentales. En efecto, esto Ășltimo, la metĂĄfora de lo mental expuesto en imagen y presencia, da cuenta del entramado de apreciaciones de quien vive esa vida.
âEllaâ, quien la vive, es comprendida en la continuidad de la obra como mostrada en su acto presente, sus evoluciones danzadas y algunas teatrales, como tambiĂ©n en una suerte de entrada a sus discursos espirituales o especulativos: se ven algunos sueños, momentos de ensoñaciĂłn y tramos de recuerdos. Todo esto que, con distintos recursos expresivos (imĂĄgenes proyectadas sobre un telĂłn traslĂșcido, superposiciĂłn de acciones y planos con extrañamiento de perspectivas), se da a la vista y queda expuesto, ademĂĄs, con un juego desplegado en piezas musicales: jazz, Bach y mĂșsica ad hoc (Facundo GĂłmez).
La construcciĂłn desarrolla un tono predominantemente hierĂĄtico, sin ser cerradamente solemne. Si bien se ponen en escena situaciones emotivas, claramente propuestas, el modo de su muestra se sostiene en un distanciamiento: no terminan de haber notables alegrĂas o tristezas, no se llegan a extremar angustias o placeres. La manera en que se da el trabajo, en los fragmentos que lo constituyen, no responde a una prolija o cronolĂłgica ilaciĂłn de tipo anecdĂłtica o de una narrativa tradicional. Recortes de esa vida, sin embargo, alcanzan a montar un cuadro que abarca al personaje, delimitĂĄndolo en sus posibles expansiones. QuizĂĄ lo dominante sea lo ensoñado, ese estado de la vigilia en que lo imaginario, los recuerdos, la proyecciĂłn de deseos y temores se instalan en cĂłmo alguien se enfrenta a sus condiciones y circunstancias.
En función, la destreza y potente interpretación de Romina Pedroli dominó la velada. El resto de los intérpretes, ajustados y correctos, acompañaron a la protagonista con buenos desempeños.
La riqueza y poĂ©tica de la obra se sostiene y afirma en la nociĂłn que expone: una vida tiene y es mĂșltiples aspectos simultĂĄneos que carga cada quien.