Por iniciativa de su actual responsable, Andrea Chinetti, el Ballet Contemporáneo celebra cuarenta años de vida con la reposición de obras de sus ex directores. El Niño y los Sortilegios marcará el regreso de la compañía a la sala Martín Coronado
Cuarenta años desde su fundación está festejando el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín (BCTSM) y los celebrará a lo largo de 2017 con la reposición de obras de algunos de los coreógrafos que lo dirigieron en estas cuatro décadas. El primer programa del año, que marca además el regreso de la compañía a la sala Martín Coronado tras la reapertura del complejo luego de un año y medio de reformas, estará dedicado a Oscar Araiz, responsable del elenco de danza que en 1968 fue el germen de lo que a partir de 1977 sería el BCTSM. (Araiz volvió a estar al frente del Ballet entre 1990 y 1998).
La obra escogida por la actual directora artística, Andrea Chinetti, es El Niño y los Sortilegios, con música de Maurice Ravel, basada en un relato fantástico de la novelista francesa Sidonie-Gabrielle Colette. Estrenada originalmente en 1925 en el Gran Teatro de Montecarlo con coreografía de George Balanchine, Araiz creó su propia versión para el Ballet del Gran Teatro de Ginebra en los años en que lo dirigió.
“Los recuerdos de Ginebra son suntuosos -confía el coreógrafo ante Balletin Dance-. Estaba trabajando con la orquesta de la Suisse Romande, con la dirección de Jean Marie Renson; contaba con una compañía que yo mismo acababa de reformular, con un elenco muy rico e interesante. Tenía a mi lado al escenógrafo Carlos Citrinovsky, que fue el responsable de la primera versión en el aspecto visual. Verdaderamente, era un momento de oro para mí. Esta obra me trae muy buenos recuerdos”, admite.
Se ofrecerá ahora en las vacaciones escolares de invierno ¿Es verdaderamente una obra para niños?
Yo la considero más dramática que humorística porque refiere a la naturaleza cruel del hombre. En verdad, tiene muchas lecturas interesantes, tanto para los chicos como para los grandes.
La historia es la de un niño indómito, despiadado, ante el cual los objetos y animales cobran vida para cobrarse venganza de sus travesuras. Más allá del vestuario “llamativo”, obra de la gran Renata Schussheim, “no es una obra para niños chicos”, observa Chinetti, aunque considera que el mensaje que transmite la pieza alcanza a toda la familia. La actual directora de la compañía fue asistente coreográfica de Araiz cuando la obra se repuso con el BCTSM en 1994. Hoy se muestra emocionada por esta rentrée que tendrá lugar el sábado 15 de este mes, con funciones diarias hasta el domingo 30.
Araiz ¿qué sensaciones lo embargan en este regreso al San Martín?
La idea de volver a entrar al Teatro después de tantos años de trabajo aquí es un evento especial en lo personal, no sólo de orden artístico. Y hacerlo con El Niño y los Sortilegios también lo es, porque se trata de una obra que me trajo muchas satisfacciones. Esta es la tercera vez que se presenta con esta compañía y cada vez ha sido distinta: diferentes vestuarios, diferentes escenografías, diferentes intérpretes. Esto la convierte en una novedad constante, con nuevas miradas, con nueva sangre, con nuevas lecturas.
La escenografía virtual, con grandes proyecciones sobre el escenario, será, seguramente, el elemento distintivo de esta reposición. “Estamos trabajando mucho con Romina Del Prete, la escenógrafa, y con un especialista en audiovisual. Poco a poco han ido apareciendo las imágenes. Es delicado trabajar con multimedia”, reconoce Araiz, que en la actualidad dirige el Grupo de Danza de la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín). “Personalmente, considero que el multimedia se devora al protagonista escénico por su dimensión y por la dispersión que provoca, aunque es cierto que el shock visual que produce en el espectador es muy fuerte. Es un arma de doble filo con la que hay que trabajar con mucho cuidado”.
¿Cómo se logra el balance adecuado?
Se consigue con un máximo cuidado de las velocidades y de las dimensiones. Y todo eso se relaciona también con el sonido. Debemos lograr una coreografía de imágenes; en eso estamos trabajando.
Roberto Traferri tiene a su cargo el diseño de iluminación de esta reposición, que en lo coreográfico corrió por cuenta de Chinetti. Araiz se sumó al grupo en las últimas semanas para los ajustes finales. Componen el elenco una veintena de bailarines de la compañía, que irán alternando en diferentes repartos. La idea primigenia era contar con la participación en vivo de un coro y de la Orquesta Académica de Buenos Aires, que dirigiría el maestro Carlos Calleja, pero “cuestiones de orden administrativo” lo impidieron.
Con todo, el estreno de El Niño y los Sortilegios se adivina como un acontecimiento para la escena cultural de la Ciudad, y más aún para el Ballet Contemporáneo, que continuará con su programación de homenaje a sus ex directores ofreciendo obras de Mauricio Wainrot (en agosto) y de Ana María Stekelman (en noviembre).